AVANT ET APRÈS LE MARIAGE V - IX
( V )
La novia vestida de blanco (¿cuándo se ha visto una vestida de rojo?) no encuentra otro blanco a su alrededor. Eso ocurre en parte porque se guardan las tradiciones, no en el sentido de encerrarlas o postergarlas para otra ocasión venidera sino en lo que tiene que ver con el respeto y la repetición. Pero cuando el respeto no se respeta a sí mismo, la repetición se vuelve círculo vicioso. Como no se puede hacer sombra al blanco (pues éste refleja todos los colores), se elige una camisa scalpers, un pantalón cerruti, unos zapatos camper y un cinturón de cuero con hebilla de alpaca. La camisa presenta algo parecido a las olas de un mar japonés; el pantalón es azul marino; los zapatos no siempre siguen a los pies. La belleza de la novia está a salvo entre estos azules y el verde reinante. Flores multicolores se han reunido en un ramo sin que el jardín haya notado merma alguna. Las marcas no son los marcos y el paisaje se desdibuja. Si los placeres los determina el azar, ¿qué hacen aquí la hierba y las colmenas, el bosque comestible, un fruto que ha madurado diez años, otro que jamás caerá de su rama?
( VI )
La famille française es una serie de once dibujos que se insertan, invariablemente, en un fondo negro. Faltan J., M. e Y., el patriarca y las matriarcas. Pero están algunos de los restantes, los que no se perdieron por el camino. La madre de las gemelas (pintada de azul claro) pregunta por qué los pechos tan redondos y significativos de sus hijas. Es porque "soy un hombre y en mi mente hay esa imagen fijada desde el origen". S. pregunta por qué en su retrato no hay pechos. "Tal vez porque están más abajo, caídos, y no tienen sitio para figurar". C. se muestra maravillada con el tomo marrón de su cara, los labios infantiles y maduros y (tras los besos) dice que se hará enmarcar. A. no dice nada. Su dibujo es el más fiel. Nunca habla de la muerte pero, como todos en el momento oportuno, ahora sabe lo que sabe y expresa lo que no sabe. M. tampoco dice nada. Mejor así (pues el silencio conviene a su mirada y propicia otro dibujo sin impedimentos). La bella costurera cede durante esta noche su lugar. Doscientas horas de costura hablan de lo imposible. No se puede mejorar el resplandor de la novia, blanco sobre blanco y tan consciente de la cesión y la representación.
( VII )
Puesto que los caminos enrevesados son al fin más transitables que los caminos rectos, no pedirás disculpas por la demora. Para alcanzar la meta señalada, evita precisamente las señales y las vías más transitadas. Los atajos no siempre son la mejor solución. Vale la pena dar un rodeo, llegar al meollo de la cuestión bordeando los bordes, contemplando el momento en que el pájaro salta de la rama y se pierde en cielo abierto. No te cuestiones, pues ellas no te cuestionan (las vidas que te importan y que duermen mientras tu las sueñas); no te atormentes, la lluvia de este conflicto se dejará caer en noviembre, cuando vuelvas a estar de vacaciones; y otro vino espléndido y extraño sustituirá a los vinos olvidados.
( VIII )
"Las aguas vuelven a su cauce. El agobio por salir airoso de los compromisos que se avecinaban, ya es historia. Es hora de relajarse. Olvida si el atún se cocinó unos segundos más de lo debido o si el vino, la casa, las plantas, la camisa, los zapatos..." Quien bien te conoce apunta a la diana y acierta; otras flechas se clavan en la periferia o directamente caen fuera.
( IX )
No es fácil amar, al parecer. Pero ¿puede el amor ser placentero y, al tiempo, revivir? Te ocultas a ti mismo la mitad de la historia, y guardas sin respeto la solución final, repetida una y otra vez bajo sus máscaras, entre las líneas que esconden lo que importa a los ojos tan abiertos. Si mañana de repente desapareciera, no me juzguéis severamente; no toméis al pie de la letra mis escritos (en ellos la verdad y la distorsión se asimilan por cortejo); no dudéis de lo que digo, pero mantened cierta distancia, como la mantienen algunos árboles entre sí, porque conviene a su salud y a su certeza. Ser árbol o ser lo que eres no entraña incompatibilidad. Los brazos que en el tiempo te reclamaban son los brazos que hoy te abrazan. La competencia queda a un lado. Cuando llegue el momento dirás lo que tengas que decir. Punto final.
Salvador Alís.
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