martes, 24 de enero de 2017
ABECEDARIO Nº 1
ABECEDARIO Nº 1
Letra del día: C
CONTRADICCIÓN.
(A) Aeropuerto
Si la gente común supiese lo que es realmente un avión, no sus leyes teóricas sino su mecanismo, pocos se atreverían a volar.
(B) Belicismo
Dos monos se pelean por una nuez. Un águila deja caer a una tortuga desde las alturas (para romperle el caparazón).
(C) Capacidad
Un enano es capaz de matar a mil hormigas. Mil hormigas son capaces de matar a un gigante.
(D) Doble
La sombra. La imagen en el espejo. Un amigo. Un espía. Un traidor.
(E) Eficacia
Podía tardar minutos como años, para lo bueno y para lo malo.
(F) Filosofía
Un pensador que, a fuerza de pensar sus ideas, masticándolas una y otra vez para digerirlas, se va pareciendo a una vaca (una vaca ignorante respecto a la hora en que será llevada al matadero).
(G) Gatomanía
Psicopatía consistente en un amor desmedido por los gatos. El síndrome del gato y el síndrome de Diógenes comparten mascota.
(H) Historia
Si hubieras terminado tus estudios, aprobado unas oposiciones y ejercido como profesor -es lo que piensas ahora, próxima ya tu jubilación-, se contarían por cientos los alumnos en que habrías sembrado las semillas de la duda.
(I) Imaginación
Hay en mí tres sueños diferentes: la vida que creo real, lo que veo cuando estoy dormido y lo que imagino para poder vivir y soñar.
(J) Juventud
Se es joven cuando, por ejemplo, se llevan los tobillos desnudos en lo más frío del invierno. Se es joven cuando se ignora la historia. Se es joven mientras se vive. Se es un anciano cuando deja de importar la juventud.
(K) Kafka
En el fondo, Kafka tuvo suerte. Si en lugar de trabajar en una oficina hubiera trabajado en un aeropuerto ¿cuál sería la naturaleza de sus escritos?
(L) Lentitud
Cuando tu amante es insaciable, te está pidiendo lentitud.
(M) Máscara
Sin temblor y sin miedo: la última máscara de un hombre una mujer es su calavera.
(N) Norma
Cuando se firma un contrato con el demonio, el demonio impone sus reglas. Puedes no firmar ese contrato, no seguir las reglas. Puedes jugar, con o sin permiso del demonio, con tus propias reglas.
(Ñ) Enga(ñ)o
Letras o palabras entre paréntesis significan engaño. Las palabras son adiestradas para decir lo que deben.
(O) Ocasionalmente
Sucede de vez en cuando: se hace de noche, se hace de día, se hace de noche.
(P) Poder
Una mesa de faquir que se sustenta sobre tres patas: dinero, dinero y dinero.
(Q) Qué
Forma interrogativa que no se refiere a un ser vivo sino a una situación secreta, a una curiosidad no satisfecha. Al unir a esa forma la partícula "por", entonces ya no se trata de otra cosa más que de una causa.
(R) Resistencia
Dos carneros entrechocan sus cuernos. Un tercero permanece expectante frente a ellos.
(S) Sexología
Una boca no tiene sexo, no es un hombre, no es una mujer, no es una tercera opción. Una boca que habla, algo que hiere y que se entrega.
(T) Tiempo
Vivir en el interior de la compleja maquinaria de un reloj. Que la cúpula del cielo sea una esfera con las horas marcada. Que las pausa entre dos señales sea siempre de distinta duración a las que la preceden o anteceden.
(U) Único
El que se sabe solo entre la multitud. El hecho que se da una sola vez (morir, por ejemplo). Lo que no puede tener un doble.
(V) Velada
Una marca de vino elaborado con uva moscatel. Alguna cosa oculta. Un fragmento de tiempo.
(W) Wittgenstein
¿Quién eres tú, el maestro o el discípulo?
(X) Xilófono
Fue mi primer instrumento musical. Una serie de láminas curvadas de metal pintadas de distintos colores que se golpeaban con dos palos.
(Y) Yo
Al decir "Yo", la voz que me dice no me pertenece.
(Z) Zorro
Basta con ser una oveja y andar en sentido contrario. O adentrarse en un bosque, abandonar el prado donde la hierba no luce tan verde.
Salvador Alís.
Letra del día: C
CONTRADICCIÓN.
"Esta noción es estudiada tradicionalmente bajo la forma de un principio: el llamado principio de contradicción (y que más propiamente debería calificarse de principio de no contradicción)."
José Ferrater Mora. Diccionario de filosofía abreviado. Sudamericana. 1970. Pág.: 86.
"Siento afecto filial por los dioses antiguos. Me desagrada profundamente que Dante, en la Divina Comedia, invoque a Apolo como lo hace en el primer canto del <<Paraíso>>"
Alberto Savinio. Nueva Enciclopedia. Seix Barral. 1983. Pág.: 112.
"Conviene hacerse amigo de los vecinos, sobre todo del superior y del inferior. Nunca sabe uno de dónde partirá el ataque."
El Secretario de una Comunidad de Vecinos en una Junta Extraordinaria. Inédito. S.A. 2017. 1.
(A) Aeropuerto
Si la gente común supiese lo que es realmente un avión, no sus leyes teóricas sino su mecanismo, pocos se atreverían a volar.
(B) Belicismo
Dos monos se pelean por una nuez. Un águila deja caer a una tortuga desde las alturas (para romperle el caparazón).
(C) Capacidad
Un enano es capaz de matar a mil hormigas. Mil hormigas son capaces de matar a un gigante.
(D) Doble
La sombra. La imagen en el espejo. Un amigo. Un espía. Un traidor.
(E) Eficacia
Podía tardar minutos como años, para lo bueno y para lo malo.
(F) Filosofía
Un pensador que, a fuerza de pensar sus ideas, masticándolas una y otra vez para digerirlas, se va pareciendo a una vaca (una vaca ignorante respecto a la hora en que será llevada al matadero).
(G) Gatomanía
Psicopatía consistente en un amor desmedido por los gatos. El síndrome del gato y el síndrome de Diógenes comparten mascota.
(H) Historia
Si hubieras terminado tus estudios, aprobado unas oposiciones y ejercido como profesor -es lo que piensas ahora, próxima ya tu jubilación-, se contarían por cientos los alumnos en que habrías sembrado las semillas de la duda.
(I) Imaginación
Hay en mí tres sueños diferentes: la vida que creo real, lo que veo cuando estoy dormido y lo que imagino para poder vivir y soñar.
(J) Juventud
Se es joven cuando, por ejemplo, se llevan los tobillos desnudos en lo más frío del invierno. Se es joven cuando se ignora la historia. Se es joven mientras se vive. Se es un anciano cuando deja de importar la juventud.
(K) Kafka
En el fondo, Kafka tuvo suerte. Si en lugar de trabajar en una oficina hubiera trabajado en un aeropuerto ¿cuál sería la naturaleza de sus escritos?
(L) Lentitud
Cuando tu amante es insaciable, te está pidiendo lentitud.
(M) Máscara
Sin temblor y sin miedo: la última máscara de un hombre una mujer es su calavera.
(N) Norma
Cuando se firma un contrato con el demonio, el demonio impone sus reglas. Puedes no firmar ese contrato, no seguir las reglas. Puedes jugar, con o sin permiso del demonio, con tus propias reglas.
(Ñ) Enga(ñ)o
Letras o palabras entre paréntesis significan engaño. Las palabras son adiestradas para decir lo que deben.
(O) Ocasionalmente
Sucede de vez en cuando: se hace de noche, se hace de día, se hace de noche.
(P) Poder
Una mesa de faquir que se sustenta sobre tres patas: dinero, dinero y dinero.
(Q) Qué
Forma interrogativa que no se refiere a un ser vivo sino a una situación secreta, a una curiosidad no satisfecha. Al unir a esa forma la partícula "por", entonces ya no se trata de otra cosa más que de una causa.
(R) Resistencia
Dos carneros entrechocan sus cuernos. Un tercero permanece expectante frente a ellos.
(S) Sexología
Una boca no tiene sexo, no es un hombre, no es una mujer, no es una tercera opción. Una boca que habla, algo que hiere y que se entrega.
(T) Tiempo
Vivir en el interior de la compleja maquinaria de un reloj. Que la cúpula del cielo sea una esfera con las horas marcada. Que las pausa entre dos señales sea siempre de distinta duración a las que la preceden o anteceden.
(U) Único
El que se sabe solo entre la multitud. El hecho que se da una sola vez (morir, por ejemplo). Lo que no puede tener un doble.
(V) Velada
Una marca de vino elaborado con uva moscatel. Alguna cosa oculta. Un fragmento de tiempo.
(W) Wittgenstein
¿Quién eres tú, el maestro o el discípulo?
(X) Xilófono
Fue mi primer instrumento musical. Una serie de láminas curvadas de metal pintadas de distintos colores que se golpeaban con dos palos.
(Y) Yo
Al decir "Yo", la voz que me dice no me pertenece.
(Z) Zorro
Basta con ser una oveja y andar en sentido contrario. O adentrarse en un bosque, abandonar el prado donde la hierba no luce tan verde.
Salvador Alís.
lunes, 16 de enero de 2017
CUIDEN A MI GATO
CUIDEN A MI GATO
PARTES DE UN TODO
"En mí no hay espacio para la sabiduría.
No hay tal espacio. Pero un animal azul y antiguo me lame suavísimo el dorso de los ojos, como si se tratase de dos planetas enfermos."
Jorge Riechmann. Sibila nº 3. Sevilla. 1995. Pág.: 40.
I / EL TRABAJO
¿¡Tanto trabajo para qué!? -se pregunta el escritor (buscar un título, etcétera), si al final mi meta no es escribir, no ser el sujeto ni el hecho; ser sólo escritura.
II / LA RISA
Alguien dice (¡a saber quién es ese alguien y qué base de datos maneja!) que el sentido del humor tiene mucho que ver con la inteligencia. No estoy de acuerdo. Siempre hubo tontos que se ríen de sus propias tonterías. Es más, ¿en qué sentido debemos interpretar el sentido del humor? El de un Mrozek, un Bernhard, un Levrero, un Kafka desde luego tienen relación con su inteligencia, pero no es causa sino consecuencia. El sentido del humor de muchos aficionados a la comedia dista de ser algo cercano, no ya al genio sino al puro pensamiento.
