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viernes, 29 de agosto de 2014
I MODI
I MODI / LAS MANERAS / LOS DIECISÉIS PLACERES / DE OMNIBUS VENERIS SCHEMATIBUS
ROMANO / RAIMONDI / ARETINO / CARRACCI / NYMAN / ANGEL
En 1524, Marcantonio Raimondi publicó una serie de dieciséis grabados eróticos basados en las pinturas que, por encargo de Federico II Gonzaga, había realizado Giulio Romano en el Palacio del Té de Mantua. El Papa Clemente VII ordeno, por obscenidad, la destrucción de todos los ejemplares editados y llevó a la cárcel a Raimondi.
Poco después, el poeta Pietro Aretino compuso dieciséis sonetos que explicaban o describían las posturas sexuales contenidas en esas imágenes.
Bajo el título italiano I Modi (Las maneras) o, en latín, De omnibus Veneris Schematibus, en 1527 vio la luz una segunda edición, esta vez conjuntando grabados y poemas. Pero de nuevo, y aunque Raimondi se escapara de la cárcel, la obra fue destruida por orden papal. Sólo algunos fragmentos se conservan de ella en el Museo Británico.
Posteriormente, otra serie de grabados acompañaron los sonetos de Aretino, cuyo probable autor fue Agostino Carracci.
En 2007, Michael Nyman compuso diversos temas musicales inspirados en aquellos poemas e imágenes, a los que también puso voz la soprano australiana Marie Angel.
Aquí una muestra: Apri le coscie, acciò ch´io vegga bene.
lunes, 25 de agosto de 2014
GRADOS DE MALDAD
Los malvados decapitan, se inmolan, causan un terror inmediato, repulsa y condena.
Los justos envían drones democráticos que sobrevuelan zonas malignas
para aprender del mal.
Un rapero se convierte en verdugo mientras misiles justicieros imparten justicia.
Dimite un gobierno por desacuerdo con la política dictada
y, entre tanto, el chivato de la clase borra el caos de tiza en la pizarra
y copia de nuevo la fórmula infalible: dos más dos suman cinco.
Antonio López morirá antes de acabar su retrato real.
Se apresuran los funcionarios en sustituir una por otra la envejecida lámina
dentro del mismo marco. La serpiente se traga de un bocado a la cría de leopardo,
las hienas en círculo ríen sobre la carroña,
y el mono humanoide descubre que el hueso es un arma.
Banderas y estrellas. El futuro que viaja hacia el pasado.
El diablo en la rue de l´Odeon: "Toda palabra es una palabra de más."
Quebrantar las leyes de la noche. Eso está mal. Eso está bien. Es inevitable.
El humo en la placenta antes de morir. Los malvados y su incontinencia verbal.
Se hace tarde, se incumplen las leyes de la noche.
Persiguen las gatas por instinto la viva miniatura de un dron invasor.
La habitación del pánico, en Pasaje de Marte, está llena de cabezas cortadas.
Se aprende a vivir, después de haber vivido, con ese terror manipulado.
Ningún miedo, ningún reparo.
El leopardo espera que la serpiente salga de su nido
y la desgarra.
Los justos envían drones democráticos que sobrevuelan zonas malignas
para aprender del mal.
Un rapero se convierte en verdugo mientras misiles justicieros imparten justicia.
Dimite un gobierno por desacuerdo con la política dictada
y, entre tanto, el chivato de la clase borra el caos de tiza en la pizarra
y copia de nuevo la fórmula infalible: dos más dos suman cinco.
Antonio López morirá antes de acabar su retrato real.
Se apresuran los funcionarios en sustituir una por otra la envejecida lámina
dentro del mismo marco. La serpiente se traga de un bocado a la cría de leopardo,
las hienas en círculo ríen sobre la carroña,
y el mono humanoide descubre que el hueso es un arma.
Banderas y estrellas. El futuro que viaja hacia el pasado.
El diablo en la rue de l´Odeon: "Toda palabra es una palabra de más."
Quebrantar las leyes de la noche. Eso está mal. Eso está bien. Es inevitable.
El humo en la placenta antes de morir. Los malvados y su incontinencia verbal.
Se hace tarde, se incumplen las leyes de la noche.
Persiguen las gatas por instinto la viva miniatura de un dron invasor.
La habitación del pánico, en Pasaje de Marte, está llena de cabezas cortadas.
Se aprende a vivir, después de haber vivido, con ese terror manipulado.
Ningún miedo, ningún reparo.
