Roland Topor |
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El 31 de mayo de 2009, en la página web El Comercio.pe, apareció esta noticia de Luis Silva Nole:
"Cierta vez a un niño, cuyos ojos apenas llegaban a la altura de una de las mesas que servían como base para los estantes de cerebros, se le desbordaba esa voraz y sincera curiosidad de la que solo se puede gozar en la infancia. Inocente e incrédulo, con sus manos pegadas a los cuadrados frascos transparentes llenos de formol y materia gris, preguntó: “¿Doctora, dónde están los pensamientos?”.
La patóloga Diana Rivas Franchini, directora del Museo de Neuropatología, más conocido como Museo del Cerebro, del Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas (INCN), recuerda que aquella interrogante aligeró las explicaciones científicas, multiplicó sonrisas e hizo ganador al avispado niño de una mascarilla, como esas que se usan ahora contra la gripe AH1N1.
En otra oportunidad llegó hasta el museo, ubicado en el jirón Áncash, a escasas cuadras de la Quinta Heeren y Cinco Esquinas, en el corazón de Barrios Altos, un grupo de estudiantes de psicología. Uno de ellos —recuerda Rivas— era invidente. Al final de la visita guiada, aquel estudiante, ávido de sensaciones que dieran forma y textura a todo lo que había oído, solicitó tocar al menos uno de los cerebros. Sin perder tiempo, la doctora y su equipo de técnicos en laboratorio le pusieron guantes quirúrgicos y el universitario palpó no solo una sino varias masas encefálicas para satisfacer su ansia de saber.
En el Museo del Cerebro se exhiben 310 cerebros humanos con patologías evidentes. Aunque visitarlo puede resultar espeluznante para muchas personas, el gran objetivo de la exposición —dice la directora— es pedagógico: mostrar las consecuencias que el alcoholismo, la drogadicción y la falta de cuidado por la salud producen en el cerebro.
La muestra incluye cerebros que han sufrido hemorragias e infartos —males conocidos como derrames—, también aneurismas y malformaciones arteriovenosas. Se exhiben también órganos que han padecido procesos infecciosos por meningitis, tuberculosis y toxoplasmosis, que es una infección que carcome el cerebro y que es provocada por los parásitos de los gatos.
Asimismo, el museo alberga cerebros con diversos tipos de tumores. En general, el público puede observar, en decenas de frascos transparentes, los maltratos que, según cada caso particular, sufre la anatomía del órgano del pensamiento, habla y emociones, y que regula las funciones básicas del ser humano: temperatura, presión arterial, respiración y movimiento. Un cerebro pesa, en promedio, 1,2 kg.
La cabeza de un hombre que falleció a los 60 años da la bienvenida a los visitantes del museo. Es una visión que sobrecoge: la mitad de la cabeza presenta piel y algo de cabello; la otra, hueso y cerebro expuestos. “Hay gente que no resiste ver tantos cerebros. Al mes, una o dos personas se desmayan. En esos casos, que son esporádicos, los profesionales del instituto rápidamente atienden la emergencia”, comenta la doctora Rivas.
Cada visita guiada dura aproximadamente entre 20 y 30 minutos. En ocasiones el museo recibe hasta 500 personas en una sola mañana. El local perteneciente al Ministerio de Salud y cuenta, además, con un depósito en el que están almacenados otros 2.880 cerebros que, al igual que los que están a la vista del público, fueron extraídos de cadáveres con fines de investigación, mediante autopsias autorizadas por familiares de los enfermos fallecidos.
Normalmente, el museo es visitado por escolares del quinto de primaria en adelante y por estudiantes de medicina y enfermería. “Los niños quedan impresionados y contentos. Rara vez se muestran temerosos o aprehensivos y siempre preguntan si todo lo que ven es de verdad. Me enorgullezco de que en el museo no haya nada que no sea natural y preservado”, refiere Rivas.
Los cerebros empezaron a recolectarse desde la primera autopsia que se practicó en el INCN, el 6 de diciembre de 1942, pero el museo recién se inauguró como tal el 26 de agosto de 1997.
Unos seis fetos con malformaciones congénitas y médulas espinales con sus respectivas terminaciones nerviosas completan la imperdible visita."
El museo del Cerebro se encuentra ubicado en uno de los mas importantes hospitales de la epoca colonial, el Refugio de Incurables, actualmente Instituto Nacional de Ciencias Neurologicas, en Jr. Ancash 1271 / Lima / Perú.
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