Cuando las preguntas no se formulan de acuerdo a la lógica de las preguntas, algo resulta sospechoso
El general con sus heridas se acomoda sobre un lecho de mármol, el arquero tensa el arco, la bailarina muestra sus velos
La tarde dará paso a la noche y la noche al día y el día a la tarde y la tarde a la noche
Las repeticiones en las preguntas, según una lógica extraña
Querer saber más de lo que se sabe. Querer apartar los velos de la bailarina. Querer disparar la flecha y evitar la flecha
En voz baja, puesto que en voz alta el oído izquierdo no distingue la fortaleza de los sonidos
En voz baja: susurros y venenos
Se aparta el telón y surgen de entre las sombras siete columnas negras sobre las que se yerguen siete gatas blancas
Las gatas observan a los espectadores que las observan
Ellas salieron de sus jaulas. Ellos han pagado su entrada
Siete gatas es una cifra arbitraria. Pudieran ser cinco o tres. Siempre números impares
El actor principal aguarda en su camerino
Hace la presentación de la obra un filósofo venido a menos
Me alegro que te sirva de ayuda este camino de vida
Asunto: me ayudas a vivir
Mensaje: Me ayudas a vivir, Luz. Te quiero
Y de repente, el escenario se queda a oscuras. Aparecen dos personajes que conversan
Les preocupa el banco de hierro, la poca luz de las farolas, la caída de la noche
Un templo a los gatos sobre una colina
Las pinturas se borraron hace siglos
Luz no se altera si otras sombras irrumpen
Los ojos de mármol blanco donde cicatrizan las heridas, el arco forzado hasta su tensión extrema, la bailarina ya desnuda. Sin más velos
A veces todo es claro y todo se entiende. A veces
Una población con forma de ocho, el símbolo del infinito. Y en su centro un castillo. Y la luz
En el centro de esos ojos. Cuevas y fortificaciones frente a esos ojos
Y en el interior de las cuevas: arcilla para modelar una gata tan orgullosa de sí que muta en leona
Felina que controla tu debilidad y tu falta de oído
En voz baja
Salvador Alís.
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