sábado, 26 de septiembre de 2020
QUE EL TIEMPO HAGA LO QUE DEBA
QUE EL TIEMPO HAGA LO QUE DEBA
Deja que el tiempo haga una de las suyas.
Deja que las cosas pasen.
Controla tu vida.
Sé como un gato negro durante el día.
En la noche, un esquivo gato atigrado.
Deja que el viento se estrelle en tu cristal.
Controla tu vida.
Deja que las cosas pasen.
Deja que los caminos del bien y del mal fluyan:
lo que el viento les hace a las cosas,
lo que tú le haces al tiempo.
Toda hoja que se mueve en este árbol.
Todo sueño feliz falsificado.
Deja que el tiempo haga lo que deba.
Salvador Alís.
jueves, 24 de septiembre de 2020
MÁS VALEN MIL IMÁGENES QUE UNA PALABRA
MÁS VALEN MIL IMÁGENES QUE UNA PALABRA
Se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras,
que un ciego ve más allá de lo que habla,
que si mil palabras no pueden ilustrar su oscuridad
-dónde y cómo perdió los ojos- entonces su hablar no vale nada.
Entrenar la mirada para ver y callar,
no abrir la boca, dejar caer los párpados.
Las imágenes verdaderas no pueden explicarse.
Mil palabras justifican su avance en contra o a favor
del inestable nido sobre la torre que canta.
No se ha dicho que una torre, tampoco un faro, puedan cantar,
que un ciego cuente su historia a un perro
y que este perro vea al ciego pender de una cuerda.
No se ha dicho nada de la higuera ni de los higos.
Mil imágenes ante un sí concluyente y un no afirmativo.
Salvador Alís.
miércoles, 16 de septiembre de 2020
AGUA FRÍA QUE NO CALMA LA SED
Cree el pintor que al dar forma y color a sus demonios
algo o alguien encenderá una luz de alarma,
y un ángel blanco y puro cubrirá con sus alas
la osadía del gesto y el miedo oscuro.
No hay pintura sin música ni letra sin intención,
todo ensayado y todo previsto
hasta la perfección que contiene al menos un error.
Cree el que pinta que al pintar su mal espanta,
y sigue pintando a la espera del imposible desenlace:
el ángel aturdido (por esta música celestial
y esta palabra equivocada) no acude a la cita,
se ha perdido en su vuelo endemoniado.
Cree el pintor que su pinturas azules serán manantial.
Pero serán agua fría que no calma la sed.
Salvador Alís.
lunes, 14 de septiembre de 2020
FUEGO QUE CONSUME SU RAZÓN DE SER
Se escribe para decir nada
y se sigue escribiendo para seguir diciendo nada.
Se pone una palabra junto a otra, a su lado,
se construye una línea y luego un párrafo.
Se destaca una palabra, se acentúa,
se encierra entre paréntesis.
De nada sirve escribir para decir nada.
Todo dicho, escrito, pensado, tal vez leído.
Palabras sobre palabras borran palabras.
Un sentido se superpone a otro sentido
anulando la significación.
Bastaría un título y un punto final:
fuego que consume su razón de ser.
Y lo demás es humo.
Salvador Alís.
lunes, 7 de septiembre de 2020
BOSQUE
Un camino se adentraba en un bosque verde hasta perderse,
hasta no ser camino, hasta ser tan solo el sueño del caminante.
La velocidad del bosque era más lenta que los pasos,
y los pasos más lentos que los sueños.
Si el caminante crea este camino soñando,
el bosque crea al caminante.
Los sueños son también pájaros y serpientes.
El camino hunde sus raíces en el bosque
y el bosque le pone árboles como puentes al camino.
Una tela de araña con su joya negra y amarilla,
el viento rozando las infinitas cuerdas de violín de las ramas más delgadas,
gotas de lluvia girando en la noria de las hojas:
vida vegetal, más vida al fin y al cabo.
Diré que a veces sueño que soy el caminante, el camino y el bosque,
y que toda mi vida se resume en este soñar.
Mis dos escritos más logrados se remontan dos décadas atrás:
La rosa de mil pétalos y Bienvenidos a mi mundo.
Y esto respecto a la prosa,
pues el conjunto de los poemas, más que simple azar, es puro caos.
Quedan dos cuadernos, inacabados, cuyo título es Vida,
pero algo me impide continuar con ellos
o tan sólo revisar los manuscritos, corregir y podar.
De las entradas de díasvolando, como esta misma, mejor ni hablar.
Y para el resto de escrituras y artificios..., mejor el fuego.
Puesto que el caminante intuye que el camino real
está presto a consumirse y acabar, duda si en este bosque,
laberíntico o circular, deberá todavía enfrentar una última tarea,
antes que sea tarde, por si valiera la pena, un juego o divertimento,
una obra maestra. Pero dos son los caminos: el que hollan los pasos
y el camino soñado. Hojas escritas tapizan el bosque,
y tantos y tantos borradores desechados,
hojas secas, capullos sin flor y pétalos quebradizos.
En este andar me he desdoblado, vida diurna y nocturna,
sin decidir nunca la elección acertada, la única.
Y no sé cuándo ni donde, si dentro del bosque o fuera de él
(montaña más alta, planicie dorada, río que se trenza como cuerda
o laguna que se estanca),
se encontrarán el que sueña y el que anda.
Salvador Alís.