III / EL ESCRITOR
No soy capaz de escribir un libro porque escribo sin parar, porque no ne detengo, ni medito, ni reviso, ni corrijo ni compongo. No soy capaz de escribir un libro porque incesantemente escribo un libro que se devora a sí mismo a fuerza de añadir textos a los textos en una carrera febril, palabras que se amontonan sobre palabras suplantando siempre las nuevas a las viejas, ocultando las de hoy a las de ayer. Para escribir un libro es necesario, en primer lugar, escribirlo, y luego dedicar un tiempo al olvido, otro a la lectura de lo escrito, a su contemplación y montaje, examinando concienzudamente las partes de un todo, tiempo para elegir un título, separar, unir y nombrar los capítulos si los hubiera, elaborar un índice, enumerar las páginas, darlo por finalizado. No es mi caso. No puedo hacerlo. Un libro continuo y sin final no es un libro (¿o acaso sí?), es un flujo de escritura como un río agitado con muchos saltos en su corriente, afluentes, meandros, desbordamientos, espuma y remolinos.
IV / EL CRÍTICO
Distintos escritores titulan sus anotaciones de formas diversas: un número, una fecha, la ciudad donde han sido tomadas, una línea de su contenido, un nombre arbitrario. Otras veces las anotaciones van en su presentación sin título alguno y separadas entre sí por un doble espacio o uno (o varios) asteriscos. Lo que no tiene continuidad argumental (lo que, para entendernos, no es una novela clásica) deviene en fragmentos y estos, para serlo, deben contener elementos diferenciadores. Se ha optado muy a menudo por los títulos directos (los más simples) y también, muy a menudo, por los indirectos (los que no tienen nada que ver con el texto y expresan un misterio). Claro que todo tiene que ver con todo pero, aunque en apariencia se aprecie una relación, la relación como tal no existe más que, por un lado, para el autor y, por otro, para el lector como elementos aislados.
V / EL LECTOR
El circunstancial lector que me lee (por curiosidad, prevención, atención, nunca -creo- por aburrimiento) suele no entender cuál sea mi verdadera intención. La pregunta que cada lector debería hacerse es si en la escritura tiene que haber una intención. Las intenciones evidentes lo son por mostrarse visibles (o perceptibles). Las intenciones secretas pueden no ser intenciones, pueden ser sólo imaginarios del lector. Sé a dónde me dirijo -dice el escritor. No sé a dónde te sigo -dice el lector. Ambos mantienen un diálogo de sordos y mudos. Se entienden por signos. Pocos lectores leen en voz alta.
VI / LA PRENSA
Dice la prensa que un espía y su familia han dejado su gato a unos vecinos y han desaparecido. Este fantástico comienzo para un cuento o una novela mezcla en su argumento a Putin y a Trump, la CIA, un hotel de lujo en Moscú, negocios turbios, intercambio de poderes, equilibrio y desequilibrio, amenazas, conspiraciones, riesgo, manipulación planetaria, prostitución vigilada, torres de Tarot, papisas y princesas. Trump dice que construirá un muro en la frontera con México y que ese país pagará los gastos. El actual presidente de México no tarda en reaccionar. Dice: no pagaremos el muro. Pero no dice: convenceré a Trump para que no lo construya, o: le impediremos que lo haga.
VII / EL TIEMPO
"Futura" no es el nombre de una ciudad, tampoco el de una utopía, sino el nombre de un estado. Ese estado funciona a base de altibajos. De esta manera deficiente es como se ha desarrollado la historia. La memoria avanza y retrocede, se detiene por ignotas razones en un hecho, selecciona a su gusto una secuencia. A una joven escritora, promesa de las letras, se le dedica una página completa en un periódico local. Dice cosas como que el arte exige ser joven (sin comillas), que no le gusta mucho la realidad, tampoco la fantasía al cien por ciento, que su libro es un catálogo de aforismos, que el amor es un fuego fatuo, que lo que nos hace más humanos es el misterio, que empieza con cosas normales y acaba con extravagancias, que ni el horizonte me gusta (yo simplemente me voy). Se llama Almudena Sánchez, nació en esta isla meses antes de que yo desembarcará en ella con su edad. Todo lo que ella cree saber ahora, el escritor ya lo supo (aun de forma diferente) antes de que la escritora partiera de cero, como se acostumbra a decir.
VIII / LA SUPERFICIALIDAD
Lo que está en la superficie no tiene peso, salvo las montañas y cosas semejantes. La película de agua y de olas que vemos sobre el mar no tiene peso. Las ideas no sustentadas sobre la verdad y la justicia no tienen peso. Las palabras escritas, si apenas mencionan su nombre de palabras y no sus vericuetos, sus profundidades y -ante todo- sus relaciones, no pesan nada. Una palabra que se abre a sí misma, una novela que no se cierra, un poema que no salta la valla que retiene a la flor, no pesan nada. Lo que se dice no pesa si el que oye no escucha. En la superficie de las cosas hay mucho griterío, escándalo, rumor, entrechocar de aguas.
IX / EL ANTICIPADOR
Dicen que hubo genios y profetas que anticiparon nuestros tiempos. Un escritor verdadero se reconoce por su lejanía temporal. Es fácil, para un alma inquieta, anticiparse dos décadas o medio siglo, sin embargo, cuando se trata de varios siglos o milenios, ¿qué decir? Todo es escritura. Hasta que no se resuelva el enigma de la construcción de las pirámides, ninguna política, economía o filosofía sera convincente.
X / EL REGALO
A y N me han hecho uno de los regalos más importantes de mi vida. Una parte de mis escritos (la correspondiente a los años 2013 y 2014) impresa y encuadernada. Me asusta abrir este libro y, a la vez, me gustaría que fuese un regalo para ellos, para su futuro. Creo que ya nací con la marca llamada "contradicción".
XI / FINAL
El escritor dice que en los próximos días cerrará esta escritura fragmentaria, que deberá concentrarse en los dibujos, en poner palabra sobre palabra y hacer un libro. El escritor desea dedicar sus anotaciones (por orden alfabético) a : A C D E I J L N P S V.
Salvador Alís.
PARTES DE UN TODO
"En mí no hay espacio para la sabiduría.
No hay tal espacio. Pero un animal azul y antiguo me lame suavísimo el dorso de los ojos, como si se tratase de dos planetas enfermos."
Jorge Riechmann. Sibila nº 3. Sevilla. 1995. Pág.: 40.
I / EL TRABAJO
¿¡Tanto trabajo para qué!? -se pregunta el escritor (buscar un título, etcétera), si al final mi meta no es escribir, no ser el sujeto ni el hecho; ser sólo escritura.
II / LA RISA
Alguien dice (¡a saber quién es ese alguien y qué base de datos maneja!) que el sentido del humor tiene mucho que ver con la inteligencia. No estoy de acuerdo. Siempre hubo tontos que se ríen de sus propias tonterías. Es más, ¿en qué sentido debemos interpretar el sentido del humor? El de un Mrozek, un Bernhard, un Levrero, un Kafka desde luego tienen relación con su inteligencia, pero no es causa sino consecuencia. El sentido del humor de muchos aficionados a la comedia dista de ser algo cercano, no ya al genio sino al puro pensamiento.
III / EL ESCRITOR
No soy capaz de escribir un libro porque escribo sin parar, porque no ne detengo, ni medito, ni reviso, ni corrijo ni compongo. No soy capaz de escribir un libro porque incesantemente escribo un libro que se devora a sí mismo a fuerza de añadir textos a los textos en una carrera febril, palabras que se amontonan sobre palabras suplantando siempre las nuevas a las viejas, ocultando las de hoy a las de ayer. Para escribir un libro es necesario, en primer lugar, escribirlo, y luego dedicar un tiempo al olvido, otro a la lectura de lo escrito, a su contemplación y montaje, examinando concienzudamente las partes de un todo, tiempo para elegir un título, separar, unir y nombrar los capítulos si los hubiera, elaborar un índice, enumerar las páginas, darlo por finalizado. No es mi caso. No puedo hacerlo. Un libro continuo y sin final no es un libro (¿o acaso sí?), es un flujo de escritura como un río agitado con muchos saltos en su corriente, afluentes, meandros, desbordamientos, espuma y remolinos.
IV / EL CRÍTICO
Distintos escritores titulan sus anotaciones de formas diversas: un número, una fecha, la ciudad donde han sido tomadas, una línea de su contenido, un nombre arbitrario. Otras veces las anotaciones van en su presentación sin título alguno y separadas entre sí por un doble espacio o uno (o varios) asteriscos. Lo que no tiene continuidad argumental (lo que, para entendernos, no es una novela clásica) deviene en fragmentos y estos, para serlo, deben contener elementos diferenciadores. Se ha optado muy a menudo por los títulos directos (los más simples) y también, muy a menudo, por los indirectos (los que no tienen nada que ver con el texto y expresan un misterio). Claro que todo tiene que ver con todo pero, aunque en apariencia se aprecie una relación, la relación como tal no existe más que, por un lado, para el autor y, por otro, para el lector como elementos aislados.
V / EL LECTOR
El circunstancial lector que me lee (por curiosidad, prevención, atención, nunca -creo- por aburrimiento) suele no entender cuál sea mi verdadera intención. La pregunta que cada lector debería hacerse es si en la escritura tiene que haber una intención. Las intenciones evidentes lo son por mostrarse visibles (o perceptibles). Las intenciones secretas pueden no ser intenciones, pueden ser sólo imaginarios del lector. Sé a dónde me dirijo -dice el escritor. No sé a dónde te sigo -dice el lector. Ambos mantienen un diálogo de sordos y mudos. Se entienden por signos. Pocos lectores leen en voz alta.
VI / LA PRENSA
Dice la prensa que un espía y su familia han dejado su gato a unos vecinos y han desaparecido. Este fantástico comienzo para un cuento o una novela mezcla en su argumento a Putin y a Trump, la CIA, un hotel de lujo en Moscú, negocios turbios, intercambio de poderes, equilibrio y desequilibrio, amenazas, conspiraciones, riesgo, manipulación planetaria, prostitución vigilada, torres de Tarot, papisas y princesas. Trump dice que construirá un muro en la frontera con México y que ese país pagará los gastos. El actual presidente de México no tarda en reaccionar. Dice: no pagaremos el muro. Pero no dice: convenceré a Trump para que no lo construya, o: le impediremos que lo haga.
VII / EL TIEMPO
"Futura" no es el nombre de una ciudad, tampoco el de una utopía, sino el nombre de un estado. Ese estado funciona a base de altibajos. De esta manera deficiente es como se ha desarrollado la historia. La memoria avanza y retrocede, se detiene por ignotas razones en un hecho, selecciona a su gusto una secuencia. A una joven escritora, promesa de las letras, se le dedica una página completa en un periódico local. Dice cosas como que el arte exige ser joven (sin comillas), que no le gusta mucho la realidad, tampoco la fantasía al cien por ciento, que su libro es un catálogo de aforismos, que el amor es un fuego fatuo, que lo que nos hace más humanos es el misterio, que empieza con cosas normales y acaba con extravagancias, que ni el horizonte me gusta (yo simplemente me voy). Se llama Almudena Sánchez, nació en esta isla meses antes de que yo desembarcará en ella con su edad. Todo lo que ella cree saber ahora, el escritor ya lo supo (aun de forma diferente) antes de que la escritora partiera de cero, como se acostumbra a decir.
