Hace muchos años, cuando estudiaba en la Universidad, tuve que lidiar con una asignatura denominada "Historia de las ideas económicas" -si la memoria no me engaña-, una de esas asignaturas áridas y poco atractivas para alguien como yo, interesado más que nada en el Arte, la Literatura y la Filosofía. Mi negativa predisposición inicial ante esta disciplina comenzó a cambiar cuando alguien -no recuerdo si un profesor u otro alumno- me facilitó una traducción mecanografiada del breve ensayo titulado: "Las leyes fundamentales de la estupidez humana". Este ensayo había sido publicado inicialmente en inglés, en 1976, y su autor era un italiano llamado Carlo Maria Cipolla, historiador de la economía ameno e irónico, cuyo potente apellido fue imposible olvidar. Cipolla me deslumbró de inmediato e hizo que, por ejemplo, Eric Hobsbawm y Pierre Villar perdieran altura en su Olimpo de historiadores marxistas, venerados por un Departamento de Historia Contemporánea que en esos años, finales de los 70 y principios de los 80, fue en Valencia mayoritariamente marxista (eran otros tiempos: Franco acababa de morir y el Partido Popular aún se llamaba Alianza Popular, mientra yo me infiltraba, por partida doble, en Fuerza Nueva y en una incipiente banda juvenil donde germinaban a la vez semillas
skinhead y
punk). Al recordar aquella época, no puedo evitar cierta nostalgia. Entonces todo el mundo pretendía regalarte un arma. Y como complemento informativo, y para que se entienda la afirmación anterior he de confesar que, simultáneamente, yo formaba parte de la CNT en tanto mantenía entrañables relaciones con un joven de mi familia que se dedicaba a atracar gasolineras. Pero, en fin, a lo que vamos. Cipolla formuló 5 leyes acerca de la estupidez humana que, aunque debieran ser ya de dominio público, no me resisto a copiar aquí:
1ª. "Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo."
2ª. "La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona."
3ª. "Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio."
4ª. "Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error."
5ª. "La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe. El estúpido es más peligroso que el malvado."
Estas leyes fundamentales son precedidas por una introducción que, a nuestros ojos, no ha perdido ninguna vigencia: "La humanidad se encuentra -y sobre esto el acuerdo es unánime- en un estado deplorable. Ahora bien, no se trata de ninguna novedad. Si uno se atreve a mirar hacia atrás, se da cuenta de que siempre ha estado en una situación deplorable. El pesado fardo de desdichas y miserias que los seres humanos deben soportar, ya sea como individuos o como miembros de la sociedad organizada, es básicamente el resultado del modo extremadamente improbable -y me atrevería a decir estúpido- como fue organizada la vida desde sus comienzos."
En resumen, según Cipolla -y no puedo estar más de acuerdo-, todos los seres humanos, segun sus formas de actuar, pueden incluirse en una de estas cuatro categorías:
- Los incautos: Sus acciones benefician a otros pero no a sí mismos.
- Los inteligentes: Sus acciones benefician a otros y también a sí mismos.
- Los malvados: Sus acciones les benefician a ellos pero perjudican a otros.
- Los estúpidos: Sus acciones perjudican tanto a otros como a sí mismos.
No sé si fui un estúpido, pero dejé la Universidad, rechacé las armas, conservé como
souvenir una cinta de casete que contenía "Himnos y canciones nacionalsocialistas de Europa", me convertí en un fanático individualista, y me dediqué con todas mis fuerzas a rechazar la economía real, dibujar y escribir compulsivamente y estudiar a cínicos y cirenáicos.
Una última cita de Cipolla: (Si alguien tiene mayor interés, que procure leer su libro "Allegro ma non troppo", Grijalbo-Mondadori, Barcelona, 1996.)
"La capacidad de hacer daño que tiene una persona estúpida depende de dos factores principales. Antes que nada depende del factor genético. Algunos individuos heredan dosis considerables del gen de la estupidez, y gracias a tal herencia pertenecen, desde su nacimiento, a la élite de su grupo. El segundo factor que determina el potencial de una persona estúpida procede de la posición de poder o de autoridad que ocupa en la sociedad. Entre los burócratas, generales, políticos y jefes de Estado se encuentra el más exquisito porcentaje de individuos fundamentalmente estúpidos, cuya capacidad de hacer daño al prójimo ha sido (o es) peligrosamente potenciada por la posición de poder que han ocupado (u ocupan). ¡Ah!, y no nos olvidemos de los prelados." (Ni tampoco -añadiría yo- de los empresarios y banqueros.)