Los malvados decapitan, se inmolan, causan un terror inmediato, repulsa y condena.
Los justos envían drones democráticos que sobrevuelan zonas malignas
para aprender del mal.
Un rapero se convierte en verdugo mientras misiles justicieros imparten justicia.
Dimite un gobierno por desacuerdo con la política dictada
y, entre tanto, el chivato de la clase borra el caos de tiza en la pizarra
y copia de nuevo la fórmula infalible: dos más dos suman cinco.
Antonio López morirá antes de acabar su retrato real.
Se apresuran los funcionarios en sustituir una por otra la envejecida lámina
dentro del mismo marco. La serpiente se traga de un bocado a la cría de leopardo,
las hienas en círculo ríen sobre la carroña,
y el mono humanoide descubre que el hueso es un arma.
Banderas y estrellas. El futuro que viaja hacia el pasado.
El diablo en la rue de l´Odeon: "Toda palabra es una palabra de más."
Quebrantar las leyes de la noche. Eso está mal. Eso está bien. Es inevitable.
El humo en la placenta antes de morir. Los malvados y su incontinencia verbal.
Se hace tarde, se incumplen las leyes de la noche.
Persiguen las gatas por instinto la viva miniatura de un dron invasor.
La habitación del pánico, en Pasaje de Marte, está llena de cabezas cortadas.
Se aprende a vivir, después de haber vivido, con ese terror manipulado.
Ningún miedo, ningún reparo.
El leopardo espera que la serpiente salga de su nido
y la desgarra.
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