ENVIDIA DEL GATO
Porque sus bigotes son finísimos rayos de luna, antenas donde vibra el mundo
con su noche y con su día.
Porque en su armario todas las camisas y cazadoras son las mías.
Porque no le teme a la muerte y no le teme a la vida.
Envidio al gato que me mira, a sus ojos sin lentes,
a sus orejas que se alzan y que giran, a su cola en equilibrio y a las uñas que, sangrantes,
me recuerdan que tengo un corazón que sangra, dientes que sangran,
ojos que pierden vista y orejas que también se alzan y también giran.
Inútil desasosiego, palabras y más palabras. Más mentiras.
En esta noche inflamada, caótica e insomne, en esta noche del Libro de la Enfermedad,
siento envidia del gato que duerme sin almohada y del gato que vigila
su propio sueño y su poder.
Siete vidas sin un bigote enmarañado, sin un dolor en el cuello,
sin perder un colmillo hasta el final. ¡Quién pudiera entrar en ese sueño y llegar,
sin hacer ruido, hasta el límite de su memoria y en secreto!
Salvador Alís.
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