Un hombre intenta suicidarse ante un desahucio y los políticos del PP se niegan a suprimir o rebajar las dietas que cobran por asistir a reuniones (de trabajo). Dos noticias, entre otras muchas, contenidas hoy en un periódico local. No sé si hago bien al calificarlas de "contrastadas", puesto que en periodismo este término se refiere a la verificación de la información dada, aunque creo que acierto si se tiene en cuenta la primera acepción del verbo contrastar: "Mostrar notable diferencia o condiciones opuestas dos cosas cuando se comparan una con otra."
Un hombre de 52 años ha intentado suicidarse en Palma ante la inminencia del desahucio de su vivienda por no poder hacer frente al pago de su hipoteca. Los miembros de la comisión judicial que acudieron al domicilio para ejecutar el desahucio lo hallaron sentado en una silla en un balcón, con las venas de las muñecas abiertas, desangrándose. Curiosamente, la puerta de la vivienda se encontraba abierta. Se diría que la actitud del hombre era de total resignación: no cerraré la puerta con siete cerrojos ni la voy a atrancar por dentro, no ofreceré resistencia, no amenazaré con emplear un arma ni con volar la casa; en lugar de eso, les franqueo la entrada y asumo mi derrota; quédense con la casa, yo me quito de en medio. Los miembros de la comisión le asistieron en un primer momento, mientras avisaban a la policía y al servicio de emergencias. Imagino que el hombre les jodió el día. ¡Pobrecitos! En una UVI móvil lo trasladaron al hospital y, al parecer, se encuentra fuera de peligro. Ante la tentativa de suicidio (así calificada por la policía), el desahucio se ha aplazado.
No es el primer caso y, por desgracia, me temo que no será el último. Es sorprendente que pasen estas cosas, que la pura especulación inmoviliaria cause tanto sufrimiento y tanta desesperación y, en ocasiones, la muerte, cuando se cuentan por miles (en esta isla) las casas vacías. El banquero o el juez o el político de turno ¿no sienten remordimientos? ¿no les duele a ellos al menos la conciencia?
La siguiente noticia contrasta con la anterior. Los políticos del PP que gobiernan esta Comunidad, amparándose en su mayoría absoluta, han rechazado una enmienda a los presupuestos generales presentada por la oposición para eliminar o reducir las dietas que perciben muchos altos cargos por asistir a reuniones de las empresas públicas adscritas al Govern Balear. Ignoro en qué consiste el trabajo de esos altos cargos, pero en los tiempos actuales me resulta vergonzoso que alguien cobre, además de su buen sueldo, dietas por asistir a reuniones que -supuestamente- formarían parte de sus competencias o responsabilidades.
Entre 150 y 200 euros por asistir a una reunión de algunas horas, cuando la mayoría de gente nececita trabajar entre 3 y 5 días o incluso más para ganar esa suma. Sin olvidar que los resultados de las, así llamadas, reuniones de trabajo, suelen ser generalmente decepcionantes cuando no lesivos para el conjunto de los ciudadanos, que a menudo asistimos impotentes al espectáculo de la ineptitud, el derroche y la corrupción. Imagino que el problema consiste en que los políticos y altos cargos están inmunizados contra la vergüenza. Exigen austeridad pero son incapaces de ser austeros. El dinero contante y sonante, ganado a veces legalmente con excesiva facilidad, debe adormecer sentimientos y conciencias (las capacidades para discernir lo que está bien de lo que está mal); o eso o son unos malvados sin solución.
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