VIII / LA SUPERFICIALIDAD
Lo que está en la superficie no tiene peso, salvo las montañas y cosas semejantes. La película de agua y de olas que vemos sobre el mar no tiene peso. Las ideas no sustentadas sobre la verdad y la justicia no tienen peso. Las palabras escritas, si apenas mencionan su nombre de palabras y no sus vericuetos, sus profundidades y -ante todo- sus relaciones, no pesan nada. Una palabra que se abre a sí misma, una novela que no se cierra, un poema que no salta la valla que retiene a la flor, no pesan nada. Lo que se dice no pesa si el que oye no escucha. En la superficie de las cosas hay mucho griterío, escándalo, rumor, entrechocar de aguas.
IX / EL ANTICIPADOR
Dicen que hubo genios y profetas que anticiparon nuestros tiempos. Un escritor verdadero se reconoce por su lejanía temporal. Es fácil, para un alma inquieta, anticiparse dos décadas o medio siglo, sin embargo, cuando se trata de varios siglos o milenios, ¿qué decir? Todo es escritura. Hasta que no se resuelva el enigma de la construcción de las pirámides, ninguna política, economía o filosofía sera convincente.
X / EL REGALO
A y N me han hecho uno de los regalos más importantes de mi vida. Una parte de mis escritos (la correspondiente a los años 2013 y 2014) impresa y encuadernada. Me asusta abrir este libro y, a la vez, me gustaría que fuese un regalo para ellos, para su futuro. Creo que ya nací con la marca llamada "contradicción".
XI / FINAL
El escritor dice que en los próximos días cerrará esta escritura fragmentaria, que deberá concentrarse en los dibujos, en poner palabra sobre palabra y hacer un libro. El escritor desea dedicar sus anotaciones (por orden alfabético) a : A C D E I J L N P S V.
Salvador Alís.
viernes, 13 de enero de 2017
miércoles, 11 de enero de 2017
SONETO DE LA PALABRA Y LA ESPINA
SONETO DE LA PALABRA Y LA ESPINA
Palabras que se muestran como espinas.
Las hay donde uno menos las espera,
lo mismo en invierno que en primavera,
sirenas de luz que aúllan a la vida.
Soneto de la palabra y la espina.
Se escribe al mismo tiempo que se clava,
esa espina-palabra ya clamaba
su derecho a ser. Y a ser distinta.
Espina mística llamada púa,
palabra que a la palabra se suma.
Mundo sin palabras y sin espinas.
Las palabras se unen todas a una,
el soneto se abre y madura.
La espina reclama ser espina.
Surge de repente como soneto, con su rima y sus endecasílabos. Al parecer se va depurando el pensamiento, haciéndose más delgado, más sutil.
En el soneto se adivina (se advierte) fácilmente una intención de trabalenguas, se repiten palabras y espinas como si fuera lo mismo, como si no importará qué decir.
Pero lo que se dice importa: es otra manera de dibujar.
Palabras que se muestran como espinas.
Las hay donde uno menos las espera,
lo mismo en invierno que en primavera,
sirenas de luz que aúllan a la vida.
Soneto de la palabra y la espina.
Se escribe al mismo tiempo que se clava,
esa espina-palabra ya clamaba
su derecho a ser. Y a ser distinta.
Espina mística llamada púa,
palabra que a la palabra se suma.
Mundo sin palabras y sin espinas.
Las palabras se unen todas a una,
el soneto se abre y madura.
La espina reclama ser espina.
Surge de repente como soneto, con su rima y sus endecasílabos. Al parecer se va depurando el pensamiento, haciéndose más delgado, más sutil.
En el soneto se adivina (se advierte) fácilmente una intención de trabalenguas, se repiten palabras y espinas como si fuera lo mismo, como si no importará qué decir.
Pero lo que se dice importa: es otra manera de dibujar.
P
A L
A B R
A S
Y
E
S P I N A
S
3.er TEXTO: Conocí a un verdadero genio. Mientras te miraba a los ojos unos segundos, se retorcía la nariz con los cinco dedos de la mano, la derecha o la izquierda, ahora no sé que pensar. ¿Burla o advertencia? ¿Era un gesto político ese retorcimiento? ¿Tal vez el genio te estaba diciendo "Me siento feliz"? ¿O "Estas bebiendo demasiado"? ¿Tal vez pensara que eres un cobarde? ¿O un mentiroso? Quizá te dijera con esa señal que los hombres tienen cinco narices. Tal vez el genio te estuviera indicando disimuladamente -mensaje solo para ti- que cuidar de uno mismo depende del sentido del humor. El genio murió y yo asistí a su entierro, protocolos e incineración. Esto no garantiza que yo no vaya a morir. Por si acaso, empiezo ya con la burla y la advertencia.
El nuevo presidente pronuncia un discurso ante los grandes hombres (quizá alguna mujer). Aquí estamos los que mandamos, los que ejercemos el poder. Si el nuevo presidente es rico, en la sala de reuniones habrá semillas de oro en tinajas de barro. Se acabó eso de juzgarnos a nosotros mismos, a nuestros amigos, protectores, electores, recaudadores, educadores, etcétera. Si el nuevo presidente es pobre, en la sala de reuniones habrá telarañas en las cortinas. Si este país se pudiera comparar a una empresa, este país se está jugando su futuro con trileros. Ante mil grandes hombres (y alguna mujer), el nuevo presidente habla para la credulidad, para los que ansían ganancias y no saben como conseguirlas. Tranquilos, el nuevo presidente sabe cómo hacerlo sin levantar sospechas, detentando el poder con serenidad y mano firme. Don dinero sabe (lo ha sabido siempre) dónde está el dinero, dónde la fe y dónde la mala fe. Al nuevo presidente, rico o pobre, alguien puede regalarle un bolígrafo táctico o una estilográfica. El designado aplaude a don dinero, es lógico, es quien le da de comer. Pero cuando el comisario político se asoma a su ventana sólo ve pájaros de enormes ojos abiertos, búhos y lechuzas. El nuevo presidente sabe mover las alas, en la noche. De eso se trata: de influencia. La influencia lo es todo en este país. Porque muchos en este país no saben lo que es la influencia. Al margen de lo que sí saben, por mas que no quieran saberlo, la influencia se expresa con un libro, un discurso, una lectura poética, una reflexión en su momento, imágenes que se repiten y que cautivan, En esta país hay muros escritos y pintados con los cinco dedos de la mano, la derecha o la izquierda, ahora no sé que pensar. La irrupción del nuevo presidente hace que el tiempo se ralentice, que ver pasar las cosas se haga eterno. Se lanzan los dados. Se avanza un peón. Dotado de una sensibilidad extra sensorial, el peón se mueve a la casilla más conveniente del tablero, la más segura, la más agresiva según la ocasión. Se trata en definitiva de ganar y entonces cualquier movimiento es válido si procura la victoria. Dice el nuevo presidente: Seguidme y os llevaré hasta el abismo donde todas las dificultades se precipitan al vacío. Yo resolveré vuestros problemas. Si al nuevo presidente se le ofrece un micrófono, una beca, una pizarra, no os quepa duda de que dibujará el mundo, con dedicación absoluta, pensando en voz alta. Ese nuevo presidente no tiene seis caras, como el dado, pero al menos tiene dos, como las cartas, pero al menos tiene cientos, como el diamante, joya refulgente que en su interior esconde un fuego. Las caras y los caminos se confunden. Arde lo que tiene que arder, lo que está seco. Lo verde hace humo. Para cualquier nuevo presidente de este consejo de administración, el rocío de la mañana debería ser un cortafuegos. Para unir y no separar, para ganar en resumen, la palabra y la espina en ambas manos.
Salvador Alís.
sábado, 7 de enero de 2017
SONETO DE LA ROSA Y LA ESPINA
SONETO DE LA ROSA Y LA ESPINA
Comienza como un soneto, pero luego se convierte en otra cosa.
La atención puede alterarse,
el sentido de la rima y el empeño en contar las sílabas
(como si las sílabas fueran anillos de serpiente).
¿Por qué en mi juventud ya lejana
fui capaz de escribir varios sonetos y ahora no?
¿Ya no te atreves a contar sílabas,
cuando has encontrado el verdadero sentido de la rima?
Los dos primeros versos de tu soneto
eran endecasílabos, 22 sílabas pensadas y olvidadas,
22 sílabas que se extraen una a una del mar profundo
de los recuerdos y se presentan aquí.
Al / i / gual / que / la / ro/ sa / ya / cre/ ci/ da,
lu / ce el / a / mor / su / co/ llar / de / es / pi / nas.
Este soneto deslavazado quizá quiera unirse en una sola pieza.
Decir que el soneto se escribe a sí mismo y se escribe para ella
(que fue el capullo, la flor, la espina).
Decir que al amor es la tinta que no se agota.
Al igual que la rosa ya crecida,
luce al amor su collar de espinas.
Del cerrado capullo, la bella flor;
inaccesible su intocable tallo.
Rosa y vida duran lo que dura el sol,
el instante de la verdad y el fallo.
Mas conservo una rosa encendida,
una estrella plena ante la vista.
Esa estrella, sol, verdad o negación,
eres tú y es la rosa. Soy la piedra
y el jardinero que usa la tijera.
Como piedra a tus pies, soy el que sueña;
soy lo que no cambia, lo que se piensa.
Mi tijera se llama Afirmación.
Salvador Alís.
Comienza como un soneto, pero luego se convierte en otra cosa.
La atención puede alterarse,
el sentido de la rima y el empeño en contar las sílabas
(como si las sílabas fueran anillos de serpiente).
¿Por qué en mi juventud ya lejana
fui capaz de escribir varios sonetos y ahora no?
¿Ya no te atreves a contar sílabas,
cuando has encontrado el verdadero sentido de la rima?
Los dos primeros versos de tu soneto
eran endecasílabos, 22 sílabas pensadas y olvidadas,
22 sílabas que se extraen una a una del mar profundo
de los recuerdos y se presentan aquí.
Al / i / gual / que / la / ro/ sa / ya / cre/ ci/ da,
lu / ce el / a / mor / su / co/ llar / de / es / pi / nas.
Este soneto deslavazado quizá quiera unirse en una sola pieza.
Decir que el soneto se escribe a sí mismo y se escribe para ella
(que fue el capullo, la flor, la espina).
Decir que al amor es la tinta que no se agota.
Al igual que la rosa ya crecida,
luce al amor su collar de espinas.
Del cerrado capullo, la bella flor;
inaccesible su intocable tallo.
