LA SOSPECHA
"Un hombre perdió su hacha; y sospechó del hijo de su vecino.
Observó la manera de caminar del muchacho -exactamente como un ladrón. Observó la expresión del joven -idéntica a la de un ladrón. Observó su forma de hablar -igual a la de un ladrón. En fin, todos sus gestos y acciones lo denunciaban culpable del hurto.
Pero más tarde, encontró su hacha en un valle. Y después, cuando volvió a ver al hijo de su vecino, todos los gestos y acciones del muchacho le parecían muy diferentes de los de un ladrón."
Lie Zi.
EL HOMBRE QUE NO VIO A NADIE
"Había una vez un hombre en el Reino de Qi que tenía sed de oro. Una mañana se vistió con elegancia y se fue a la plaza. Apenas llegó al puesto del comerciante en oro, se apoderó de una pieza y se escabulló.
El oficial que lo aprehendió le preguntó: -¿Por qué robó el oro en presencia de tanta gente?
-Cuando tomé el oro -contestó-, no vi a nadie. No vi más que el oro."
Lie Zi.
CASTIGANDO AL CABALLO
"Un viajero en el Reino de Song metió a su caballo en un arroyo porque éste se negaba a avanzar; luego lo volvió a montar para partir. El caballo se negó de nuevo a andar. Lo castigó otra vez en la misma forma. Esto se repitió tres veces.
Ni el más experto jinete habría ideado un medio mejor de asustar al caballo; pero si no es un jinete, sino un simple asustador, el caballo se negará a llevarle."
Lü Buwei.
PALILLOS DE MARFIL
"Cuando el rey Zhou pidió palillos de marfil, Qi Zi se preocupó. Temía que en cuanto el rey tuviera palillos de marfil no se contentaría con la vajilla de barro y querría vasos de cuerno de rinoceronte y jade; y en vez de fríjoles y verduras, pediría manjares exquisitos, como cola de elefante y cachorros de leopardo. Difícilmente estaría dispuesto a vestir telas burdas y a vivir bajo un techo de paja; y encargaría sedas y mansiones lujosas.
-Me siento inquieto, temo el final de todo esto -dijo Qi Zi.
Cinco años después, en efecto, el rey Zhou tenía un jardín repleto de manjares, torturaba a sus súbditos con hierros candentes y se embriagaba en un lago de vino. Y así perdió su reino."
Han Fei Zi.
EL VENDEDOR DE LANZAS Y ESCUDOS
"En el Reino de Chu vivía un hombre que vendía lanzas y escudos.
-Mis escudos son tan sólidos -se jactaba-, que nada puede traspasarlos. Mis lanzas son tan agudas que nada hay que no puedan penetrar.
-¿Qué pasa si una de sus lanzas choca con uno de sus escudos? -preguntó alguien.
El hombre no replicó."
Han Fei Zi.
EL ZORRO QUE SE APROVECHO DEL PODER DEL TIGRE
"Andando de cacería, el tigre cogió a un zorro.
-A mí no puedes comerme -dijo el zorro-. El Emperador del Cielo me ha designado rey de todas las bestias. Si me comes desobedecerás sus órdenes. Si no me crees, ven conmigo. Pronto verás cómo los otros animales huyen en cuanto me ven.
El tigre accedió a acompañarle; y en cuanto los otros animales los veían llegar, escapaban. El tigre creyó que temían al zorro, y no se daba cuenta de que a quien temían era a él."
Liu Xiang.
EL POZO
"Un pozo fue horadado a orillas de un camino.
Los viajeros se sentían felices de poder sacar agua para apagar su sed. Un día se ahogó un hombre en él, y desde entonces todo el mundo empezó a censurar a quien había cavado el pozo en aquel lugar."
Shen Meng Zi.
EN BUSCA DEL PEDERNAL
"Una noche Ai Zi pidió la luz, y como el tiempo pasaba sin que le llevaran la lámpara, le gritó a su discípulo que se apurara.
-Está tan oscuro -contestó el alumno- que no puedo encontrar el pedernal.
Después añadió:
-Maestro, ¿no podría usted encender la vela para ayudarme a buscarlo?"
Su Shi.
ALGO PARA LA RISA
"Un ciego estaba sentado en medio de varias personas. De pronto, todos se pusieron a reír y el ciego los imitó.
-¿Qué ha visto usted para reír de esa manera -le preguntó alguien.
-Puesto que todos ríen, es porque con seguridad se trata de algo risible -contestó el ciego-. ¿No habrán pretendido engañarme, verdad?
Zhao Nanxing.
DIFICIL DE CONTENTAR
"Un pobre hombre se encontró con un antiguo amigo en su camino. Este tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros. Como el hombre pobre se quejara de las dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato quedó transformado en oro. Se lo ofreció al pobre, pero éste encontró que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El pobre encontró que el regalo era aún insuficiente.
-¿Qué más deseas pues? -le preguntó el hacedor de prodigios.
-¡Quisiera tu dedo! -contestó el otro.
Feng Menglong.
ODIO EL INVIERNO
Un calígrafo que vivía en una remota aldea llamada Isla se encontraba un día sentado a la puerta de su casa, escribiendo un poema, cuando comenzó a llover.
-Odio el invierno -exclamó malhumorado.
Un viejo que caminaba bajo la lluvia se detuvo frente a él y le preguntó por qué odiaba el invierno.
-La lluvia desdibuja mis letras -le respondió el calígrafo.
-No me extraña -dijo el viejo-, puesto que escribes a la intemperie. Si lo hicieras dentro de tu casa esto no pasaría.
-En el interior no puedo hacerlo, ahí no hay nada que me inspire.
-Entonces sigue usando tu pincel bajo la lluvia, pero cambia de oficio. Las palabras, fijadas o diluidas, son difíciles de comprender. Pero esos mismos trazos de tinta, bajo los efectos del invierno, se convertirán en paisajes que tan sólo hay que contemplar.
Salvador Alís.
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