EL SEÑOR TEORÍA
"Había dedicado su vida al estudio de las frutas. En el planeta no existía otra persona que leyera sobre ellas tanto como él. Sin ninguna duda, sus conocimientos excedían con holgura la capacidad requerida para escribir la enciclopedia más completa sobre el tema.
En realidad no faltaba mucho para esto porque sus libros se vendían en las mejores librerías y sus artículos eran publicados en las revistas especializadas más importantes.
Cierto día un íntimo amigo suyo, preocupado por su constante encierro, lo invitó a visitar una plantación frutícola, suponiendo que dicho paseo lo entusiasmaría.
Al contrario de lo esperado, serio, seguro y con tan extrema suficiencia que se hacía difícil distinguirla de la soberbia, como dictando una frase memorable le contestó: "Pero querido, para mí no tiene sentido perder el tiempo andando por allí cuando ya todo lo conozco por los libros. Desde aquí, sin moverme de mi escritorio, puedo decirte cuanto quieras saber al respecto".
Tímidamente el amigo insistió: "Es que vos nunca saliste de aquí, jamás viste cuando menos una quinta. No conocés la sensación que se recibe al tocar un árbol, su corteza, sus hojas, sus frutos, al pisar descalzo la tierra o al percibir el perfume de sus flores. En realidad, creo que en toda tu vida no has probado ni tocado fruta alguna".
Mostrando su inmodestia, sentenció con una sonrisa altiva: "Ni falta que me hace. En primer lugar no me gusta desperdiciar mis horas de biblioteca en caminatas inútiles. Y en segundo término debo repetirte que no hay nada que pueda aprender fuera de los libros. Así que te agradezco mucho la invitación y, si no te parece mal, voy a seguir leyendo".
Molesto pero comprensivo, el amigo se retiró decidiendo no dar importancia al episodio.
Tiempo después volvió con el afán de hacer un nuevo intento para rescatarlo de su total aislamiento.
- Me obsequiaron dos entradas para una importante exposición de pinturas. No quisiera ir solo. ¿Podrías acompañarme?
Con pocas ganas pero por no desairarlo una vez más, aceptó el convite.
Llegados a la exposición, su mirada desganada recorrió varios cuadros hasta que quedó atrapada por uno de ellos.
En él, un artista había pintado con gran naturalidad una hermosa manzana.
Fuera de sí, sin poder controlar una fascinación creciente, se aproximó al mismo murmurando
- Una Granny Smith cosecha 1953, campiña francesa. Es lo más delicioso que se ha conseguido en manzanas.
Y, sin demora, comenzó a devorar ávidamente la tela."
Roberto Juan Marcomini. Sociofagia.
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