Rosa y vida duran lo que dura el sol,
el instante de la verdad y el fallo.
Mas conservo una rosa encendida,
una estrella plena ante la vista.
Esa estrella, sol, verdad o negación,
eres tú y es la rosa. Soy la piedra
y el jardinero que usa la tijera.
Como piedra a tus pies, soy el que sueña;
soy lo que no cambia, lo que se piensa.
Mi tijera se llama Afirmación.
Salvador Alís.
jueves, 5 de enero de 2017
EL REGALO NO ESPERADO
EL REGALO NO ESPERADO
Hoy, 5 de enero de 2017, me he regalado a mí mismo el libro de los Aforismos de Ludwig Wittgenstein (Austral. Espasa. 2014). Pero este regalo quisiera compartirlo. Nada más fácil que citar aquí algunas de sus líneas, al azar.
1. "La alegría por mis pensamientos es la alegría por mi propia y extraña vida. ¿Es alegría vital?"
2. "No puedes no querer renunciar a la mentira y decir la verdad."
3. "Los animales acuden al oír su nombre. Lo mismo que los hombres."
4. "Si un pensamiento equivocado se expresa de modo audaz y claro, ya se ha ganado mucho."
5. "Debes aceptar las faltas de tu propio estilo. Casi como los defectos del propio rostro."
6. "¿Es en el sentido de la creencia en el demonio que no todo lo que nos viene como una inspiración es bueno?"
7. "En los valles de la tontería crece para el filósofo más hierba que en las desnudas cumbres de la prudencia."
8. "Negar la responsabilidad significa no educar a los hombres para la responsabilidad."
9. "Es increíble lo que ayuda un nuevo cajón en el lugar adecuado de nuestro archivo."
10. "Nada es tan difícil como no engañarse."
11. "En un solo día pueden vivirse los terrores del infierno; hay tiempo suficiente para ello."
12. "Yo debo ser sólo el espejo en el que mi lector vea su propio pensamiento con todas sus deformaciones y con esta ayuda pueda corregirlas."
13. "El pensador se parece mucho al delineante que quiere marcar todas las conexiones."
14. "Mi ideal es una cierta indiferencia. Un templo que sirva de contorno a las pasiones, sin mezclarse con ellas."
15. "Cuando pensamos en el futuro del mundo, nos referimos siempre al lugar en que estará si sigue el camino que lo vemos seguir ahora, y no pensamos que no sigue un camino recto sino curvo y que cambia constantemente su dirección."
16. "Lo que has logrado no puede valer para otros más que para ti. Lo que te haya costado, eso pagarán."
17. "También los pensamientos caen a veces inmaduros del árbol."
18. "Con este trabajo me sucede lo que nos sucede cuando nos esforzamos inútilmente por recordar un nombre; nos decimos <<Piensa en otra cosa, ya se te ocurrirá>> -y así he tenido que pensar una y otra vez en otra cosa, para que se me ocurriera aquello que tanto había buscado."
19. "¿Por qué se mueve el alma por pensamientos vanos, cuando son precisamente vanos? Bien, es movida por ellos. (¿Cómo puede mover el viento al árbol, cuando no es más que aire? Bien, lo mueve; no lo olvides.)"
20. "Con frecuencia, decir la verdad es sólo un poco más incómodo que decir una mentira; más o menos tan difícil como tomar café amargo y no dulce; y sin embargo me inclino fuertemente a decir la mentira."
21. "No exijas demasiado y no temas que tu justa exigencia se disuelva en nada."
22. "Lo que tomas por un regalo, es un problema que debes solucionar."
23. "Palabras son hechos."
24. "Lo que el lector también puede, déjaselo a él."
Los aforismos que siguen provienen de cosecha propia. Las semillas me fueron regaladas. Pero hoy, 5 de enero de 2017, quisiera a mi vez regalar las semillas y los aforismos. No basta una maceta rebosante de tierra fértil, aunque bastaría un poco de tierra entre las juntas de dos tejas, dos baldosas, dos adoquines... No importa de qué se trate, sino más bien de lo que separa.
1. Cuando uno se asoma a un espejo y ve a un maestro, el maestro puede asustarle a uno y, en consecuencia, el espejo puede romperse.
2. Tocas la campana para que acuda alguien, y ese alguien que acude es tu asesino. Tú no eres Wittgenstein, tampoco el que toca la campana ni el que se apresura.
3. Deja que las palabras sucedan a las palabras. La sucesión es inevitable.
4. No deseo un lector que comprenda. La enseñanza de la lectura no tendría sentido.
5. No escribes para ser comprendido. Escribes para ser ignorado, odiado, repudiado, maldecido, pues la incomprensión es tierra fértil donde crecen visiones y flores cuyo aroma desmaya.
6. Salir de este sueño cuesta la mañana; avanzar en este día cuesta la tarde; la noche es un regalo para clientes asiduos.
7. El más genial de los pintores sería aquel que se atreviera a cubrir de blanco las obras maestras de la pintura y escribir sobre ellas sus imágenes convertidas en palabras.
8. Una palabra no dice mucho de quien la escribe. La intención es lo que importa.
9. Cuando las palabras poseen al hablante, el que habla no mueve los labios.
10. Este pájaro en este árbol. Ya lo hiciste caer.
11. Tu perro-león, abandonado en otra isla, y según su esperanza de vida, ya habrá muerto hace años. La pregunta que importa es ¿dónde estará enterrado?
12. Y los gatos que ya se fueron (y todavía se recuerdan), ¿desde qué lugar reclamarán caricias?
13. La amistad que, por puro cansancio, no se soporta a sí misma, ¿cómo va a soportar a sus amigos?
14. No hay amistad que no perdure si se la fuerza al olvido.
15. No hay amistad, relación, amor, que no sea vencida por su propia intensidad.
16, El tiempo, el gran maestro y el espejo, carecen de paciencia. De ahí la brevedad de mis palabras, acortándose mientras se escriben, porque la tinta se agota.
17. El frío te estimula. Bienvenido sea el frío.
18. El veneno que te mata, al mismo tiempo te divide, multiplica y acelera. Bienvenido sea.
19. Sabes que mañana será un día negro, y te empeñas en pintarlo de colores.
20. Lo que aprendiste, sobre lo aprendido, es que no hay vuelta atrás. Quienes se detuvieron en el camino no han aprendido nada. El camino no se hace para los que andan y se detienen a pensar en el camino.
21. Nací antes de nacer y mi nombre ya fue usado.
22. La lógica es tu mapa; la intuición es tu brújula. Entre mapa y brújula hay una contradicción, un error insobornable, una diferencia que no se deja interpretar.
23. Tú no eres Wittgenstein, ni soñarlo. Wittgenstein te imita.
24. El imitador del imitador, ¿es real o simplemente un regalo no esperado?
Salvador Alís,
Hoy, 5 de enero de 2017, me he regalado a mí mismo el libro de los Aforismos de Ludwig Wittgenstein (Austral. Espasa. 2014). Pero este regalo quisiera compartirlo. Nada más fácil que citar aquí algunas de sus líneas, al azar.
1. "La alegría por mis pensamientos es la alegría por mi propia y extraña vida. ¿Es alegría vital?"
2. "No puedes no querer renunciar a la mentira y decir la verdad."
3. "Los animales acuden al oír su nombre. Lo mismo que los hombres."
4. "Si un pensamiento equivocado se expresa de modo audaz y claro, ya se ha ganado mucho."
5. "Debes aceptar las faltas de tu propio estilo. Casi como los defectos del propio rostro."
6. "¿Es en el sentido de la creencia en el demonio que no todo lo que nos viene como una inspiración es bueno?"
7. "En los valles de la tontería crece para el filósofo más hierba que en las desnudas cumbres de la prudencia."
8. "Negar la responsabilidad significa no educar a los hombres para la responsabilidad."
9. "Es increíble lo que ayuda un nuevo cajón en el lugar adecuado de nuestro archivo."
10. "Nada es tan difícil como no engañarse."
11. "En un solo día pueden vivirse los terrores del infierno; hay tiempo suficiente para ello."
12. "Yo debo ser sólo el espejo en el que mi lector vea su propio pensamiento con todas sus deformaciones y con esta ayuda pueda corregirlas."
13. "El pensador se parece mucho al delineante que quiere marcar todas las conexiones."
14. "Mi ideal es una cierta indiferencia. Un templo que sirva de contorno a las pasiones, sin mezclarse con ellas."
15. "Cuando pensamos en el futuro del mundo, nos referimos siempre al lugar en que estará si sigue el camino que lo vemos seguir ahora, y no pensamos que no sigue un camino recto sino curvo y que cambia constantemente su dirección."
16. "Lo que has logrado no puede valer para otros más que para ti. Lo que te haya costado, eso pagarán."
17. "También los pensamientos caen a veces inmaduros del árbol."
18. "Con este trabajo me sucede lo que nos sucede cuando nos esforzamos inútilmente por recordar un nombre; nos decimos <<Piensa en otra cosa, ya se te ocurrirá>> -y así he tenido que pensar una y otra vez en otra cosa, para que se me ocurriera aquello que tanto había buscado."
19. "¿Por qué se mueve el alma por pensamientos vanos, cuando son precisamente vanos? Bien, es movida por ellos. (¿Cómo puede mover el viento al árbol, cuando no es más que aire? Bien, lo mueve; no lo olvides.)"
20. "Con frecuencia, decir la verdad es sólo un poco más incómodo que decir una mentira; más o menos tan difícil como tomar café amargo y no dulce; y sin embargo me inclino fuertemente a decir la mentira."
21. "No exijas demasiado y no temas que tu justa exigencia se disuelva en nada."
22. "Lo que tomas por un regalo, es un problema que debes solucionar."
23. "Palabras son hechos."
24. "Lo que el lector también puede, déjaselo a él."
Los aforismos que siguen provienen de cosecha propia. Las semillas me fueron regaladas. Pero hoy, 5 de enero de 2017, quisiera a mi vez regalar las semillas y los aforismos. No basta una maceta rebosante de tierra fértil, aunque bastaría un poco de tierra entre las juntas de dos tejas, dos baldosas, dos adoquines... No importa de qué se trate, sino más bien de lo que separa.
1. Cuando uno se asoma a un espejo y ve a un maestro, el maestro puede asustarle a uno y, en consecuencia, el espejo puede romperse.
2. Tocas la campana para que acuda alguien, y ese alguien que acude es tu asesino. Tú no eres Wittgenstein, tampoco el que toca la campana ni el que se apresura.
3. Deja que las palabras sucedan a las palabras. La sucesión es inevitable.
4. No deseo un lector que comprenda. La enseñanza de la lectura no tendría sentido.
5. No escribes para ser comprendido. Escribes para ser ignorado, odiado, repudiado, maldecido, pues la incomprensión es tierra fértil donde crecen visiones y flores cuyo aroma desmaya.
