TRES ESTRELLAS
Poema para Pablo.
En la tarde de ayer, bajo un azul puro
y un sol paciente y cegador,
el relato de Pablo sobre encuentros
fortuitos en la mañana:
tres mujeres distintas y un solo
nombre, Esther.
Mujeres sucesivas, oficios terrestres;
sobre la superficie de los
acontecimientos: nada extraordinario
por ahora, pero sí una casualidad tras
otra,
altamente improbables y por lo tanto
inquietantes.
Esther, nombre hebreo que deriva del
babilónico Ishtar,
significa “estrella”. Y es
innegable que hubo un itinerante azar
guiado por tres estrellas unidas. Que
uno trate
con una mujer llamada Esther no es
sin embargo significativo;
que, acto seguido, otra Esther se cruce
en el camino
ya es coincidencia digna de mención; y
que, poco después,
una tercera Esther aparezca en la
mañana,
bajo un azul puro y un sol paciente y
cegador,
roza lo imposible y se convierte en
símbolo y en enigma.
Tres estrellas pueden únicamente
formar dos figuras:
una recta o un triángulo, según su
disposición en el espacio.
¿Augurios de buena suerte? ¿Elección
de otro destino?
¿Indicadores de un cambio luminoso?
Esos encuentros estelares de Pablo,
reales o ficticios,
bien los quisiera yo para mi vida. Él
sabe
-tan certeramente como yo- que vivir es
complejo;
que es difícil ser lo que se es y, más
aún, lo que se pretende ser;
que los desafíos resultan en ocasiones
inadmisibles;
que la tristeza o la decepción surgen
de repente
como tormentas de verano; que amar
exige “amar”,
ir más allá de lo convencional y de
lo cotidiano.
El triángulo delimita un lugar
encerrado en sí mismo;
la línea recta es una flecha lanzada
hacia lo desconocido.
Ishtar es la diosa del amor y de la
guerra;
la acompañan dos monos, que imitan al
ser humano,
y dos lechuzas, que lo contemplan.
Que tres estrellas se muestren en la
mañana
es sin duda un hecho maravilloso, una
llamada que requiere
-de quien ha visto esas estrellas-
emprender un doble viaje:
hacia el interior, a través de su propio
universo de tres lados,
y hacia el exterior, siendo la punta de la
flecha lanzada.
Después de la aparición de tres
estrellas, bajo un azul puro
y un sol paciente y cegador, el viaje
es necesario
para hallar la explicación de tal
maravilla; pues todo conflicto,
suerte, desgracia y solución, se
encuentran en ese lejano cielo
donde las visiones son tan abstractas
en su claridad
como oscuras en su cercanía.
Salvador Alís.
No hay comentarios:
Publicar un comentario