Para V., porque a veces se alegra cuando escribo.
Si volviera a nacer no lloraría el primer día que me llevaran a la escuela,
no levantaría la falda de la hija del médico en el patio,
no permitiría que me abofeteara un maestro ignorante y fascista,
no dejaría abierta la puerta en la noche de mi cuarto oscuro.
Si volviera a nacer no encendería un primer cigarrillo en agosto,
no dibujaría un plátano moteado flotando sobre el castillo,
no pediría en el bar dos yogures sin azúcar en una copa,
no gastaría una sola moneda que antes no hubiese ganado.
Si volviera a nacer no me bañaría en la piscina azul sino en el río,
no leería por leer libros imaginados para engañar a los niños,
no mataría gatos con un arco hecho con varillas de paraguas,
no miraría a los ojos al conejo que ha de ser sacrificado.
Si volviera a nacer viviría otra vida infantil y más seria,
crecería hasta alcanzar la razonable altura de dos metros y medio,
me afeitaría la cabeza por el simple placer estético ante lo inevitable,
y pondría todo mi empeño en construir una máquina del tiempo.
Si volviera a nacer aprendería a tocar el clarinete o la trompeta,
intentaría ser más objetivo y menos subjetivo,
no caería en las acumulaciones por capricho y en el coleccionismo,
no escribiría esta página ni otras semejantes y, desde luego,
no las firmaría.
Salvador Alís.
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