Nadia Khiari es una "caricaturista" tunecina que utiliza -fundamentalmente- gatos en sus viñetas. Sus gatos, de trazo muy simple, representan personas o, mejor, personajes que reflexionan, se manifiestan o debaten, complementando sus breves palabras con la expresividad de los dibujos.
Por mi parte, y ante la eclosión y urgencia de los últimos acontecimientos, y la necesaria clarificación de los mismos, he decidido -precipitadamente- entablar conversación con mis tres gatas, ilustrando con mis opiniones la extravagancia de sus dibujos.
Lolita -que de no ser gata podría haber sido paloma de la paz- me dice que matar no está bien, que ningún gato debe matar a otro gato, o a un perro (los ratones y las moscas no cuentan) y que, desde luego, no esta bién que los humanos maten a los gatos. Que un gato mate a un humano es cosa rara y excepcional.
Lolita tiene 9 años, edad considerable para una gata, lo que supone para ella experiencia y sabiduría.
Nube, que tiene 5 años, sostiene sin embargo que es lícito defenderse cuando otro gato o gata le ataca, aun a riesgo de muerte, por no hablar de un perro o un malvado humano.
Y Sombrita -la más inexperta y precipitada de las tres; la más joven (todavía no ha cumplido los 3 años) pero la más grande y fuerte- argumenta que ella ataca por placer y por juego, por exceso de energía, sin pretensión de daño.
Cuando Sombrita ataca no lo hace en nombre de Alá, no cree en ningún dios -si descartamos que yo, su protector y alimentador, sea dios-, y tampoco lo hace en defensa de su tierra ni su agua -repuestas cada día sin falta- ni en defensa de un tesoro petrolífero que ni conoce ni precisa.
Cuando Nube se defiende de los ataques de "la oscura" se lo toma muy en serio y, al tiempo, entra en el juego y sólo saca las uñas para mantener la distancia.
Lolita observa lo que sucede a su alrededor sin tomar partido; sabe que poco después el cansancio dará fin a las persecuciones y las enemigas dormirán juntas para darse calor.
Lolita me dice que los dibujos de Nadia son incomprensibles, que no pueden compararse gatos y humanos, que Nube no es la víctima de Sombrita ni Sombrita es una implacable asesina; me dice que, bajo la superficie de lo aparente hay siempre motivos ocultos y más complejos -claro está: en referencia a los conflictos humanos, no felinos-, que la rivalidad de ellas proviene de su naturaleza y no de conceptos abstractos o, incluso peor, económicos.
La cultura de los gatos -insiste Lolita- no es particular ni excluyente, hace tantos años que está globalizada que se remonta a sus propios orígenes. Un gato siberiano y un gato egipcio sienten, creen y piensan lo mismo. Las coincidencias en su carácter son abrumadoramente mayoritarias. Aspiran a lo mismo, a saber: calor cuando tienen frío, frescor cuando sube la temperatura, compañía y cariño -pero sin pasarse-, comida básica y, de vez en cuando, un regalo, un territorio mínimo sin ansias de conquista, protección frente a truenos y relámpagos, un cuento por las noches antes de dormir susurrado en voz baja cerca de sus atentas orejas y poco más.
Cuando Lolita calla, Nube toma el relevo. ¿Por qué -pregunta Nube- estás preocupado? Le digo que hombres armados han matado a hombres armados y desarmados, que algunos invocan el santo nombre de su dios y otros el más santo nombre de la libertad. ¿Qué produjo el ataque -pregunta Nube-, la simple maldad o la estrategia del poder? No lo sé -tengo que confesarle.
Sombrita mueve, como de costumbre, su inquieta cola de un lado a otro lado.
Nube dice que Nadia es muy guapa, la observa subida sobre mis muslos, atenta a la pantalla del ordenador. Le gustan sus profundos ojos negros, por contraste, frente a sus profundos ojos azules. Dice esto y luego busca refugio bajo mi jersey y se desentiende de mis problemas.
Pero entonces Lolita me plantea una cuestión a pensar: A ti, que has dibujado tanto, y que igualmente has representado a personas o, mejor personajes que reflexionan, se manifiestan o debaten, en la forma de gatos de trazos simples, ¿te gustaría que alguien te matara por ello? A Nadia no la han matado -es lo primero que se me ocurre. Sus gatos no llevan turbante, ¿pero los tuyos?