El leopardo espera que la serpiente salga de su nido
y la desgarra.
WILLIAM BURROUGHS / THE JOB
"Una vez, el heredero de una conocida familia de banqueros me contó un secreto de familia. Cuando un joven banquero alcanza cierto estado de responsabilidad y conocimiento, lo conducen a una habitación llena de retratos familiares en cuyo centro hay un retrete dorado. Acude ahí a defecar todos los días hasta que se da cuenta de que el dinero es mierda. ¿Y qué devora la máquina monetaria para transformarlo en mierda? Devora la juventud, la espontaneidad, la vida, la belleza y, sobre todo, devora la creatividad. Devora calidad y caga cantidad. Hubo un tiempo en que la máquina se alimentaba con moderación de una despensa bien surtida, y reemplazaba lo que se comía. Ahora la máquina devora más deprisa, mucho más deprisa de lo que puede reponerse lo que devora. Esta es la razón por la que el dinero, por propia naturaleza, cada vez vale menos. La gente quiere dinero para comprar lo que la máquina devora para cagar dinero. Cuanto más devora la máquina, menos queda. Así que tu dinero cada vez compra menos. El proceso va en progresión geométrica. Si Occidente no empieza antes una guerra nuclear, el sistema monetario se vendrá abajo a través del inexorable consumo de vida-arte-sabor-belleza por parte de la máquina para cagar cada vez más mierda que cada vez sirve para comprar cada vez menos vida-arte-sabor-belleza porque cada vez queda menos para comprar. La máquina lo está devorando todo. Llegará un día en que el dinero no pueda comprar nada, porque no quedará nada que pueda comprar. El dinero se eliminará a sí mismo."
William Burroughs, The Job, Enclave de Libros, 2014. Págs. 107-108.
(Respuesta dada por W. B. a Daniel Odier en las entrevistas publicadas con el mismo título en 1969.)
William Burroughs, The Job, Enclave de Libros, 2014. Págs. 107-108.
(Respuesta dada por W. B. a Daniel Odier en las entrevistas publicadas con el mismo título en 1969.)
sábado, 23 de agosto de 2014
LA NOCHE DE LA IGUANA
Poco antes de medianoche y en una calle oscura, al final de una larga y extenuante jornada de trabajo, he tropezado, literalmente, con un grueso y pesado libro y con otro más pequeño, los he golpeado con un pie y me han detenido. Al observarlos de cerca he visto que estaban húmedos y llenos de moho, sobre todo el grande, en sus cortes superior, inferior y delantero, una corta pelusa verde y blanca de olor desagradable entretejida con el filo de sus hojas. Por suerte llevaba en mi mochila una bolsa de plástico vacía y los he puesto en ella, los he rescatado como si fueran dos animales heridos, dos gatos abandonados y enfermos, y me los he traido a casa con la intención de restaurarlos o devolverles la vida. Después de cenar, los he estudiado minuciosamente bajo una buena luz, y en un caso el daño ha resultado más importante de lo que imaginaba. Al libro pequeño ha bastado con echarle polvo de talco y pasarle un viejo cepillo de dientes. Pero el grande tenía contaminadas las sobrecubiertas, las solapas, la portada, las guardas y muchas de sus páginas; después de una limpieza superficial he decidido dejarlo junto a una ventana abierta para que mañana pueda secarlo el benéfico sol y, más tarde, ocuparme de él con alcohol y un paño suave, y pacientemente eliminar todas las manchas que me sea posible. Ambos fueron editados por Espasa Calpe; el Ensayo sobre Cioran de Fernando Savater en 1992 y las Memorias de John Huston en 1998; y ambos pertenecieron y están firmados sólo con el nombre de una desconocida Ana. Ignoro, y probablemente nunca sabré, cómo se desprendieron de sus manos y acabaron en la acera de una calle oscura para que yo los encontrara. No he leído jamás a Savater, pero Cioran es uno de mis escritores de referencia. De este volumen me interesan sobre todo las citas y los subrayados. Por otra parte, he visto con agrado y fascinación casi todas las películas de Huston, sin ir más lejos, la semana pasada, por tercera o cuarta vez: La noche de la iguana.
De La noche de la iguana, cuyo guionista fue Tennessee Williams, este poema que un viejo escribe en su cabeza y, por último, dicta a su nieta y, a continuación, muere:
"Con qué serenidad la rama del olivo
mira como declina la luz del cielo,
sin un llanto, sin dolor, sin desconsuelo,
sin un rezo por el sol que se ha perdido.
