sábado, 7 de diciembre de 2013
UN SUEÑO / 2
En el principio no hay nada (ausencia de objeto y de sujeto -pues incluso el que sueña está fuera del sueño, observando): un vacío oscuro sin ser negro, más cerca quizá del gris, aunque tampoco realmente gris. Y luego el soñador irrumpe en la escena (se presenta ante sí mismo), surgiendo de un túnel que se adentra en las profundidades de la meseta rocosa donde se alza un peculiar castillo. No sabe de dónde viene ni cómo es el interior del tunél, no tiene esos recuerdos. La boca cilíndrica que lo expulsa se encuentra semi obstruida por algo así como escombros malolientes, una masa grumosa hecha de papel y cueros podridos. Lo que hace único al castillo es el estar construido enteramente por libros, millones de libros apilados en gruesos muros y altas torres con sus puertas y ventanas, cúpulas, almenas, pazadizos, puentes... Un hombre viejo (el soñador sospecha que se trata de una proyección suya desplazada desde el futuro) le dice que un ejército se aproxima. El hombre viejo no está en el castillo sino en la boca del túnel y, rápidamente, se oculta acabando de cubrir el hueco con los escombros. El soñador sube hasta la torre más elevada, pero no lo hace por escaleras ni rampas sino levitando. Desde allí vigila todo el horizonte alrededor. Ningún movimiento de tropas, ninguna amenaza aparente. Y sin embargo el viejo le advirtió con seguridad (esto lo sabe el soñador cuando despierta): un ejército se aproxima.
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