He conocido muchos gatos y nunca, ninguno de ellos, se ha disfrazado o me ha pedido un disfraz.
Desde hace más de 20 años colecciono gatos en miniatura -ya tengo más de 150- aunque jamás ninguno con cuenco de leche, corona ni servidores alados.
La libertad de expresión, como Sombrita, puede atacar a todo lo que se mueva, siempre que las garras no se usen para matar (los ratones y las moscas no cuentan).
La verdad es que Sombrita no es "la oscura". Ella tiene todos los colores del sol. "La oscura" es la irreflexión y la intolerancia, de un lado al otro de la vida humana, de los que matan y los que mueren, de las cuatro o cinco divisiones acorazadas, del documento de identidad perdido, del lapiz roto esgrimido como arma o crucifijo, de las bombas que no se ven y del submarino que acecha.
Es la "nueva realidad" -dice Lolita. Es "el año del gato". Se oirá hablar de todo esto. Nadie llegará a una justa conclusión. Un asesino en masa en París es un terrorista. Un asesino en masa en EEUU es un desequilibrado. La procedencia de las armas ejecutoras es distinta, pero el negocio es el mismo.
Nube sale del jersey -demasiado acalorada la discusión- y dice que todos los gatos árabes no son iguales, que en Túnez se les mata de hambre y en las orillas del Nilo se les momifica, que en Estambul son dueños de las antiguas columnas, que en Petra sueñan con subirse a los árboles. Y Sombrita, indecisa, sigue moviendo la cola.
Todos los gatos del mundo -dice Lolita- sin importar nuestra raza ni color somos ateos. En muchos países árabes se mata a los ateos. Un gato enmascarado, al que "su amo" le ha regalado un AK-47, y otro gato cuyas barbas son más profusas que sus bigotes, así lo han decretado.
Más allá de la frontera, gatos con cascos de acero, gatos pilotos y gatos con visión nocturna y gatos estrategas, ultiman naves espaciales para conquistar planetas y detener asteroides.
Nube dice que Lolita dice que unos y otros son locos, lo que para ellas es sinónimo de humanos.
Sombrita, entre tanto, piensa en su próximo ataque, en su próximo juego.
No es nada personal, pero es tan fácil.
El ratón desafiante y la pesada y torpe mosca caerán en sus fauces. No es nada personal.
La verdad es que Sombrita no es "la oscura". Ella tiene todos los colores del sol. "La oscura" es la irreflexión y la intolerancia, de un lado al otro de la vida humana, de los que matan y los que mueren, de las cuatro o cinco divisiones acorazadas, del documento de identidad perdido, del lapiz roto esgrimido como arma o crucifijo, de las bombas que no se ven y del submarino que acecha.
Es la "nueva realidad" -dice Lolita. Es "el año del gato". Se oirá hablar de todo esto. Nadie llegará a una justa conclusión. Un asesino en masa en París es un terrorista. Un asesino en masa en EEUU es un desequilibrado. La procedencia de las armas ejecutoras es distinta, pero el negocio es el mismo.
Nube sale del jersey -demasiado acalorada la discusión- y dice que todos los gatos árabes no son iguales, que en Túnez se les mata de hambre y en las orillas del Nilo se les momifica, que en Estambul son dueños de las antiguas columnas, que en Petra sueñan con subirse a los árboles. Y Sombrita, indecisa, sigue moviendo la cola.
Todos los gatos del mundo -dice Lolita- sin importar nuestra raza ni color somos ateos. En muchos países árabes se mata a los ateos. Un gato enmascarado, al que "su amo" le ha regalado un AK-47, y otro gato cuyas barbas son más profusas que sus bigotes, así lo han decretado.
Más allá de la frontera, gatos con cascos de acero, gatos pilotos y gatos con visión nocturna y gatos estrategas, ultiman naves espaciales para conquistar planetas y detener asteroides.
Nube dice que Lolita dice que unos y otros son locos, lo que para ellas es sinónimo de humanos.
Sombrita, entre tanto, piensa en su próximo ataque, en su próximo juego.
No es nada personal, pero es tan fácil.
El ratón desafiante y la pesada y torpe mosca caerán en sus fauces. No es nada personal.
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