6. Salir de este sueño cuesta la mañana; avanzar en este día cuesta la tarde; la noche es un regalo para clientes asiduos.
7. El más genial de los pintores sería aquel que se atreviera a cubrir de blanco las obras maestras de la pintura y escribir sobre ellas sus imágenes convertidas en palabras.
8. Una palabra no dice mucho de quien la escribe. La intención es lo que importa.
9. Cuando las palabras poseen al hablante, el que habla no mueve los labios.
10. Este pájaro en este árbol. Ya lo hiciste caer.
11. Tu perro-león, abandonado en otra isla, y según su esperanza de vida, ya habrá muerto hace años. La pregunta que importa es ¿dónde estará enterrado?
12. Y los gatos que ya se fueron (y todavía se recuerdan), ¿desde qué lugar reclamarán caricias?
13. La amistad que, por puro cansancio, no se soporta a sí misma, ¿cómo va a soportar a sus amigos?
14. No hay amistad que no perdure si se la fuerza al olvido.
15. No hay amistad, relación, amor, que no sea vencida por su propia intensidad.
16, El tiempo, el gran maestro y el espejo, carecen de paciencia. De ahí la brevedad de mis palabras, acortándose mientras se escriben, porque la tinta se agota.
17. El frío te estimula. Bienvenido sea el frío.
18. El veneno que te mata, al mismo tiempo te divide, multiplica y acelera. Bienvenido sea.
19. Sabes que mañana será un día negro, y te empeñas en pintarlo de colores.
20. Lo que aprendiste, sobre lo aprendido, es que no hay vuelta atrás. Quienes se detuvieron en el camino no han aprendido nada. El camino no se hace para los que andan y se detienen a pensar en el camino.
21. Nací antes de nacer y mi nombre ya fue usado.
22. La lógica es tu mapa; la intuición es tu brújula. Entre mapa y brújula hay una contradicción, un error insobornable, una diferencia que no se deja interpretar.
23. Tú no eres Wittgenstein, ni soñarlo. Wittgenstein te imita.
24. El imitador del imitador, ¿es real o simplemente un regalo no esperado?
Salvador Alís,
EL REY MAGO
EL REY MAGO
Para contradecir al rey mago, en primer lugar hay que imaginarlo.
El rey mago dice que algunas mujeres hacen infelices (sin dejar al mismo tiempo de ser amadas) a algunos hombres: unas porque los abandonaron, otras porque rompieron el malentendido compromiso de la fidelidad, otras porque están enfermas, otras por malvadas, otras por ser demasiado complacientes, otras por su afán de poseer.
Lo mismo puede decirse de hombres respecto a hombres (y mujeres) y de mujeres respecto a mujeres. Se pueden variar las formas y razones, pero eso no significa que el rey mago se equivoque.
El rey mago de la infancia, por el contrario, se equivocaba sin dudarlo. Jamás le escribí una carta (no me facilitaron su dirección) y en contadas ocasiones me dejó algo que pueda considerarse un verdadero juguete.
Entonces era infrecuente que un juguete se pudiera comprar o regalar a un niño. Los juguetes se construían (por los niños y a veces por los adultos).
Mi rey mago, sin que yo se lo pidiera y defraudando mis ilusiones, me traía casi siempre cuadernos de cálculo y escritura, lápices negros y de colores, un compás, un libro de oraciones y otros artículos de papelería. Especialmente no recuerdo un álbum de dibujo, unos pinceles y tubos de pintura. Regalos así tuve que hacérmelos yo mismo.
Mi rey mago de la infancia me regaló algún juguete cuya mejor virtud era la inutilidad. Por ejemplo el gladiador y la escopeta.
El gladiador era un conjunto de tres piezas de plástico gris: una corta espada, un casco que a la vez era una máscara y un escudo redondo en cuyo centro en relieve sobresalía una pequeña cabeza de león dorada. No servía para luchar puesto que no había con quien luchar, aunque me desahogaba haciendo frente a mi sombra en la terraza de la casa con vistas al castillo.
La escopeta, tan inútil como el gladiador, tampoco proporcionaba ningún goce. Los tapones de corcho que disparaba (por un mecanismo de muelle comprimido y descomprimido) eran débiles y lentos, alcanzaban una corta distancia, no mataban ni a una mosca.
A los verdaderos oponentes no podía uno desafiarlos con esas armas, esos juguetes.
De ahí que quizá acabara yo construyendo juguetes y armas con palabras.
Cuando yo mismo me convertí en mi propio rey mago, lo primero que hice fue regalarme algo inútil: unas fantásticas botas altas de cuero, hebillas y cremalleras, para conducir motocicletas. Como eran muy caras y llamaban mucho la atención, no tardé en desprenderme de ellas -rebajando su valor.
Desde el momento en que algo se compra (y se regala) ya vale menos que antes de ser comprado. Y puede suceder al contrario, que algo no comprado (regalado o no) aumente su valor.
De vez en cuando (y sin que yo mismo le encuentre explicación) me hago regalos, ejerzo de rey mago y de niño: una cabeza de gato, un libro, una botella de vino, un viaje, quince minutos de meditación, un largo paseo, una imágen pornográfica, la copia de un cuadro, una postal antigua, una carta sin abrir...
Esos regalos me hacen bien y me hacen mal; me hacen vivir y al mismo tiempo me destruyen.
Por contradecir al rey mago en su primera afirmación ("algunas mujeres hacen infelices a algunos hombres", etcétera), diré que voy a hacer lo posible e imposible (el deseo de hacer más) para que las mujeres de mi vida (las que conmigo comparten sus vidas y yo con ellas comparto la mía) sean felices.
La felicidad como consecuencia y también como causa.
Ahora que lo pienso, no recuerdo si el rey mago de mi infancia era blanco, negro u oriental (o de qué color era).
Un rey mago severo no dará todo lo que puede dar de sí; no abrirá los sobres, no responderá a las cartas. Semejante a un rey de madera en un tablero, delegará en su reina la defensa y en sus peones el ataque. Pero la reina, con su deslizamiento de cobra, se desplazará entre las fichas y morderá con su veneno cuando llegue el momento.
Es el riesgo de vivir y creer todavía que un rey mago cumplirá tus deseos.
Salvador Alís.
Para contradecir al rey mago, en primer lugar hay que imaginarlo.
El rey mago dice que algunas mujeres hacen infelices (sin dejar al mismo tiempo de ser amadas) a algunos hombres: unas porque los abandonaron, otras porque rompieron el malentendido compromiso de la fidelidad, otras porque están enfermas, otras por malvadas, otras por ser demasiado complacientes, otras por su afán de poseer.
Lo mismo puede decirse de hombres respecto a hombres (y mujeres) y de mujeres respecto a mujeres. Se pueden variar las formas y razones, pero eso no significa que el rey mago se equivoque.
El rey mago de la infancia, por el contrario, se equivocaba sin dudarlo. Jamás le escribí una carta (no me facilitaron su dirección) y en contadas ocasiones me dejó algo que pueda considerarse un verdadero juguete.
Entonces era infrecuente que un juguete se pudiera comprar o regalar a un niño. Los juguetes se construían (por los niños y a veces por los adultos).
Mi rey mago, sin que yo se lo pidiera y defraudando mis ilusiones, me traía casi siempre cuadernos de cálculo y escritura, lápices negros y de colores, un compás, un libro de oraciones y otros artículos de papelería. Especialmente no recuerdo un álbum de dibujo, unos pinceles y tubos de pintura. Regalos así tuve que hacérmelos yo mismo.
Mi rey mago de la infancia me regaló algún juguete cuya mejor virtud era la inutilidad. Por ejemplo el gladiador y la escopeta.
El gladiador era un conjunto de tres piezas de plástico gris: una corta espada, un casco que a la vez era una máscara y un escudo redondo en cuyo centro en relieve sobresalía una pequeña cabeza de león dorada. No servía para luchar puesto que no había con quien luchar, aunque me desahogaba haciendo frente a mi sombra en la terraza de la casa con vistas al castillo.
La escopeta, tan inútil como el gladiador, tampoco proporcionaba ningún goce. Los tapones de corcho que disparaba (por un mecanismo de muelle comprimido y descomprimido) eran débiles y lentos, alcanzaban una corta distancia, no mataban ni a una mosca.
A los verdaderos oponentes no podía uno desafiarlos con esas armas, esos juguetes.
De ahí que quizá acabara yo construyendo juguetes y armas con palabras.
Cuando yo mismo me convertí en mi propio rey mago, lo primero que hice fue regalarme algo inútil: unas fantásticas botas altas de cuero, hebillas y cremalleras, para conducir motocicletas. Como eran muy caras y llamaban mucho la atención, no tardé en desprenderme de ellas -rebajando su valor.
Desde el momento en que algo se compra (y se regala) ya vale menos que antes de ser comprado. Y puede suceder al contrario, que algo no comprado (regalado o no) aumente su valor.
De vez en cuando (y sin que yo mismo le encuentre explicación) me hago regalos, ejerzo de rey mago y de niño: una cabeza de gato, un libro, una botella de vino, un viaje, quince minutos de meditación, un largo paseo, una imágen pornográfica, la copia de un cuadro, una postal antigua, una carta sin abrir...
Esos regalos me hacen bien y me hacen mal; me hacen vivir y al mismo tiempo me destruyen.
Por contradecir al rey mago en su primera afirmación ("algunas mujeres hacen infelices a algunos hombres", etcétera), diré que voy a hacer lo posible e imposible (el deseo de hacer más) para que las mujeres de mi vida (las que conmigo comparten sus vidas y yo con ellas comparto la mía) sean felices.
La felicidad como consecuencia y también como causa.
Ahora que lo pienso, no recuerdo si el rey mago de mi infancia era blanco, negro u oriental (o de qué color era).
Un rey mago severo no dará todo lo que puede dar de sí; no abrirá los sobres, no responderá a las cartas. Semejante a un rey de madera en un tablero, delegará en su reina la defensa y en sus peones el ataque. Pero la reina, con su deslizamiento de cobra, se desplazará entre las fichas y morderá con su veneno cuando llegue el momento.
Es el riesgo de vivir y creer todavía que un rey mago cumplirá tus deseos.
Salvador Alís.
martes, 3 de enero de 2017
LA CAJA VACÍA (SEGUNDA PARTE)
LA CAJA VACÍA (SEGUNDA PARTE)
Imaginen una caja vacía, cerrada herméticamente, que da vueltas en el espacio alrededor de una estrella o planeta, como una pequeña luna cúbica.
