A MI MANERA

A MI MANERA


Nunca he obedecido a nadie, ni siquiera a mí mismo.
El verbo pronto se me atragantó.
Acatar las órdenes, agachar la cabeza,
decir Sí cuando pensaba No -eso no iba conmigo.
Ni a mi santa madre ni a mi padre, ni al sádico maestro,
ni al médico enfermo, ni al orondo alcalde.
Esquivé al espía y me burlé del confidente,
mentí al sacerdote en la confesión
y al sargento en el interrogatorio.
No sé si fui valiente o fui cobarde,
pero no evité la cruz ni el claroscuro, me adentré
en las cuevas, en los libros, en las iglesias,
sólo para ver lágrimas de sangre,
para escuchar el tañido de las campanas
y sentir el vértigo de escaleras retorcidas.
Acepté tratos con arañas y murciélagos
y jamás rehuí enfrentarme a los espejos.
Incluso ahora, cuando el tiempo es dueño y señor
de mi voluntad y mis recursos,
sigo sin obedecer a mi mente -¿a cuál de ellas?-,
a mi único y gastado corazón,
al hígado ausente y al sueño que me llama.
Tan acostumbrado estoy a esta rebeldía
que igualmente ignoro los brillantes discursos
del amor -esos guantes amarillos-
y hasta las inspiraciones y preceptos de la muerte.
Si una guerra me convocara -bien seguro-
le daría la espalda. Si alguien, no importa quién,
me cita, me ofrece o me pregunta,
no acudiré al encuentro, no aceptaré el regalo,
silencio, y otra vez silencio.
Mis propias palabras son negadas, desobedecidas,
por su mismo discurrir, y no se dejan encauzar
por ninguna influencia ni estadística.
¿Qué me importa que me lean en Italia,
que en Japón me ignoren?
Una sola mirada me bastaría, la que sin comprender
aceptara lo inevitable. Porque esta escritura
es en el fondo pura desobediencia,
y como tal será sometida a la injusta goma de borrar
y al justo olvido.


Salvador Alís.



ARTE HUMANO E INHUMANO

ARTE HUMANO E INHUMANO


Esta tarde: paseo sin máscara por el laberinto de sa Calatrava. Y fotografías al capricho según los pasos. Una copa de Vergel (Airén y Sauvignon Blanc) de pie en la calle, frente a la puerta de un local llamado Abrakadabra. Desde el interior: el sonido de un piano que toca un joven oriental enmascarado. Un precioso perro juega a morder un trozo de madera. Dos mujeres tocadas por el sol juegan en un tablero minúsculo una ociosa partida de ajedrez. Bicicletas oxidadas y brillantes adoquines de piedra. El cielo gris. El tiempo lento y el reloj, presente en la muñeca, ya pagado. 
























Barrio de sa Calatrava. 7 de junio de 2020. Fotografías de Salvador Alís. 

LECCIONES FILOSÓFICAS / Nº 4 / STICKERS

LECCIONES FILOSÓFICAS / Nº 4 / STICKERS 


Según la Wikipedia, sticker puede traducirse por "pegatina",
algo que ya existe, un mensaje comprimido, una imagen
diseñada de antemano por manos ajenas
que alguien utiliza, copia y pega o reenvía,
para evitar el compromiso de la originalidad.

En la aventura por anular el pensamiento,
el sticker se presenta como acertado recurso. Hace prescindibles 
el individual esfuerzo por conocer, el archivo de datos,
la confrontación y la crítica, el lenguaje propio, la creatividad
y todo lo que en potencia pudiera dar de sí una mirada
no conformista.

La clara expresión de los sentimientos debe ser frenada.
Esa velocidad de lo intangible no augura nada bueno
para el desarrollo de la prueba.
Mejor lanzar, por pistas delimitadas, mensajes a todo color,
directos y sencillos, publicidad no encubierta 
sino más bien arrogante y manifiesta:
abre los ojos y prescinde de lecturas e interpretaciones, 
todo está aquí, este mensaje esotérico 
y simplificado hasta el extremo para que lo creas 
aunque no lo entiendas. 

Con tal de transmitir emociones al más bajo coste,
un chimpancé se digna a bajar de su árbol
y dibuja con un dedo una circunferencia sobre la tierra.
Y puesto que se le supone alguna inteligencia, 
incluso es capaz de apartar pequeñas piedras
y hojas caídas que alteran su mapa.

Pequeñas piedras y hojas caídas: absurdos stickers 
para el prehumano o más que humano
que aún se columpia y desplaza entre las ramas.

Puesto que los stickers, además de predeterminados,
pueden ser producidos individualmente,
no dudaré en permitirme esta licencia:
al estreno de El planeta de los simios acudió Charlton Heston 
llevando de la mano a un bello mono rubio, 
y el mono, al ser entrevistado y requerirse su opinión, 
afirmó categóricamente: "Yo no soy el mono en esta película,
pues mi inteligencia es superior, lo confirmará mi amigo,
el gran actor, y lo defenderá -si fuera necesario-
con su mirada de acero y su pasión por las armas".

Stickers triunfantes: caras de culo, tetas operadas,
santos transmutados, cervezas sin espuma.

Se impone por tanto una nueva reflexión,
vueltas y vueltas a lo mismo. ¿Por qué los tontos,
los fanáticos, los creyentes... se adhieren a la simplificación
de su reflejo? ¿Acaso no se ven a sí mismos?
¿No les basta con eso? ¿Necesitan el refuerzo dado?
¿Stickers que llegan a uno como pelotas de ping-pong
para ser rebotadas? ¿Y nada más?

