sábado, 7 de diciembre de 2013

EL LENGUAJE DEL SUEÑO


"El lenguaje del sueño no está en las palabras, sino bajo ellas. En él las palabras son productos accidentales del sentido, el cual se encuentra en la continuidad sin palabras de un flujo. El sentido se esconde dentro del lenguaje de los sueños a la manera en que lo hace una figura dentro de un dibujo misterioso. Es incluso posible que el origen de los dibujos misteriosos se encuentre en esa dirección: en calidad de estenograma onírico."

Walter Benjamin

UN SUEÑO / 2

     En el principio no hay nada (ausencia de objeto y de sujeto -pues incluso el que sueña está fuera del sueño, observando): un vacío oscuro sin ser negro, más cerca quizá del gris, aunque tampoco realmente gris. Y luego el soñador irrumpe en la escena (se presenta ante sí mismo), surgiendo de un túnel que se adentra en las profundidades de la meseta rocosa donde se alza un peculiar castillo. No sabe de dónde viene ni cómo es el interior del tunél, no tiene esos recuerdos. La boca cilíndrica que lo expulsa se encuentra semi obstruida por algo así como escombros malolientes, una masa grumosa hecha de papel y cueros podridos. Lo que hace único al castillo es el estar construido enteramente por libros, millones de libros apilados en gruesos muros y altas torres con sus puertas y ventanas, cúpulas, almenas, pazadizos, puentes... Un hombre viejo (el soñador sospecha que se trata de una proyección suya desplazada desde el futuro) le dice que un ejército se aproxima. El hombre viejo no está en el castillo sino en la boca del túnel y, rápidamente, se oculta acabando de cubrir el hueco con los escombros. El soñador sube hasta la torre más elevada, pero no lo hace por escaleras ni rampas sino levitando. Desde allí vigila todo el horizonte alrededor. Ningún movimiento de tropas, ninguna amenaza aparente. Y sin embargo el viejo le advirtió con seguridad (esto lo sabe el soñador cuando despierta): un ejército se aproxima.

lunes, 2 de diciembre de 2013

COM UN ARBRE NU - GERARD QUINTANA


UN SUEÑO / 1

     Tengo un sueño recurrente:
Estoy en una fiesta, en una casa muy grande y complicada, tal vez un palacio o un castillo, en medio de una multitud de desconocidos. Yo no he sido invitado y, por lo tanto, temo que descubran que soy un intruso. No puedo resistir sin embargo la tentación de tomar una copa de vino y pasearme entre la gente intentando ser uno más. En una de las muchas salas donde se celebra la fiesta hay un piano enorme y una pianista vestida de negro. La música me pone triste pero, al mismo tiempo, me infunde valor. No debo estar aquí, este no es mi lugar. Salgo a una terraza que termina en una escalinata bordeada con estátuas de animales salvajes (leones, gorilas, rinocerontes...). Las escaleras no sé si suben o bajan, pero me adentro en ellas y poco a poco me alejo de la casa. Los muros, a ambos lados, se van haciendo más altos a medida que avanzo, y se van estrechando hasta que se hace imposible proseguir. Las estátuas, ahora, son pájaros, y aunque sea de noche distingo perfectamente sus colores. La copa de vino, mientras bebo de ella con ansiedad, no se acaba. A lo lejos aún se oye la música. Pero ya no siento tristeza ni temor. Y de repente me detengo y decido desandar el camino.