Es evidente que esa caja puede contener algunas cosas y otras no. Puede contener, por ejemplo, un sistema filosófico completo y definitivo, que reduzca por comparación a todos los sistemas filosóficos conocidos a meros balbuceos (palabras inconexas que no significan nada ni dicen nada ni aclaran nada).
Puede contener una ley universal que aglutine y supere todas las leyes conocidas. Pero no puede contener, de ninguna manera, solamente un ruido.
Un ruido no puede encerrarse en una caja hermética. Un ruido, para serlo, para tener existencia, necesita una causa generadora, una fuente, y también necesita ser escuchado. Si nadie escucha, el ruido no es. Si nada lo produce, no se da y, por tanto, no existe.
Un personaje público puede ser metido en una caja porque en ese momento es mediático. Un personaje histórico, porque es admirado o repudiado. Un conjunto de personas relacionadas puede ser metido en una caja porque eso responde a ciertos intereses. La claustrofobia es un arma que disocia, separa a una idea de otra, las hace chocar entre sí.
Ahora imaginen dos cajas vacías cuyas órbitas se cruzaran y las hicieran coincidir en un punto exacto del espacio y del tiempo ¿Produciría la colisión algún ruido; se produciría sólo en el exterior o también en el interior de las cajas?
¿Es posible el ruido en el vacío? ¿Qué alcance tienen las ondas sonoras, hasta dónde llegan o podrían llegar en determinas situaciones, qué las detiene?
Esas posibles ondas sonoras, ¿atraviesan los obstáculos, pierden intensidad, se desvían de su trayectoria ante ciertos estímulos? Esas ondas sonoras imaginables, ¿a qué velocidad se mueven, cuál es su frecuencia?
Entro y salgo de mi caja cuando me apetece, y en ella alzo la voz o guardo silencio. Lo que ocurre en mi caja sólo a mí me incumbe. Esa caja única, que me pertenece, no tiene puerta ni aberturas y se llama consciencia. Dentro de ella hay otras cajas: la inconsciente, la inversa, la que ni siquiera da vueltas (no gira en el espacio) pues se ha detenido en un lugar equidistante entre dos estrellas (sin ser afectada por las fuerzas de gravedad de una ni de otra), la caja que, estando dentro, está fuera igualmente y es, al mismo tiempo, continente y contenido... Y así cajas y más cajas hasta un número inconcebible e indeterminado.
Entrar y salir de las cajas no es tarea cómoda; a veces tampoco es gratificante. ¿Es necesario?
A nadie exijo que entre en mi caja, lo que, por otra parte, es imposible. Pero la curiosidad de algunos me hace sospechar que están atentos a cualquier ruido.
Si el ruido no tiene razón para ser melodía, ¿qué esperan escuchar?
Si en la caja hay palabras, en las palabras hay música.
Si en la caja hay música, hay instrumentos.
Si hay instrumentos, hay percusión (y hasta repercusión y eco), hay cuerdas, hay vientos.
Uno puede entrar en una caja, atravesar un espacio-tiempo acústico, y salir por otra caja distante o muy distante de la primera.
Alguien me dice que una caja debería preocuparse solamente por lo que ella contiene y no por el contenido de otras cajas. El nombre de esa caja es resignación. Otro sentido de la justicia es saber que uno no está solo en su caja sino que comparte el espacio vital, el hermetismo, de otras cajas.
Un mago cualquiera puede entrar en una caja -silencio y expectación- y, al abrirse de nuevo la caja, el mago ya no está, ha desaparecido. Esa cualidad de las cajas mágicas maravilla a muchos y es entendida por pocos.
El efecto de asombro se incrementa mediante la manipulación de luces. Se juega con ellas: algunas se atenúan, se apagan, se encienden, amplifican su brillo o ciegan.
Cada mago de tres al cuarto (o de pocas luces) habla estando ausente de su caja. Todas las voces mezcladas son ruido que no se oye.
Únicamente el que presenta el espectáculo consigue ordenar el desorden sonoro, presentarse a sí mismo, presentar al farsante, anunciar el número, solicitar aplausos. Pero los aplausos solos (como el ruido), sin sus correspondientes manos, no se pueden encerrar en una caja vacía.
Cuando quiero descansar de los dioses y de los magos de mala suerte, entro en la caja de cartón de mis gatas. En ella no me afectan augurios de ninguna clase; adopto la posición del gato y su punto de vista: la caja vacía no existe, es una simple construcción mental.
¿Hay (o puede haber o concebirse) cajas espías, cajas que ocultan en su interior no hermético, grabadoras de alta potencia y largo alcance?
¿Hay cajas vigilantes, cajas infiltradas en otras cajas con ojos fieles que repiten ante su amo lo visto y no aprendido?
¿Hay una caja que todo lo ve, al otro lado del espejo?
Una caja hermética, sellada, vacía, cuyas paredes constituyentes fueran espejos, ¿qué reflejaría sino sus propios ángulos?
Un ángulo lo forman al menos dos líneas, dos planos que se cortan o interrumpen al encontrarse.
Mi caja nocturna y mi caja diurna. Mi caja lenta y mi caja veloz. Mi caja de vida y mi caja de muerte. Mi caja que sabe y mi caja que ignora. Mi caja parlante. Mi caja que hoy -3 de enero de 2017- enmudece.
Mi caja pintada y mi caja por pintarse. Mi caja hecha y mi caja que se deshace.
De repente -y para finalizar- Sombra le da un tremendo zarpazo a la caja de cartón. Nube muerde sus bordes para agrandar los agujeros. Y Lolita contempla desde una distancia prudencial las acciones relatadas, como si nada le incumbiera, ajena y mayestática (diosa blanca siempre junto a mí), la más temible de las diosas, aquella que jamás tiene necesidad de mostrar sus garras.
Una caja que apenas fue consciente de ser caja hace treinta segundos, pretende ser LA CAJA.
Una CAJA envejecida prematuramente y ya derrotada no es capaz de escapar de LA CAJA mayor que la contiene y, tal como se ve, la asfixia sin contemplaciones.
Una CAJA llena de fuerza motriz es un regalo cuyo lazo ato y desato.
Rompo LA CAJA que encierra MI CAJA entre sus espejos y me ofrezco como fragmento entre fragmentos.
Y si alguien pretendiera saber qué demonios encierra esta caja vacía, la recomendación más sensata es que escuche (con los oídos y con los ojos) la canción hasta el final. La cantante desnuda sale de su caja para complacer.
Pero si ustedes no salen de sus cajas por miedo a ser complacidos -o por esa complacencia inherente a su actitud-, ese no es mi problema, es el suyo.
Quizá la responsabilidad de una caja vacía, herméticamente cerrada y sellada y aislada, sea obedecer fuerzas y fórmulas cuya ecuación es igual a cero.
Sin el cero nada es posible en nuestro sistema, epopeya, mito, batallas perdidas y ganadas, laberintos y circos, danzas de difuntos y bailes de esqueletos.
El sicario acaricia una pistola que no tiene, con la que sueña. Pero mi ángel de la guarda hace ya tiempo que me regaló una pluma estilográfica.
Una playa vacía, de arena dorada y cantos rodados y cochas de nácar vencidas, una playa así, no la contiene ninguna caja. ¿No existe caja que la contenga o no existe la playa?
La noche es una caja perfecta cuando la oscuridad no tiene fisuras.
Imaginen que en este escenario las cajas fueran esferas, algo semejante a una mesa de billar y sus bolas numeradas, la blanca y la negra. El impulso de mi taco, cuya punta recubrí con tiza, orienta a cada bola a su agujero. Y Lolita contempla las acciones relatadas.
El fabricante de cajas -puedo decirlo- está orgulloso de su aprendiz. El maestro sospecha que pronto será superado por su alumno. De ahí su satisfacción, pues nada desea más el maestro que ser relevado por el alumno, preparado ya para la sustitución.
Te doy mi caja de JUSTICIA. Es una caja que no se debe abrir, mas se debe respetar. Si la abres, no la entiendes; aléjate de ella y lo comprenderás.
Abro una caja al azar y encuentro un hacha; en otra, un libro de poemas; en otra, un dibujo o una pintura que da miedo mirar. Hacha, poema y pintura, ¿qué representan?
Pongo todas mis fichas sobre la mesa y apuesto para ganar o perder. En realidad no tengo nada que perder, por eso tú arriesgas más que yo. ¿De verdad quieres apostar conmigo?
Cuando tú naciste en tu caja, yo en la mía ya había perdido sumas considerables. Acostumbrado, pues, a perder, ¿cuál es tu reto?
Si miro mi ombligo sólo veo una oquedad, ¿acaso tú, contemplando tu ombligo, ves una caja fuerte cuya combinación sólo a ti ha sido revelada?
Hace tiempo que mis risas fueron capturadas por LA CAJA DE LA RISA. Permite que me ría como debo reírme. Me quito la ropa y los disfraces para estar menos contenido en mi caja. Y tú, ¿qué haces mientras tanto? ¿Cuál es tu disfraz, cuál es tu juego?
Abro una caja al azar y de ella surge mi pasado. Mi caja de futuro fue abierta hace ya tanto tiempo...
Ni tú ni nadie podéis decirme impunemente que habéis llegado donde yo he llegado. Contente todavía, no pretendas saber más de lo que sabes. Te queda tanto por aprender...
Si lo que buscas es algún tipo de sabiduría, en primer lugar coge la escoba y barre la estancia y la puerta de la estancia y el camino que lleva a la estancia...
Es el dominio del gato y el gato adora la limpieza.
En el inmenso cielo que contiene nuestras cajas, un ángel (una luz) trasmite las palabras y otro ángel (otra luz) las imprime. Los lectores se chupan el dedo para pasar las páginas.
A pesar de tus cajas eres más inteligente de lo que supones, más libre de lo que imaginas. No yo, sino tú; no tú, sino yo.
¿Qué sostiene al corredor de fondo, sus pulmones o sus avales?
¿Nos ponemos de acuerdo antes de hablar o hablamos para llegar al acuerdo o al desacuerdo? Está en tu mano. Mis cartas están echadas. Nada ocultan. Mi vida va con mi apuesta. ¿Apuestas la tuya en esta partida?
La caja que contiene un mecanismo hacedor de palabras se abre o no se abre según le convenga; cajas sin nada que ofrecer opinan lo que opinan.
Señalada por el foco de atención, Amanda Palmer abre su caja para ese foco de atención. Si no sabes quién es Amanda Palmer, no eres el único. Pero escucha con atención,
Encerrado en el vacío perfecto de una caja hermética, ¿qué puedes escuchar?
Espejos reflejan espejos.
La primera parte expone un tema; la segunda, lo cuestiona; la tercera es imprevisible.
Salvador Alís.
Imaginen una caja vacía, cerrada herméticamente, que da vueltas en el espacio alrededor de una estrella o planeta, como una pequeña luna cúbica.
