sábado, 28 de abril de 2018

EN LA RED

EN LA RED

Un pescador anónimo lanzó hoy su red al cielo,
una red trenzada con hilos de nube. El pescador pretende
atrapar la luna llena, cazarla al vuelo, mas la luna no quiere,
tampoco se aleja, pasa tras los hilos de la red
cediendo instantes de la luz que refleja
y no le pertenece; ahora brilla, ahora se oscurece,
no olvida que en los extremos de la red hay gotas de plomo
que pesan más que el aire, más que el agua,
gotas pero no lágrimas, no anzuelos, deseos que suben
y bajan hasta ese cielo y estas profundidades.
Intenta el pescador invisible apropiarse de la luna,
lanza su red tejida con blancos y con grises,
espera que la luz caiga en su red y convertirla en trofeo.
Pero sigue su curso la solitaria luna, al tiempo ajena
y consciente del ataque, abiertos como cráteres
sus mil ojos indiferentes, inalterables su inteligencia
y su desdén, pues la red no la alcanza
y su luz intermitente juega con los hilos de nube
y vela los sueños de la noche que no sueña, que no duerme
porque se desvela. El pescador ignorado sabe que esa luz
nocturna jamás caerá en su red, y que la distancia
que lo separa de la órbita de esa luz es inalcanzable;
y a pesar de ello lanza hoy su red al cielo.
Es propio de la naturaleza humana intentar comprender
lo incomprensible, reparar una y otra vez
la red dañada, soñar antes y después de esta vida;
antes y después, asomarse a una ventana.
El pescador imaginario: su cielo, su amor, su red, la luna.

Salvador Alís.



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