CONTRATODO
Contra todo afianzo mis dos pies en el suelo inestable del presente,
julio de 2015, sobrepasando en días y noches temperaturas medias, sin ánimo,
sin fuerzas, sin motivación alguna para incorporarme desde la somnolencia
hasta la vida que no me vive y se vive a mi pesar, a mis espaldas.
Contra todo, contra el parásito frustrado que no ha conseguido, jamás,
meterse en mi cuerpo, dirigir mis nervios, imponer su imagen.
Contra todo, contra el gimnasta y el nadador, el bien dotado
y el corto de estatura y el que equipara su cerebro con una cáscara de nuez.
Contra todo, las ilusiones perdidas, los proyectos paralizados, los ojos
expectantes, contra el espectador al fondo y el que ocupa la primera fila.
Contra todo escribo y callo, convoco y desaparezco, me embriago,
no duermo, recuerdo y discuto a voces, sin entender por qué
una hoja ante las hojas, una gota de agua ante el arroyo, ante una cascada,
una luz entre los árboles y las ramas, una luz en mis ojos y no en el paisaje.
Contra todo, contra las falsas ilusiones y el ligero teatro del verano,
contra la idea del fin y la idea de la vueltra atrás, contra el enano.
Contra el intruso sin estatura, el pequeño anormal que rema contra corriente,
contra la luz, contra el ciego, contra la razón, contra el irracional, su voz y su incansable
repetición y su dos más dos suman cinco. Contra todo.
Salvador Alís.
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