Es evidente que esa caja puede contener algunas cosas y otras no. Puede contener, por ejemplo, un sistema filosófico completo y definitivo, que reduzca por comparación a todos los sistemas filosóficos conocidos a meros balbuceos (palabras inconexas que no significan nada ni dicen nada ni aclaran nada).
Puede contener una ley universal que aglutine y supere todas las leyes conocidas. Pero no puede contener, de ninguna manera, solamente un ruido.
Un ruido no puede encerrarse en una caja hermética. Un ruido, para serlo, para tener existencia, necesita una causa generadora, una fuente, y también necesita ser escuchado. Si nadie escucha, el ruido no es. Si nada lo produce, no se da y, por tanto, no existe.
Un personaje público puede ser metido en una caja porque en ese momento es mediático. Un personaje histórico, porque es admirado o repudiado. Un conjunto de personas relacionadas puede ser metido en una caja porque eso responde a ciertos intereses. La claustrofobia es un arma que disocia, separa a una idea de otra, las hace chocar entre sí.
Ahora imaginen dos cajas vacías cuyas órbitas se cruzaran y las hicieran coincidir en un punto exacto del espacio y del tiempo ¿Produciría la colisión algún ruido; se produciría sólo en el exterior o también en el interior de las cajas?
¿Es posible el ruido en el vacío? ¿Qué alcance tienen las ondas sonoras, hasta dónde llegan o podrían llegar en determinas situaciones, qué las detiene?
Esas posibles ondas sonoras, ¿atraviesan los obstáculos, pierden intensidad, se desvían de su trayectoria ante ciertos estímulos? Esas ondas sonoras imaginables, ¿a qué velocidad se mueven, cuál es su frecuencia?
Entro y salgo de mi caja cuando me apetece, y en ella alzo la voz o guardo silencio. Lo que ocurre en mi caja sólo a mí me incumbe. Esa caja única, que me pertenece, no tiene puerta ni aberturas y se llama consciencia. Dentro de ella hay otras cajas: la inconsciente, la inversa, la que ni siquiera da vueltas (no gira en el espacio) pues se ha detenido en un lugar equidistante entre dos estrellas (sin ser afectada por las fuerzas de gravedad de una ni de otra), la caja que, estando dentro, está fuera igualmente y es, al mismo tiempo, continente y contenido... Y así cajas y más cajas hasta un número inconcebible e indeterminado.
Entrar y salir de las cajas no es tarea cómoda; a veces tampoco es gratificante. ¿Es necesario?
A nadie exijo que entre en mi caja, lo que, por otra parte, es imposible. Pero la curiosidad de algunos me hace sospechar que están atentos a cualquier ruido.
Si el ruido no tiene razón para ser melodía, ¿qué esperan escuchar?
Si en la caja hay palabras, en las palabras hay música.
Si en la caja hay música, hay instrumentos.
Si hay instrumentos, hay percusión (y hasta repercusión y eco), hay cuerdas, hay vientos.
Uno puede entrar en una caja, atravesar un espacio-tiempo acústico, y salir por otra caja distante o muy distante de la primera.
Alguien me dice que una caja debería preocuparse solamente por lo que ella contiene y no por el contenido de otras cajas. El nombre de esa caja es resignación. Otro sentido de la justicia es saber que uno no está solo en su caja sino que comparte el espacio vital, el hermetismo, de otras cajas.
Un mago cualquiera puede entrar en una caja -silencio y expectación- y, al abrirse de nuevo la caja, el mago ya no está, ha desaparecido. Esa cualidad de las cajas mágicas maravilla a muchos y es entendida por pocos.
El efecto de asombro se incrementa mediante la manipulación de luces. Se juega con ellas: algunas se atenúan, se apagan, se encienden, amplifican su brillo o ciegan.
Cada mago de tres al cuarto (o de pocas luces) habla estando ausente de su caja. Todas las voces mezcladas son ruido que no se oye.
Únicamente el que presenta el espectáculo consigue ordenar el desorden sonoro, presentarse a sí mismo, presentar al farsante, anunciar el número, solicitar aplausos. Pero los aplausos solos (como el ruido), sin sus correspondientes manos, no se pueden encerrar en una caja vacía.
Cuando quiero descansar de los dioses y de los magos de mala suerte, entro en la caja de cartón de mis gatas. En ella no me afectan augurios de ninguna clase; adopto la posición del gato y su punto de vista: la caja vacía no existe, es una simple construcción mental.
¿Hay (o puede haber o concebirse) cajas espías, cajas que ocultan en su interior no hermético, grabadoras de alta potencia y largo alcance?
¿Hay cajas vigilantes, cajas infiltradas en otras cajas con ojos fieles que repiten ante su amo lo visto y no aprendido?
¿Hay una caja que todo lo ve, al otro lado del espejo?
Una caja hermética, sellada, vacía, cuyas paredes constituyentes fueran espejos, ¿qué reflejaría sino sus propios ángulos?
Un ángulo lo forman al menos dos líneas, dos planos que se cortan o interrumpen al encontrarse.
Mi caja nocturna y mi caja diurna. Mi caja lenta y mi caja veloz. Mi caja de vida y mi caja de muerte. Mi caja que sabe y mi caja que ignora. Mi caja parlante. Mi caja que hoy -3 de enero de 2017- enmudece.
Mi caja pintada y mi caja por pintarse. Mi caja hecha y mi caja que se deshace.
De repente -y para finalizar- Sombra le da un tremendo zarpazo a la caja de cartón. Nube muerde sus bordes para agrandar los agujeros. Y Lolita contempla desde una distancia prudencial las acciones relatadas, como si nada le incumbiera, ajena y mayestática (diosa blanca siempre junto a mí), la más temible de las diosas, aquella que jamás tiene necesidad de mostrar sus garras.
Una caja que apenas fue consciente de ser caja hace treinta segundos, pretende ser LA CAJA.
Una CAJA envejecida prematuramente y ya derrotada no es capaz de escapar de LA CAJA mayor que la contiene y, tal como se ve, la asfixia sin contemplaciones.
Una CAJA llena de fuerza motriz es un regalo cuyo lazo ato y desato.
Rompo LA CAJA que encierra MI CAJA entre sus espejos y me ofrezco como fragmento entre fragmentos.
Y si alguien pretendiera saber qué demonios encierra esta caja vacía, la recomendación más sensata es que escuche (con los oídos y con los ojos) la canción hasta el final. La cantante desnuda sale de su caja para complacer.
Pero si ustedes no salen de sus cajas por miedo a ser complacidos -o por esa complacencia inherente a su actitud-, ese no es mi problema, es el suyo.
Quizá la responsabilidad de una caja vacía, herméticamente cerrada y sellada y aislada, sea obedecer fuerzas y fórmulas cuya ecuación es igual a cero.
Sin el cero nada es posible en nuestro sistema, epopeya, mito, batallas perdidas y ganadas, laberintos y circos, danzas de difuntos y bailes de esqueletos.
El sicario acaricia una pistola que no tiene, con la que sueña. Pero mi ángel de la guarda hace ya tiempo que me regaló una pluma estilográfica.
Una playa vacía, de arena dorada y cantos rodados y cochas de nácar vencidas, una playa así, no la contiene ninguna caja. ¿No existe caja que la contenga o no existe la playa?
La noche es una caja perfecta cuando la oscuridad no tiene fisuras.
Imaginen que en este escenario las cajas fueran esferas, algo semejante a una mesa de billar y sus bolas numeradas, la blanca y la negra. El impulso de mi taco, cuya punta recubrí con tiza, orienta a cada bola a su agujero. Y Lolita contempla las acciones relatadas.
El fabricante de cajas -puedo decirlo- está orgulloso de su aprendiz. El maestro sospecha que pronto será superado por su alumno. De ahí su satisfacción, pues nada desea más el maestro que ser relevado por el alumno, preparado ya para la sustitución.
Te doy mi caja de JUSTICIA. Es una caja que no se debe abrir, mas se debe respetar. Si la abres, no la entiendes; aléjate de ella y lo comprenderás.
Abro una caja al azar y encuentro un hacha; en otra, un libro de poemas; en otra, un dibujo o una pintura que da miedo mirar. Hacha, poema y pintura, ¿qué representan?
Pongo todas mis fichas sobre la mesa y apuesto para ganar o perder. En realidad no tengo nada que perder, por eso tú arriesgas más que yo. ¿De verdad quieres apostar conmigo?
Cuando tú naciste en tu caja, yo en la mía ya había perdido sumas considerables. Acostumbrado, pues, a perder, ¿cuál es tu reto?
Si miro mi ombligo sólo veo una oquedad, ¿acaso tú, contemplando tu ombligo, ves una caja fuerte cuya combinación sólo a ti ha sido revelada?
Hace tiempo que mis risas fueron capturadas por LA CAJA DE LA RISA. Permite que me ría como debo reírme. Me quito la ropa y los disfraces para estar menos contenido en mi caja. Y tú, ¿qué haces mientras tanto? ¿Cuál es tu disfraz, cuál es tu juego?
Abro una caja al azar y de ella surge mi pasado. Mi caja de futuro fue abierta hace ya tanto tiempo...
Ni tú ni nadie podéis decirme impunemente que habéis llegado donde yo he llegado. Contente todavía, no pretendas saber más de lo que sabes. Te queda tanto por aprender...
Si lo que buscas es algún tipo de sabiduría, en primer lugar coge la escoba y barre la estancia y la puerta de la estancia y el camino que lleva a la estancia...
Es el dominio del gato y el gato adora la limpieza.
En el inmenso cielo que contiene nuestras cajas, un ángel (una luz) trasmite las palabras y otro ángel (otra luz) las imprime. Los lectores se chupan el dedo para pasar las páginas.
A pesar de tus cajas eres más inteligente de lo que supones, más libre de lo que imaginas. No yo, sino tú; no tú, sino yo.
¿Qué sostiene al corredor de fondo, sus pulmones o sus avales?
¿Nos ponemos de acuerdo antes de hablar o hablamos para llegar al acuerdo o al desacuerdo? Está en tu mano. Mis cartas están echadas. Nada ocultan. Mi vida va con mi apuesta. ¿Apuestas la tuya en esta partida?
La caja que contiene un mecanismo hacedor de palabras se abre o no se abre según le convenga; cajas sin nada que ofrecer opinan lo que opinan.
Señalada por el foco de atención, Amanda Palmer abre su caja para ese foco de atención. Si no sabes quién es Amanda Palmer, no eres el único. Pero escucha con atención,
Encerrado en el vacío perfecto de una caja hermética, ¿qué puedes escuchar?
Espejos reflejan espejos.
La primera parte expone un tema; la segunda, lo cuestiona; la tercera es imprevisible.
