miércoles, 5 de septiembre de 2018

OTRA RAZÓN PARA VIVIR

OTRA RAZÓN PARA VIVIR


Cuando era un niño subía muchas veces
hasta el tercer piso,
allí donde las vistas eran montañas y un castillo,
un campanario contemplado desde atrás
y cielos cambiantes.

Una o dos décadas después,
la mirada quiso encontrar la salida
en el complicado laberinto de su edad.

Pasados los años, dibujé el sueño infantil 
y las pesadillas que siguieron.

Y ahora que sólo veo sombras alrededor de mí,
ahora me lamento sinceramente
por no haberle arrancado los ojos al águila,
las piedras a la montaña, el agua
al río y las estrellas a su noche.

De qué sirve este lamento no lo sé.
El laberinto sigue siendo lo que es, la montaña
está donde debe estar, y sigue siendo impenetrable
el castillo de la infancia.

El niño, el joven y el adulto
se equivocan cuando viven y aciertan cuando sueñan.
No hay otra vida posible. No hay
otra razón para vivir.

Salvador Alís.


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