Pero el árbol, por la noche ennegrecido,
llega a un día en que el cénit de su vida
se extinguirá por siempre,
aunque, enseguida,
de él una segunda historia habrá nacido.
Una historia que ya no será angélica,
un contubernio entre la lluvia y el surco.
Pues cuando al final el tierno tallo
truncado caiga como plomada sobre la tierra,
entre tierra y tallo, en placentera guerra,
una intimidad obscena se establece
y otro árbol brota que sus ramas mece
sobre el deseo corruptor de la tierra.
Y otra vez, la rama del olivo
mira como declina la luz del cielo,
sin un llanto, sin dolor, sin desconsuelo,
sin un rezo por el sol que se ha perdido.
¡Por coraje!, si pudiera hallar un nido
que me sirviera de próxima morada
no únicamente en esa rama dorada,
sino en este pobre corazón estremecido."
De La noche de la iguana, cuyo guionista fue Tennessee Williams, este poema que un viejo escribe en su cabeza y, por último, dicta a su nieta y, a continuación, muere:
"Con qué serenidad la rama del olivo
mira como declina la luz del cielo,
sin un llanto, sin dolor, sin desconsuelo,
sin un rezo por el sol que se ha perdido.
Pero el árbol, por la noche ennegrecido,
llega a un día en que el cénit de su vida
se extinguirá por siempre,
aunque, enseguida,
de él una segunda historia habrá nacido.
Una historia que ya no será angélica,
un contubernio entre la lluvia y el surco.
Pues cuando al final el tierno tallo
truncado caiga como plomada sobre la tierra,
entre tierra y tallo, en placentera guerra,
una intimidad obscena se establece
y otro árbol brota que sus ramas mece
sobre el deseo corruptor de la tierra.
Y otra vez, la rama del olivo
mira como declina la luz del cielo,
sin un llanto, sin dolor, sin desconsuelo,
sin un rezo por el sol que se ha perdido.
¡Por coraje!, si pudiera hallar un nido
que me sirviera de próxima morada
no únicamente en esa rama dorada,
sino en este pobre corazón estremecido."
viernes, 22 de agosto de 2014
POLVO DE LIBROS
Dias sin escribir. La culpa es de la nicotina. Espirales de nicotina entrelazadas con mi ADN, antes incluso de nacer. Toda mi vida una fuga de nicotina ocupando el espacio vacío el lenguaje verdadero
En la publicidad de estos días, invariablemente, higiene y enfermedad. Hay que acabar con la suciedad hasta lograr la asepsia absoluta, y prevenir y combatir y derrotar cualquier infección y avance de los malignos microorganismos que flotan y proliferan
Las palabras atascadas en la garganta como en una cañería obstruida. Bronquios inflamados. Debilidad cronificada
Días sin escribir. La culpa es del polvo de los libros. Un gramo de polvo en cada viejo libro leído, multiplicado por mil. Todo ese polvo en el aire levantado cada noche por el ventilador y aspirado por los pulmones que sueñan con palabras no pronunciadas
Agosto frío. Las toses que impiden conciliar el sueño a pesar del hidrogenosuccinato de doxilamina, el que causa visión borrosa, secreción bronquial aumentada, insomnio y vértigo
Inmune a toda alergia que pudiera derivarse de la convivencia con gatos, pero perdida la inmunidad al polvo de los libros. Trasladé los libros del comedor a mi habitación precisamente a causa de la costumbre de Nube de sacar los libros de las estanterías con las uñas y desparramarlos por el suelo. Y a continuación se rompe la cinta de la persiana de la única ventana. Mil libros en penumbra permanente, apenas una abertura de tres centímetros, el aire que no se renueva, el ventilador en agosto que levanta el polvo
El medicamento tomado durante años para dormir, comprado sin receta, anunciado en televisión, contraindicado para la bronquitis crónica y responsable de mi creciente dificultad para la lectura. Aun así, nada me impide leer cada noche, frotando los ojos para activarlos, intuyendo a veces más que leyendo, palabras y polvo de palabras. Y cuando el sueño se resiente, y cuando sobreviene un súbito despertar, una inyección de nicotina para calmar los nervios
Días sin escribir. Días sin fumar lo necesario para que el lenguaje tenga sentido. Días caóticos siguiendo las recomendaciones de higiene y prevención, envenenándome con diversos venenos engañosamente curativos: paracetamol, amoxicilina, zamene, avamys, iniston, ibuprofeno. De médico en médico, de urgencias al hospital, días de baja, apenas vino, un máximo de diez cigarrillos frente a los cuarenta habituales, bebidas energéticas, multivitaminas
