ALGUNAS CUESTIONES SOBRE EL CORONAVIRUS
OSCURIDAD. CITAR LA CITA.
"Tan razonable como representar una prisión de cierto género por otra diferente
es representar algo que existe realmente por algo que no existe."
Daniel de Foe. Citado por Albert Camus.
HAMLET. ACTO TERCERO. ESCENA PRIMERA.
"¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia?"
William Shakespeare.
Si los virus, según se dice, son algo ni vivo ni muerto, ¿qué son en realidad? ¿Tal vez son artefactos programados (¿por qué y por quién?) para cumplir una misión? ¿Y qué misión es esa? Si se trata de alcanzar un resultado previsto de antemano, ¿es la pura enfermedad, el simple sufrimiento, la muerte, el pánico, la vulgar aceptación de cambios sustanciales en nuestra forma de asumir la vida? La mayor y más emblemática libertad que cuestionan estos artefactos se eleva sobre ellos. Es más fácil morir por la propia mano que por miedos inducidos.
ARMA BIOLÓGICA. MADURO Y NAPOLEÓN.
Nicolás Maduro ha sugerido que el coronavirus puede ser un arma biológica empleada en un ataque contra China. Respecto a la autoría de ese posible ataque no se pronuncia, aunque las pistas son claras. Quizá se trate de su archienemigo, el mismo que maquina contra su venezolano gobierno y teme a los mil cuatrocientos millones de chinos en desarrollo. Dijo Napoleón (se le atribuye): "Cuando China despierte, el mundo temblará." Hace tiempo ya que China no duerme. Y algunos mundos estaban temblando. ¿Pretende el coronavirus dormir de nuevo a China? Y si acaso Xi Jinping y sus cohortes comulgaran con las tesis de Maduro, ¿cuáles serían las reacciones y las consecuencias? Imaginable un nuevo virus, aun sin corona, que saltara de las marmotas, los castores o las águilas calvas hacia los obesos devoradores de salchichas y hamburguesas.
BAUTISMO Y COMUNIÓN. EL PAPA AUSENTE.
Las noticias para los creyentes de la cruz y la espada no son precisamente halagüeñas, para ellos tan acostumbrados a las adulaciones y lisonjas. Ante la basílica de San Pedro nadie aguarda, se sienta, se arrodilla. Las pilas de agua bendita han comenzado a ser vaciadas. Los curas y otros oficiantes superiores ya no reparten hostias, de boca en boca y de lengua en lengua, por la posibilidad de un cáliz contaminado. El Papa ya no consiente el besamanos y desestima sus cilicios favoritos por un retiro voluntario en sus habitaciones papales. Si la Ciudad Vaticana pierde sus manadas de turistas, su negocio, ¿cómo van a subsistir sus mendigos, sus buscavidas, sus limosneras?
OPORTUNIDAD. NEGOCIOS ALTERNATIVOS.
El precio del barril de petróleo baja. La bolsa se desmorona. Países y Zonas Económicas entran en recesión. El PIB se contrae. Las exportaciones se congelan. Se anuncian pérdidas milmillonarias. Las compañías aéreas hacen volar aviones vacíos. Se paralizan las contrataciones. Se establecen planes de contingencia, se auguran vacaciones forzadas, reducciones de jornada, ERTES y despidos a mansalva. El turismo feliz se asusta a sí mismo. El valor del oro sube. Los supermercados se vacían. Los bancos no pueden contener los grifos abiertos, el efectivo escapa. La paranoia campa a sus anchas. Y mientras tanto, se forran los fabricantes de guantes y mascarillas, y las industrias de jabones de mano multiplican pedidos y beneficios. Se cuentan por millones los que acaparan kilos de arroz y legumbres, latas de atún y paquetes de leche en polvo, botellas de aceite y tantos otros productos no perecederos.
VENECIA Y LOS MIGRANTES. LA INVERSIÓN.
Después de las inundaciones por la marea alta, Venecia está vacía. Venecia sin el peso de sus visitantes se elevará sin duda sobre el nivel del mar. Una suerte para Venecia, para su historia y su arquitectura. Desde el norte de Italia hacia el sur, intentando escapar de un paisaje ciertamente amenazador, del aislamiento impuesto sobre los 16 millones (número no actualizado) de habitantes de aquellas regiones, se está produciendo un éxodo secreto y difícilmente contenible, a pesar de las regulaciones migratorias anticipadas por Salvini (que no previeron que el flujo exterior interior pudiera mutar en norte sur). Ya no se trata de mar y tierra, de una invasión de continente a continente. Algo inespecífico y aterrador se mueve en lo profundo y a lo largo de Italia. Pues Italia ha sido elegida para sufrir su tercera debacle, tras la muerte de Teodosio y la ejecución de Musolini.
LÍMITES. LOS VIAJEROS ESPACIALES.
Curiosidad por saber que opinarán Richard Branson, Jeff Bezos y Elon Musk del coronavirus. Y lo que ellos sabrán del tema. Y si el tema viene antes o después de sus proyectos espaciales. Hace ya medio siglo o más, ante la previsión de un desastre mundial en el auge de la guerra fría, personajes de gobierno, cúpulas militares y pudientes estratos sociales, pensaron y construyeron bunkers que les protegieran de una posible guerra atómica y sus radiaciones. Las élites actuales sueñan, si no con planetas habitables, con estaciones espaciales altamente esterilizadas y seguras, naves orbitales a salvo de cualquier germen humano.
LA OPORTUNIDAD. ÉXITO DE VENTAS.
A propósito del coronavirus, una cadena de televisión presentaba hoy como nuevo best seller, entre otros, la novela La peste, de Albert Camus. Esa correlación, ¿se les ha ocurrido a los responsables del telediario o más bien ha sido un encargo editorial? Tengo ante mí un ejemplar de La peste. Pues he sentido curiosidad por revisar mi memoria y mi biblioteca. Y se trata en concreto del volumen impreso en 1968 en Buenos Aires por la editorial Sur. De acuerdo a la fecha consignada por mí en la primera página, lo adquirí y debí leerlo en 1972, a los 17 años. Conozco la historia. No habrá relectura. Pero tampoco me resisto a copiar su final: "(la muchedumbre despreocupada ignora) lo que se puede leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa." op. cit. 240.
CLARIDAD. DECIR LO QUE SE PIENSA.
¿En qué otro nido del águila, un consejo de ancianos decrépitos, sin plumas arrebatadas, sin pieles curtidas personalmente, sin hojas afiladas con sus manos, sin el humo que trasciende y hace volar, han decidido que del mundo humano sobra su tercera parte? El dilema es sin duda complejo y aterrador. El gran genocidio deberá salvar a la especie. Sucumbirán los abuelos y los padres para que los hijos y los nietos sobrevivan. ¿Quién no daría su vida por su descendencia?
CONTINUARÁ.
Salvador Alís.
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