Un loco en una plaza pública se sube a un banco de hierro y comienza a proferir voces. Importan las voces, y de ellas el timbre y la intensidad y, en segundo plano, los contenidos. Pero importan también los gestos y las gesticulaciones y las muecas y la ira en los ojos y el juego de manos.
Pero este loco alzado sobre un banco, presumiblemente vestido con ropas ajadas, y con su cabellera blanca agitada y los zapatos agujereados, no sería por sí solo un espectáculo. Es necesario considerar a la masa de transeuntes que se detiene a su alrededor formando un anillo y le presta atención.
A muchos animales basta para controlarlos con un gesto de poder, un grito inarticulado o una simple palabra, cuanto más corta mejor. La orden más breve será la más efectiva. A un perro, a un caballo, basta con decirles "ven", "siéntate", "corre" o "alto"; a un animal más poderoso, un león o un elefante, basta con dispararle.
La música no falta en este discurso político: tambores y flautas y trompetas, un coro en formación, un saludo multitudinario. Bajo las trompetas, estandartes; sobre las cabezas y los torsos, las aureolas y las insignias. El sol parece que deslumbra igual que deslumbra la mentira.
Podemos imaginar a la Hormiga-Reina pronunciando un discurso telepático, aromático o vibrante, y consiguiendo del hormiguero una disciplina sin parangón.
Se reclama la paz y se habla de orgullo y felicidad, pero se buscan soldados. La meta es siempre la misma: la muerte, sean cuales sean los argumentos (las ideas del lider, la defensa de unas creencias, de un dios, de una nación, patria o muerte).
Todos los discursos políticos se parecen. La política no es otra cosa que mecanismos para ejercer el poder. Y unos lo detentan, otros lo persiguen, otros lo acatan ciegamente y otros se oponen en mayor o menor medida.
Un frase hecha, que no goza de adjetivos novedosos, dice que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.
El loco que vocifera por encima de su público advierte del peligro.
Cuando algo no se entiende -aunque fascine- se suele llamar loco al que lo hace, lo expresa o lo representa. La filosofía nació de la locura (indagatoria y profética). El arte nació de la locura (iluminada e introspectiva). Pero la política nació del interés.
El sentido común se impone a la locura, aunque tantas veces el sentido común se diseña o se programa o manipula para que penetre en el anillo de los detenidos y parados que asisten, en una plaza pública, al discurso de un loco que trata de imponer el sentido común.
Marionetas en un teatro; el diablo mueve los hilos.
El discurso de lider viene traducido. Una lógica demencial hace que el significado de cada frase se oponga al significado de la siguiente. Respecto al poema recitado por el cantante, si alguien quiere saber más, conviene hallar una correcta traducción. El miedo aglutina una escenografía. La incomprensión se apodera de los impacientes. ¿Quién es el loco y quién es el cuerdo? Al más inteligente lector de este blog cabe dilucidar la contradicción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario