En mi barrio hay una pequeña tienda regentada por una pareja de búlgaros donde se venden frutas y verduras y otros productos básicos de alimentación, en su mayor parte de importación. Había pasado muchas veces por delante y nunca sentí el impulso de comprar nada..., hasta que hace una semana, de vuelta del supermercado, y habiendo olvidado las aceitunas que necesitaba para una receta, probé fortuna y las conseguí a buen precio y de muy buena calidad: una humilde bolsa de plástico con un cuarto de kilo de olivas negras muy finas y sabrosas por 2 euros y medio. Me fijé entonces en una estantería al fondo del local repleta de vinos. Pero tenía prisa y no me entretuve más. Hoy he vuelto para investigar. He comprado una garrafa de vidrio con dos litros de vino blanco por 6 euros. Y una botella de muscat de 2011 (a estas horas sólo queda la copa que estoy bebiendo), de 13% de alcohol y marca
Lovico, que está resultando excelente.
"Una copa para la salud,
dos para el placer
y tres para un buen descanso.
Cuatro le ponen a uno triste,
y más de cuatro le vuelven loco."
La sentencia no es búlgara sino rumana. Pero qué más da. O bien soy una excepción a la regla, o bien ya estoy loco -y no me he dado cuenta.
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