martes, 11 de diciembre de 2018

A PANTALLA GRANDE / VOLUMEN ALTO

A PANTALLA GRANDE / VOLUMEN ALTO

Para escribir una simple línea hay que olvidar todo lo anterior, partir de cero.
Una hoja de papel es una pantalla donde se proyectan imágenes (nunca vistas).
La música de cada proyección debe acompañar.
Una pantalla grande muestra mejor la historia, aunque mayor tamaño
no implica mayor extensión.
El texto puede ser escrito sin cesar, contener un deseo de infinitud.
A todo ello, no obstante, se le tiene que dar un final.
Sin un final en el momento adecuado no puede haber olvido ni comienzo.
Todo se detendría. Todo sería inútil en su longitud.
Antes que la línea continua, el escritor prefiere los puntos suspensivos
(en vertical). Esos puntos pueden ser numerados.
Y pueden las imágenes tener un título y hasta un lema destacado.
Elegir un buen título es imprescindible:
servirá (como el número) para ordenar el caos. Palabras e imágenes,
mezcladas por el azar que escribe cronológicamente, son caóticas.
A pantalla grande se ven mejor los detalles.
La música pone orden en los atropellados pasos del baile.
Con la escritura que de tal modo se oye, una simple línea para no decir nada,
pues nada merece la apariencia que se presenta como totalidad.
Sin un volumen alto no es posible escuchar el viento que pasa
sobre las palabras, las hace vibrar y las cambia.
El que canta de pie y la que baila sentada hablan porque sí,
porque en el baile y en la canción apuestan su vida, su imagen de colores
no definidos, luces que estallan en la oscuridad
para cegar al ciego e iluminar lo iluminado.


Salvador Alís.




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