Salvador Alís.
domingo, 1 de enero de 2017
LA CAJA VACÍA (PRIMERA PARTE)
LA CAJA VACÍA (PRIMERA PARTE)
Supongo que cuando abandone la caja en la que estoy metido (encerrado) más de uno respirará aliviado. Lo que algunos ignoran (puesto que otros ya lo saben) es que mi alivio sera mayor.
Esta caja de la que hablo no es la única caja que existe; en realidad, lo cierto es que cajas más grandes contienen cajas más pequeñas que a su vez contienen cajas..., y así en ambas direcciones. Muñecas rusas sin importar (¿o sí?) en cuál de ellas estamos.
Lo cierto, en realidad, es que podemos estar metidos (encerrados) en varias cajas a la vez, y que salir de una no significa salir de todas, liberarse completamente.
La libertad no depende de la caja concreta (ni de las cajas plurales) sino del ocupante. No depende del espacio (ni tampoco del tiempo de permanencia) sino de la actitud. En mil cajas a la vez puedo ser libre mientras tú (el otro) en una sola caja te sientes limitado.
En mi casa hay decenas de cajas sin abrir (¡quién sabe lo que contendrán!). Hay otras que abro de tanto en tanto (pueden transcurrir años entre las contemplaciones), porque olvido (y vuelvo a olvidar) lo que contienen.
De la caja de este mundo no se salva nadie. Que levante la mano quien, nacido aquí, no muere aquí. Pero los muertos no pueden levantar la mano. Que levante la mano quien no se sienta clasificado en su correspondiente caja: estadios de fútbol, discotecas, salones de juego, cadenas y series de televisión, ciudades sitiadas, naves extraterrestres, signos del zodiaco, barrios de chabolas, cruceros en el mar, bares de mala muerte, fábricas de relojes desajustados, fronteras inabordables, fanatismos, templos vigilados por dioses de piedra caliza y de madera policromada y de mármol y de plástico, redes sociales, partidos políticos, clubes de alterne..., y un largo etcétera imaginable.
Algunos nacen en estas cajas y mueren en estas cajas, es decir: que no salen nunca de ellas; otros migran de caja en caja; otros son atrapados por más de una caja; unos cierran cajas y otros las abren.
Hay cajas donde no cabe una mosca y otras casi desiertas; hay cajas de soberbia y de humildad; hay cajas conquistadas por la fuerza y otras donde se refugian los que pueden.
En una caja no hay nada; en otra, todo. En una caja hay un poema; en otra, un látigo. En una caja se encuentra una carta abierta para un ángel; en otra, un par de simples alas.
Lo imperdonable es que, si usted encuentra la forma de salir de su caja, deje atrás a los que (hasta el momento de su fuga) compartían esa caja con usted.
Comunicar el hallazgo es pasar de una caja a otra de manera sucesiva, e incluso simultánea.
En muchas cajas hay una sola voz y en algunas cajas hay muchas voces que hablan a la vez.
En muchas cajas hay muchas orejas que no escuchan y en una sola caja hay una oreja enorme que lo oye todo (¿cuál es la diferencia entre oír y escuchar?).
No por curiosidad ajena sino por interés propio, mencionaré de pasada unas cuantas de mis cajas:
La caja pintada o en trance de pintarse.
La caja que mueve libros de un lugar a otro.
La caja que guarda objetos inútiles del pasado.
La caja de las palabras no nacidas.
La caja de las palabras tachadas.
La caja llena de piezas de metal (tornillos, clavos, hebillas de cinturón, remaches, hojas de navaja, plumillas para la tinta china y el zumo de limón, bronces, cobres, plomos, ganchos de hierro oxidado, tubos de aluminio, monedas de níquel, de plata y de latón...).
Hay cajas livianas y cajas pesadas. Mi ángel de la guarda (reminiscencia de una infancia influida) bate las alas fuera de mi caja. ¿De qué sirven plumas tan brillantes y coloridas, de qué sirve tan frenético batir si tus alas no salen de tu caja y se dejan ver?
Los fuegos artificiales (o fuegos de artificio) iluminaron ayer el cielo.
Los que pretenden controlar las cajas no controlan una mierda (ni siquiera su propia mierda). Hay cajas por todos lados, unas quietas y otras disparatadas, unas que saltan sencillamente y otras inmersas en un triple salto mortal.
Los gatos, en general, temen esas luces y esos ruidos, pero ayer -la última noche del 2016- ni Lolita ni Nube ni mucho menos Sombra manifestaron un temor incontrolable (ya deben haberse acostumbrado). La caja de nuestras gatas es nuestra casa. Y no obstante, ellas siempre prefieren jugar con cajas de cartón.
Una caja puede ser una botella (de vino), una lámpara (de Aladino), la expresión de un tramposo que se burla de otro tramposo, una noche entre mil, la última noche del año. El vino de esta noche ha sido un Brunello di Montalcino del 2011 (de momento no hay fotografía pero puedo jurarlo).
Estas cosas y otras muchas contienen las cajas que contienen nuestras vidas y destinos. Algunas cajas tienen letras y números que las identifican; otras permanecen en el anonimato (no se expresan, no se abren).
Una caja contiene a un anciano de 91 años (seis al revés es una marca de vino) que frecuentó a los 30 una escuela de Karate Do. En la mano vacía del anciano está la posibilidad de abrir esta caja. Pero el cansancio, la fatiga, la decepción y la repetición...
La caja que se abre esta noche para los pocos que aún mantengan los ojos abiertos es, sin duda alguna y por encima de todo, una caja vacía.
Salvador Alís.
Supongo que cuando abandone la caja en la que estoy metido (encerrado) más de uno respirará aliviado. Lo que algunos ignoran (puesto que otros ya lo saben) es que mi alivio sera mayor.
Esta caja de la que hablo no es la única caja que existe; en realidad, lo cierto es que cajas más grandes contienen cajas más pequeñas que a su vez contienen cajas..., y así en ambas direcciones. Muñecas rusas sin importar (¿o sí?) en cuál de ellas estamos.
Lo cierto, en realidad, es que podemos estar metidos (encerrados) en varias cajas a la vez, y que salir de una no significa salir de todas, liberarse completamente.
La libertad no depende de la caja concreta (ni de las cajas plurales) sino del ocupante. No depende del espacio (ni tampoco del tiempo de permanencia) sino de la actitud. En mil cajas a la vez puedo ser libre mientras tú (el otro) en una sola caja te sientes limitado.
En mi casa hay decenas de cajas sin abrir (¡quién sabe lo que contendrán!). Hay otras que abro de tanto en tanto (pueden transcurrir años entre las contemplaciones), porque olvido (y vuelvo a olvidar) lo que contienen.
De la caja de este mundo no se salva nadie. Que levante la mano quien, nacido aquí, no muere aquí. Pero los muertos no pueden levantar la mano. Que levante la mano quien no se sienta clasificado en su correspondiente caja: estadios de fútbol, discotecas, salones de juego, cadenas y series de televisión, ciudades sitiadas, naves extraterrestres, signos del zodiaco, barrios de chabolas, cruceros en el mar, bares de mala muerte, fábricas de relojes desajustados, fronteras inabordables, fanatismos, templos vigilados por dioses de piedra caliza y de madera policromada y de mármol y de plástico, redes sociales, partidos políticos, clubes de alterne..., y un largo etcétera imaginable.
Algunos nacen en estas cajas y mueren en estas cajas, es decir: que no salen nunca de ellas; otros migran de caja en caja; otros son atrapados por más de una caja; unos cierran cajas y otros las abren.
Hay cajas donde no cabe una mosca y otras casi desiertas; hay cajas de soberbia y de humildad; hay cajas conquistadas por la fuerza y otras donde se refugian los que pueden.
En una caja no hay nada; en otra, todo. En una caja hay un poema; en otra, un látigo. En una caja se encuentra una carta abierta para un ángel; en otra, un par de simples alas.
Lo imperdonable es que, si usted encuentra la forma de salir de su caja, deje atrás a los que (hasta el momento de su fuga) compartían esa caja con usted.
Comunicar el hallazgo es pasar de una caja a otra de manera sucesiva, e incluso simultánea.
En muchas cajas hay una sola voz y en algunas cajas hay muchas voces que hablan a la vez.
En muchas cajas hay muchas orejas que no escuchan y en una sola caja hay una oreja enorme que lo oye todo (¿cuál es la diferencia entre oír y escuchar?).
No por curiosidad ajena sino por interés propio, mencionaré de pasada unas cuantas de mis cajas:
La caja pintada o en trance de pintarse.
La caja que mueve libros de un lugar a otro.
La caja que guarda objetos inútiles del pasado.
La caja de las palabras no nacidas.
La caja de las palabras tachadas.
La caja llena de piezas de metal (tornillos, clavos, hebillas de cinturón, remaches, hojas de navaja, plumillas para la tinta china y el zumo de limón, bronces, cobres, plomos, ganchos de hierro oxidado, tubos de aluminio, monedas de níquel, de plata y de latón...).
Hay cajas livianas y cajas pesadas. Mi ángel de la guarda (reminiscencia de una infancia influida) bate las alas fuera de mi caja. ¿De qué sirven plumas tan brillantes y coloridas, de qué sirve tan frenético batir si tus alas no salen de tu caja y se dejan ver?
Los fuegos artificiales (o fuegos de artificio) iluminaron ayer el cielo.
Los que pretenden controlar las cajas no controlan una mierda (ni siquiera su propia mierda). Hay cajas por todos lados, unas quietas y otras disparatadas, unas que saltan sencillamente y otras inmersas en un triple salto mortal.
Los gatos, en general, temen esas luces y esos ruidos, pero ayer -la última noche del 2016- ni Lolita ni Nube ni mucho menos Sombra manifestaron un temor incontrolable (ya deben haberse acostumbrado). La caja de nuestras gatas es nuestra casa. Y no obstante, ellas siempre prefieren jugar con cajas de cartón.
Una caja puede ser una botella (de vino), una lámpara (de Aladino), la expresión de un tramposo que se burla de otro tramposo, una noche entre mil, la última noche del año. El vino de esta noche ha sido un Brunello di Montalcino del 2011 (de momento no hay fotografía pero puedo jurarlo).
Estas cosas y otras muchas contienen las cajas que contienen nuestras vidas y destinos. Algunas cajas tienen letras y números que las identifican; otras permanecen en el anonimato (no se expresan, no se abren).
Una caja contiene a un anciano de 91 años (seis al revés es una marca de vino) que frecuentó a los 30 una escuela de Karate Do. En la mano vacía del anciano está la posibilidad de abrir esta caja. Pero el cansancio, la fatiga, la decepción y la repetición...
La caja que se abre esta noche para los pocos que aún mantengan los ojos abiertos es, sin duda alguna y por encima de todo, una caja vacía.
Salvador Alís.