lunes, 16 de enero de 2017

CUIDEN A MI GATO

CUIDEN A MI GATO

PARTES DE UN TODO

"En mí no hay espacio para la sabiduría. 
          No hay tal espacio. Pero un animal azul y antiguo me lame suavísimo el dorso de los ojos, como si se tratase de dos planetas enfermos." 

Jorge Riechmann. Sibila nº 3. Sevilla. 1995. Pág.: 40.

I / EL TRABAJO 

¿¡Tanto trabajo para qué!? -se pregunta el escritor (buscar un título, etcétera), si al final mi meta no es escribir, no ser el sujeto ni el hecho; ser sólo escritura. 

II / LA RISA

Alguien dice (¡a saber quién es ese alguien y qué base de datos maneja!) que el sentido del humor tiene mucho que ver con la inteligencia. No estoy de acuerdo. Siempre hubo tontos que se ríen de sus propias tonterías. Es más, ¿en qué sentido debemos interpretar el sentido del humor? El de un Mrozek, un Bernhard, un Levrero, un Kafka desde luego tienen relación con su inteligencia, pero no es causa sino consecuencia. El sentido del humor de muchos aficionados a la comedia dista de ser algo cercano, no ya al genio sino al puro pensamiento. 

III / EL ESCRITOR

No soy capaz de escribir un libro porque escribo sin parar, porque no ne detengo, ni medito, ni reviso, ni corrijo ni compongo. No soy capaz de escribir un libro porque incesantemente escribo un libro que se devora a sí mismo a fuerza de añadir textos a los textos en una carrera febril, palabras que se amontonan sobre palabras suplantando siempre las nuevas a las viejas, ocultando las de hoy a las de ayer. Para escribir un libro es necesario, en primer lugar, escribirlo, y luego dedicar un tiempo al olvido, otro a la lectura de lo escrito, a su contemplación y montaje, examinando concienzudamente las partes de un todo, tiempo para elegir un título, separar, unir y nombrar los capítulos si los hubiera, elaborar un índice, enumerar las páginas, darlo por finalizado. No es mi caso. No puedo hacerlo. Un libro continuo y sin final no es un libro (¿o acaso sí?), es un flujo de escritura como un río agitado con muchos saltos en su corriente, afluentes, meandros, desbordamientos, espuma y remolinos.

IV / EL CRÍTICO

Distintos escritores titulan sus anotaciones de formas diversas: un número, una fecha, la ciudad donde han sido tomadas, una línea de su contenido, un nombre arbitrario. Otras veces las anotaciones van en su presentación sin título alguno y separadas entre sí por un doble espacio o uno (o varios) asteriscos. Lo que no tiene continuidad argumental (lo que, para entendernos, no es una novela clásica) deviene en fragmentos y estos, para serlo, deben contener elementos diferenciadores. Se ha optado muy a menudo por los títulos directos (los más simples) y también, muy a menudo, por los indirectos (los que no tienen nada que ver con el texto y expresan un misterio). Claro que todo tiene que ver con todo pero, aunque en apariencia se aprecie una relación, la relación como tal no existe más que, por un lado, para el autor y, por otro, para el lector como elementos aislados. 

V / EL LECTOR

El circunstancial lector que me lee (por curiosidad, prevención, atención, nunca -creo- por aburrimiento) suele no entender cuál sea mi verdadera intención. La pregunta que cada lector debería hacerse es si en la escritura tiene que haber una intención. Las intenciones evidentes lo son por mostrarse visibles (o perceptibles). Las intenciones secretas pueden no ser intenciones, pueden ser sólo imaginarios del lector. Sé a dónde me dirijo -dice el escritor. No sé a dónde te sigo -dice el lector. Ambos mantienen un diálogo de sordos y mudos. Se entienden por signos. Pocos lectores leen en voz alta. 

VI / LA PRENSA 

Dice la prensa que un espía y su familia han dejado su gato a unos vecinos y han desaparecido. Este fantástico comienzo para un cuento o una novela mezcla en su argumento a Putin y a Trump, la CIA, un hotel de lujo en Moscú, negocios turbios, intercambio de poderes, equilibrio y desequilibrio, amenazas, conspiraciones, riesgo, manipulación planetaria, prostitución vigilada, torres de Tarot, papisas y princesas. Trump dice que construirá un muro en la frontera con México y que ese país pagará los gastos. El actual presidente de México no tarda en reaccionar. Dice: no pagaremos el muro. Pero no dice: convenceré a Trump para que no lo construya, o: le impediremos que lo haga. 

VII / EL TIEMPO 

"Futura" no es el nombre de una ciudad, tampoco el de una utopía, sino el nombre de un estado. Ese estado funciona a base de altibajos. De esta manera deficiente es como se ha desarrollado la historia. La memoria avanza y retrocede, se detiene por ignotas razones en un hecho, selecciona a su gusto una secuencia. A una joven escritora, promesa de las letras, se le dedica una página completa en un periódico local. Dice cosas como que el arte exige ser joven (sin comillas), que no le gusta mucho la realidad, tampoco la fantasía al cien por ciento, que su libro es un catálogo de aforismos, que el amor es un fuego fatuo, que lo que nos hace más humanos es el misterio, que empieza con cosas normales y acaba con extravagancias, que ni el horizonte me gusta (yo simplemente me voy). Se llama Almudena Sánchez, nació en esta isla meses antes de que yo desembarcará en ella con su edad. Todo lo que ella cree saber ahora, el escritor ya lo supo (aun de forma diferente) antes de que la escritora partiera de cero, como se acostumbra a decir. 

VIII / LA SUPERFICIALIDAD 

Lo que está en la superficie no tiene peso, salvo las montañas y cosas semejantes. La película de agua y de olas que vemos sobre el mar no tiene peso. Las ideas no sustentadas sobre la verdad y la justicia no tienen peso. Las palabras escritas, si apenas mencionan su nombre de palabras y no sus vericuetos, sus profundidades y -ante todo- sus relaciones, no pesan nada. Una palabra que se abre a sí misma, una novela que no se cierra, un poema que no salta la valla que retiene a la flor, no pesan nada. Lo que se dice no pesa si el que oye no escucha. En la superficie de las cosas hay mucho griterío, escándalo, rumor, entrechocar de aguas. 

IX / EL ANTICIPADOR 

Dicen que hubo genios y profetas que anticiparon nuestros tiempos. Un escritor verdadero se reconoce por su lejanía temporal. Es fácil, para un alma inquieta, anticiparse dos décadas o medio siglo, sin embargo, cuando se trata de varios siglos o milenios, ¿qué decir? Todo es escritura. Hasta que no se resuelva el enigma de la construcción de las pirámides, ninguna política, economía o filosofía sera convincente. 

X / EL REGALO 

A y N me han hecho uno de los regalos más importantes de mi vida. Una parte de mis escritos (la correspondiente a los años 2013 y 2014) impresa y encuadernada. Me asusta abrir este libro y, a la vez, me gustaría que fuese un regalo para ellos, para su futuro. Creo que ya nací con la marca llamada "contradicción". 

XI / FINAL

El escritor dice que en los próximos días cerrará esta escritura fragmentaria, que deberá concentrarse en los dibujos, en poner palabra sobre palabra y hacer un libro. El escritor desea dedicar sus anotaciones (por orden alfabético) a : A C D E I J L N P S V. 


Salvador Alís.




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