COLAPSO
Algo que estaba presente desde hace años,
pero que nunca se había mostrado y nunca
merecido nuestra atención,
se hace visible una noche cualquiera,
al volver a casa, en forma de grietas:
24,6 centímetros la primera;
28,5 centímetros la segunda;
la tercera no medida, mas enorme;
la cuarta y quinta sobre el tercer escalón.
La linterna roja ilumina suelos, techos y paredes,
se desliza su luz hasta el cuarto de contadores,
asusta a la esquiva cucaracha y no inmuta
al constante desfile de las hormigas.
Hace tanto calor y hace tanto
que el ojo no descansa, que las aspas del ventilador
no pueden mover el aire enrarecido e irrespirable
de este verano donde
la gota de agua escapa de los depósitos azules
y la puerta no se cierra y las estrellas fugaces
y las horas perdidas
y la falta de sueño y el corazón del gato
con latidos que duplican los latidos
en tu pecho, sin perdón, con burla y circunstancia,
pompa y colapso, epílogo y final.
Desde que Lolita rige mi destino
no encuentro página en blanco que discutir;
su blancura natural incluye estratégicas manchas
negras y rubias sobre su cabeza y su cola.
Sé que Lolita vencerá al mejor y más sofisticado
detector de terremotos; sé que si la casa
ha de venirse abajo, ella hundirá sus afiladas uñas
en mi rostro y ambos volaremos
sobre el derrumbe rescatando a Sombra y Nube
y a mi amor si duerme en casa.
Perderlo todo menos la vida. Perder los cuadros
y los dibujos, los libros, la cabeza del ángel,
la esfera de cristal negro, la caja pintada,
las pequeñas máscaras y las grandes máscaras;
perder a Sezen, el cuerno de toro, la jaula, el hacha;
perder las cien miniaturas de gato, las cien camisas,
los poemas, los diarios, los fragmentos.
¿Para qué vivir entonces?
¿Para que guardar la vida?
Se vive solamente una vez, entre ecuaciones
sin solución puesto que el acierto y el error
no culminan en experiencia. Se vive a veces
sin miedo y, otras veces, sintiendo
que a 15 metros de altura no se duerme uno seguro
cuando en la base de los pilares
se agitan, ensanchan y crecen, pequeñas serpientes
que se alimentan con el óxido y el cemento.
Se desploma una casa y el polvo sube y baja
y todo sigue igual. Puesto que somos polvo y epílogo
y burla y pompa y circunstancia y colapso y final.
Salvador Alís.
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