AVANT ET APRÈS LE MARIAGE I - IV
( I )
La cabeza ordena a los pies que den pasos firmes, decididos, en paralelo y en línea recta hacia una meta que se adivina próxima y accesible; pero los zapatos actúan por su cuenta, uno se desvía a la derecha y el otro a la izquierda, uno se adelanta y el otro se atrasa, ambos se cruzan, se juntan, se separan. El camino entonces se vuelve dificultoso, un verdadero laberinto, y la meta buscada se pierde en esa caótica contradicción entre suelas y deseos. Hoy hemos cenado en Esporles al aire libre, bajo un cielo de nítidas estrellas, siendo trece a la mesa. Ayer cenamos en La Casa Gallega, éramos quince y la mayoría pedidos bogavante. Anteayer en La Granja, sesenta y un invitados, en amplias mesas circulares sobre el césped. Y el viernes en nuestra casa, nueve comensales, con música de Van Morrison. Por eso, la casa en primer lugar se convierte en causa de preocupación. Ni la granja, ni el restaurante, ni la terraza en un valle de la sierra Tramuntana son responsabilidad que nos incumba, pero sí la casa propia, indebidamente asimilada a nuestra personalidad o reflejo de nuestro carácter. Diez días pensando en la casa y no pensando en uno mismo o, lo que es más importante, no pensando en los demás, los que ya estaban y los que vendrían después. Desde luego dedicando poco tiempo a quienes más lo necesitaban. Supliendo las palabras precisas con el desorden de los cambios. Borrando las huellas. Introduciendo nuevas plantas en el pequeño balcón donde se salvó in extremis a la única planta presente. Por eso, igualmente, la cena en segundo lugar da origen a remordimientos posteriores. Maneras de malograr una cena, cuando -por ejemplo- se tenía una idea clara para cocinar el atún (marinado en soja, vinagre de arroz, jengibre y semillas tostadas de sésamo, cinco segundo a fuego vivo por cada lado, dorado por fuera, rojo por dentro, fileteado y servido con la salsa anterior y escamas de sal) y se olvida el proceso y el atún se hace demasiado y queda seco. Muchos calamares en la sartén pequeña, soltaron jugos pero no quedaron crujientes. Y el postre tan plano, ni siquiera tan frío, que hasta un simple helado hubiera sido preferible. Los vinos ni se recuerdan..., aunque al final hubo un champagne que no desmerecía.
( II )
Las plantas, los árboles, el mundo vegetal sigue reclamando su lugar antes y después de la boda. Incluso las flores ya nacidas, exuberantes y vivas pero en trance de morir, y las flores aún encerradas en apretados capullos verdes, siguen reclamando su lugar. Según refiere Michel Tournier: "Hace veinticinco años planté dos abetos en mi jardín. Median un metro cincuenta y los coloqué distanciados diez metros el uno del otro. Ahora deben medir unos quince metros, y sus ramas inferiores pronto se tocarán. Pero si los observo a cierta distancia, compruebo que no han crecido en línea recta. A pesar de la distancia que los separa, han crecido ligeramente al bies, como para separarse el uno del otro. Es como si cada árbol emitiera unas ondas repelentes destinadas a los demás árboles." Hace un par de noches, a las cuatro o cinco de la mañana, mientras dormía frente al televisor, un estruendo (en el silencio de la noche) me despierta y me agita. Sombra clava las uñas en la rejilla que pretende proteger el tronco de Brasil. La planta, la tierra, la alambrada y la maceta caen sobre ella cuando ella deja caer hacia atrás sus siete kilos de músculos felinos entrenados para no ceder. Sombra se asusta, es evidente, pero también señala la debilidad de todo lo que crece permaneciendo anclado a un lugar fijo. Todo puede caer hacia lo que rechaza o hacia otra dirección inesperada. Pero, en resumen, todo puede caer desde el momento que reclama un espacio. El encargado de un vivero le confirmó a Tournier que "sólo crecen hermosos los árboles plantados aisladamente, con un espacio a su alrededor prácticamente infinito para expandirse." Así pues, el aislamiento como lugar y condición de vida. ¿Pero quién vive verdaderamente aislado, quién no renunciará a su odio por lo semejante, lo que se le parece o, más exactamente, forma parte de él? Dice Tournier que "los árboles se odian entre sí. El árbol es orgullosamente individualista, solitario, egoísta." Y así comprendió "la angustia que emana de las selvas. La selva significa la promiscuidad forzosa de un campo de concentración. Todos esos árboles apretados unos contra otros sufren y se detestan. El aire selvático está impregnado de ese odio vegetal. Es el aire que infesta los pulmones del paseante y le encoge el corazón." De manera que, tal vez, tres pequeñas plantas en el balcón puedan crecer sin odiarse demasiado (no son un bosque, en absoluto una selva). Y una gata, la luna o un tropiezo en la noche, las puedan inclinar hacia este lado o su contrario.
( III )
Llegan mensajes de diferentes lugares, en manos de diferentes mensajeros. Estos, antes de leer en voz alta las palabras que portan, acostumbran a ofrecer presentes al destinatario. Si se ofrecen telas exóticas y suntuosas, vinos extraños, dulces y amargos, animales desconocidos pero propensos a complacer, o incluso plumas de oro o incluso las manos vacías y los ojos llenos, todo irá bien. El mensaje será leído y el emisario agasajado dormirá feliz. El verdadero enlace tiene lugar en un castillo invisible, bajo un protocolo desconocido, y sometido a un juicio irracional. El destinatario de los mensajes no espera los mensajes, no está quieto en una estancia cerrada de su castillo invisible, sino que se mueve de aquí para allá, transitando con su corazón y su sed. Cuando, después del mensaje, al mensajero le sigue un ejército, el castillo no opone resistencia alguna y todos entran en él. Pasillos y escaleras, piedra sobre piedra, arcos más anchos en los sótanos y más estrechos en los torreones. Sobre el castillo, la noche y las estrellas que no fuiste capaz de dibujar.
( IV )
En el fondo todo se reduce a un dibujo, una pintura no pintada que bulle entre la imaginación y el sueño. El dibujo muestra un paraíso dispar, un atractivo infierno, una selva placentera o nada de todo eso, según se verá. Plantas arrogantes, puestas en círculo en el jardín, se inclinarán hacia el exterior componiendo una corona (hay cámaras que filman esto). Alguien te besará no cuatro sino cuarenta veces las mejillas. Y temprano en la mañana, en un escaparate bajo un cristal protector, diez elefantes reducidos anticiparán al Gran Elefante domado, maltratado, elegido para escarnio, espectáculo y aumento de la bolsa. Esta bolsa es concreta, no es abstracta, y está hecha con piel de elefante para albergar mucho oro (en forma de monedas). Es posible que en la isla haya un cuadro de Basquiat`o una imitación de un cuadro de Basquiat. Si fuera real se cotizaría en decenas de millones. Tu mensajero te dice que su emisor comercia con estas cosas, que él podría realizar no una copia sino una nueva obra. El emisor principal, leído por el mensajero de turno, te dice que no lo haría, que prefiere disponer su ejército ante ti y observar tus reacciones. En el supuesto lienzo de 1,5 x 1,5 metros se ve una cabeza de demonio cornudo. Palabras giran alrededor del demonio. El negro, el blanco y el rojo están en la paleta del pintor, pero el marco está ausente. Sin marcos, la realidad se pierde, se nos escapa.
Salvador Alís.
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