Palacio de Congresos (inacabado) de Palma de Mallorca. |
En el ambicioso y necesario Plan de Reformas y Privatizaciones que el Gobierno de España está llevando a cabo con pulso firme y convicción, echo en falta que se acometa sin complejos al menos otra reforma imprescindible: la de nuestro Sistema Penitenciario. Cada día asistimos desconcertados al triste espectáculo del ingreso en prisión de banqueros, empresarios, políticos, altos funcionarios y otros personajes destacados, e incluso se cierne la amenaza de un futuro ingreso sobre gente muy famosa o de alta alcurnia. Las cárceles que los acojen son invariablemente públicas, y ahí radica la incongruencia y la injusticia. Si estas personas han disfrutado siempre de un alto nivel social y económico, si han estudiado en universidades de élite, si han matriculado a sus hijos en colegios privados, si están acostumbrados a viajar en 1ª clase, a hospedarse en hoteles de 5 estrellas, a comer en restaurantes de Guía Michelín, si han barajado con la habilidad de tahúres sus tarjetas visa-oro y visa-platino, si nunca han malgastado los recursos de la Sanidad Pública, prefiriendo pagar de su bolsillo a doctores eminentes y hospitales exclusivos, si son asiduos de costosísimas clinicas de regeneración y desintoxicación, si han dispuesto de planes de pensiones particulares y a su medida, si han pagado sus viviendas de lujo a tocateja o con créditos cuyo aval era simplemente su poder..., ¿a qué viene ahora tratarlos como a parias, mezclarlos con la chusma, encerrarlos en cutres prisiones abarrotadas de pobres delicuentes?
El Gobierno de España debería regular mediante Decreto Ley la construcción y gestión de cárceles privadas para alojar a los presos de alto standing, líneas de diversificación y expansión para grandes empresas y aliciente para la creación de empleo.
Como ubicación idónea para estas novedosas cárceles propongo lugares próximos a las rutas de placer de tan especiales presos: en pequeñas islas reserva-de-la-naturaleza, dotadas de puerto y amarre de yates e instalaciones para practicar toda suerte de deportes náuticos, incluido el buceo; en el seno de bosques vírgenes que incluyeran cotos de caza y abundante vida animal; en extensos y verdes campos de golf; o en las proximidades de afamadas estaciones de esquí. De esta forma las actividades de reinserción serían acordes con el status de los internos; nada de lavandería ni carpintería, ni otras ocupaciones denigrantes.
Como es lógico, aquí no caben celdas compartidas ni mantas apolilladas, sino más bien amplias suites decoradas con gusto y provistas de todas las comodidades imaginables: pantalla de televisión hiper-fina de 72 pulgadas en adelante; ordenador super-rápido de 2 terabytes como mínimo, yacuzzi, gimnasio, bodega. Y respecto a los servicios comunes, la cocina, por supuesto, dirigida por algún cocinero de renombre y el menú a la carta; sin olvidar los masajes profesionales, la sastrería a medida, la cocaína terapéutica, etcétera, etcétera.
En cuanto al régimen de visitas, no sólo los abogados tendrían vía libre cuando lo consideraran oportuno, también los asesores fiscales y financieros, periodistas mediáticos, diplomáticos, obispos y cardenales, velinas y vitellos.
De este modo, dos objetivos esenciales se alcanzarían con facilidad: por una parte, minorizar los riesgos de fuga, pues los ricos presos estarían encantados de ingresar en semejantes establecimientos residenciales y fastuosos; y por otra, ahorrar en los presupuestos generales, considerando que su manutención ya no sería con cargo a los mismos, y que las elevadas facturas, emitidas a nombre del condenado, las pagaría éste sin rechistar.
Dichas prisiones podrían ser de nueva construcción, aunque no descarto la idea de utilizar instalaciones ya finalizadas o por finalizar, que permanecen en la actualidad inactivas y que no producen rendimiento alguno: aeropuertos, polideportivos, museos o palacios de congresos (el de Palma de Mallorca, ya de por sí una gigantesca jaula, sería idóneo para tal fin).
Pero no todas han de ser necesariamente macro-cárceles, localizadas en lugares privilegiados y en manos de grandes empresas. También debiera ser posible, y como incentivo para emprendedores, la creación de micro-cárceles dispersas. La Administración tendría por tanto que autorizar y agilizar los trámites para que cualquier particular pudiera remodelar su vivienda, cumpliendo a pequeña escala con los requisitos de seguridad y suntuosidad exigidos, y acoger a un único preso VIP de cuyo encierro y custodia el emprendedor sería responsable y beneficiario.
a ver si ahi mandan de una p.... vez a Matas porqué encima de robarnos les tenemos que pagar la estancia en la carcel con nuestros impuestos!!!!
ResponderEliminarAsí es, en efecto: primero nos roban (pero no sólo las figuras mediáticas que, más o menos, son pilladas con "las manos en la pasta"; hay muchos otros ladrones que no son descubiertos, y hasta hay ladrones de oficio y perfectamente legalizados o autolegalizados), luego compran su libertad mediante fianzas pagadas con el dinero robado, pagan a los mejores abogados y en ocasiones -presuntamente- incluso a fiscales y a jueces, y en caso de resultar culpables e ingresar en prisión, somos nosotros -las víctimas de su delito- quienes tenemos que hacernos cargo de los costes. Demencial e insoportable, ¿verdad? ¡Ojalá más gente adquiera consciencia de cómo es el mundo en que vivimos y se pregunte qué podemos hacer al respecto! Cuento contigo.
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