martes, 12 de diciembre de 2017

62

62

Mañana a media tarde se cumplirán 62 años desde el día en que nací.
Pensaré, aunque en realidad ya lo estoy pensando,
que a los 20 no soñaba con llegar más allá de los 40,
que a los 25 tomé la firme decisión de suicidarme a los 50,
que nunca he pretendido vivir por encima de mis posibilidades.

Hoy, en esta noche de transito y espera, a solas como de costumbre,
observo el ir y venir de mis gatas sin miedo y sin consciencia,
sin proyectos y sin fines, ajenas a toda meta.
Viven porque viven y no pretenden nada que sobrepase su vivir.

¡Qué lejos de esa intención me siento y, a la vez, qué igual
cuando pongo en valor mi mañana y mi presente!

Quisiera durar mil años o diez mil, y azarosamente
poner una palabra al lado de otra palabra y escribir una obra maestra
que fuera leída por los soñadores y los insomnes,
los que no confían en el tiempo, los que se niegan a envejecer.

Esa obra, no muy extensa pero concentrada, diría lo que siento
esta noche, en este punto y aparte:
Cum moriar, medium solvar et inter opus. (Ovidio)

Y antes de acostarme y soñar y morir, a solas como de costumbre,
leer alguna página que pueda con facilidad cerrar mis ojos,
en este caso Montaigne; "Preciso es no emprender nada
de larga duración, o de emprenderlo apresurarse a darle fin."

Y una canción incluso y Montaigne todavía, antes de cumplir años,
por humildad y soberbia, en el ejemplo citado:
"... quiso que le arrancaran la piel después de muerto
y que con ella hicieran un tambor para tocarlo en las guerras
que en adelante se sostuvieran contra sus enemigos,
estimando que esto ayudaría a continuar las glorias
que él había alcanzado en las lides contra aquellos."

A punto de cumplir 62 años no temo a la muerte, no,
pero me guardo de la vida que, al igual que un lobo desesperado
y hambriento, me vigila. "Las preocupaciones ligeras
suelen hablar, las excesivas quedan mudas." (Séneca)

Salvador Alís.








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