La bronquitis crónica puede deberse al humo y puede deberse al polvo. La contaminación ambiental no se considera. Puedo deshacerme de la necesidad de ingerir nicotina pero no sé qué hacer con los libros. No puedo encerrarlos en cajas selladas, no puedo echarlos a la hoguera
El lenguaje como un virus que no acaba con el huesped. Precisamente estos días de frenética actividad, virus controlados por el poder y los medios de comunicación, las farmacéuticas y sus vacunas contra el miedo, el negocio de la inseguridad y la epidemia
¿Hasta qué punto son indispensables espirales de humo y de polvo entrelazadas con mi ADN para que sigan fluyendo las palabras? La visión borrosa ¿acaso no me hace entender mejor los mecanismos que contaminan al lenguaje parasitándolo y haciendo de él, a su vez, un parásito
Días sin escribir. Las cañerías de los bronquios, los nudos de las amígdalas, la copa medio vacía, los cigarrillos que se consumen en un instante. Hay que acabar con cualquier mancha, hay que estimular las defensas
En la publicidad de estos días, invariablemente, higiene y enfermedad. Hay que acabar con la suciedad hasta lograr la asepsia absoluta, y prevenir y combatir y derrotar cualquier infección y avance de los malignos microorganismos que flotan y proliferan
Las palabras atascadas en la garganta como en una cañería obstruida. Bronquios inflamados. Debilidad cronificada
Días sin escribir. La culpa es del polvo de los libros. Un gramo de polvo en cada viejo libro leído, multiplicado por mil. Todo ese polvo en el aire levantado cada noche por el ventilador y aspirado por los pulmones que sueñan con palabras no pronunciadas
Agosto frío. Las toses que impiden conciliar el sueño a pesar del hidrogenosuccinato de doxilamina, el que causa visión borrosa, secreción bronquial aumentada, insomnio y vértigo
Inmune a toda alergia que pudiera derivarse de la convivencia con gatos, pero perdida la inmunidad al polvo de los libros. Trasladé los libros del comedor a mi habitación precisamente a causa de la costumbre de Nube de sacar los libros de las estanterías con las uñas y desparramarlos por el suelo. Y a continuación se rompe la cinta de la persiana de la única ventana. Mil libros en penumbra permanente, apenas una abertura de tres centímetros, el aire que no se renueva, el ventilador en agosto que levanta el polvo
El medicamento tomado durante años para dormir, comprado sin receta, anunciado en televisión, contraindicado para la bronquitis crónica y responsable de mi creciente dificultad para la lectura. Aun así, nada me impide leer cada noche, frotando los ojos para activarlos, intuyendo a veces más que leyendo, palabras y polvo de palabras. Y cuando el sueño se resiente, y cuando sobreviene un súbito despertar, una inyección de nicotina para calmar los nervios
Días sin escribir. Días sin fumar lo necesario para que el lenguaje tenga sentido. Días caóticos siguiendo las recomendaciones de higiene y prevención, envenenándome con diversos venenos engañosamente curativos: paracetamol, amoxicilina, zamene, avamys, iniston, ibuprofeno. De médico en médico, de urgencias al hospital, días de baja, apenas vino, un máximo de diez cigarrillos frente a los cuarenta habituales, bebidas energéticas, multivitaminas
La bronquitis crónica puede deberse al humo y puede deberse al polvo. La contaminación ambiental no se considera. Puedo deshacerme de la necesidad de ingerir nicotina pero no sé qué hacer con los libros. No puedo encerrarlos en cajas selladas, no puedo echarlos a la hoguera
El lenguaje como un virus que no acaba con el huesped. Precisamente estos días de frenética actividad, virus controlados por el poder y los medios de comunicación, las farmacéuticas y sus vacunas contra el miedo, el negocio de la inseguridad y la epidemia
¿Hasta qué punto son indispensables espirales de humo y de polvo entrelazadas con mi ADN para que sigan fluyendo las palabras? La visión borrosa ¿acaso no me hace entender mejor los mecanismos que contaminan al lenguaje parasitándolo y haciendo de él, a su vez, un parásito
Días sin escribir. Las cañerías de los bronquios, los nudos de las amígdalas, la copa medio vacía, los cigarrillos que se consumen en un instante. Hay que acabar con cualquier mancha, hay que estimular las defensas
miércoles, 20 de agosto de 2014
sábado, 9 de agosto de 2014
UNA FOTOGRAFÍA
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