Pero nadie está a salvo, en estos tiempos que corren,
de los dibujos del diablo.
Si uno busca referencias al dictado de sus impulsos,
si se detiene en Hegel o en Heidegger,
se dará cuenta de que, según el primero:
"Hemos vuelto ahora a la noción de la idea 
por la cual hemos comenzado. Pero este regreso al comienzo 
es al mismo tiempo un progreso." 
Y de acuerdo al segundo:
"Caigo en una ensoñación sobre el hacerse y el deshacerse
de las cosas. La llamaría "filosófica" si no supiese 
que no hay filosofía, sino tan sólo variaciones interiores 
sobre el sentido de las palabras." 

H & H: un sticker doble que no se comprende.
Lo fácil es la repetición, el mensaje corto creado
por no se sabe quién ni para qué, el mensaje que pretende
inducir la risa, afianzar el lazo que une a un tonto
con sus semejantes.

Al volver al punto de partida, inevitablemente avanzamos.
¿Hacia dónde? Los monosabios que juegan
con los stickers ¿qué saben del sentido de las palabras?

Los maestros antiguos enseñaban a diferenciar
una cosa de otra, por más que se parecieran,
no siendo lo mismo "amor" que "amorío"
ni "estado" que "Estado". Pero hoy en día, ¿que sabemos?

¿Se puede matar impunemente, dejar caer la rodilla
y no ceder en la presión durante 9 minutos?
¿Se puede enarbolar un libro, el Libro, como amenaza?
¿Despreciar el color de la piel quemada por su origen
y su condena, la cosificación y la esclavitud?
¿Ensalzar las balas, las cuerdas, las cruces, las horcas, el fuego
y, a la vez, las radiaciones ultravioletas?

Todo ha cambiado para ser lo mismo. Llegamos a la meta
y nos encontramos en el punto de partida. Hegel.
La conclusión depende de las palabras elegidas. Heidegger.

Para expresar nuestras emociones,
en aquella lejana juventud, uno lloraba o reía,
gritaba, se enfurecía, pintaba, corría, se alejaba,
se lanzaba de cabeza al charco profundo, se desnudaba,
perdía la cabeza, fumaba, andaba sobre el puente,
desafiaba al abismo, se adentraba en la cueva,
se jugaba la vida en la carretera, se reconciliaba
con la noche y sus fantasmas... Territorios inhóspitos,
apuestas arriesgadas.

¿Cuántos murciélagos no dominé entonces?
¿A cuantas lagartijas no hice entrar en razón?
¿Y qué cantidad de hormigas no volaron por los aires?

Insectos poderosos anulados con una elemental cerilla,
cobardes reptiles cegados por un complaciente sol,
ratas negras y aladas, miniaturas tenebrosas.
A todos los supe vencer, stickers anticipados
que significaron tanto y nada.

Lo que aquí se pone en cuestión no es la imagen
-vale más una imagen que mil palabras-
sino la elección instintiva del tonto moderno,
del monosabio prepotente e imperativo, por el sticker,
esa simplificación diseñada y orquestada
para ser otro mecanismo de control cuantificable,
que se unirá sin remedio a los reconocimientos faciales
con el fin de que nadie escape a su destino:
decir (o leer) el texto pre-escrito
y representar el papel asignado.

La desaparición, la muerte por asfixia, el envenenamiento,
la difamación, radiaciones, pruebas falsas
y hasta el propio suicidio... Ninguna sospecha.
Somos peones blancos y negros en el tablero
donde nos jugamos la vida o nos la juegan
un rey inútil y su ambiciosa reina.

Stickers los alfiles y los caballos, su imagen poderosa,
su cuestionable eficacia. Portadas de libros,
canciones. Esas figuras danzantes animando los bares,
música y sexo, belleza y muerte.
¡Qué pérdida absoluta, que malgasto, que desperdicio!
Y al ser señalados -los usuarios del desastre- contestan alterados. 
Gaviotas histéricas gritando sin orden ni concierto.

Copiar y pegar, o reenviar. Todo tan fácil.
Aplaudiendo la enésima estupidez del próximo estúpido.
Y así, todos a cubierto, todos a salvo de un injusto juicio.
Me oculto en la masa, me igualo a otros,
no soy yo (me falta valor), somos tantos y tan distintos.

Usad esas imágenes que no os pertenecen.
Han sido creadas para vosotros. Un regalo envenenado.
¿Pero qué sabéis, si algo sabéis, de los venenos?
No matan a cualquiera. Son selectivos,
Si te creías a salvo, pregúntale a tu piel. A tus ojos.
A tu esperanza.



Salvador Alís.























LECCIONES FILOSÓFICAS / Nº 3 / LOS AUTÓMATAS

LECCIONES FILOSÓFICAS / Nº 3 / LOS AUTÓMATAS


Ayer, finalmente, pude comprar Pandemia de Slavoj Zizek.
No lo hice en mi librería favorita (pero lo hice enmascarado)
sino en el Departamento Literario de unos Grandes Almacenes.
Mala suerte. Mas suerte al fin y al cabo.
Anunciado hace ya tiempo (y escrito tiempo atrás),
sólo estaba disponible en versión digital. Hasta ayer.
Jeff Bezos lo promocionaba, en su línea de pensamiento,
pues para él (y para otros)
el modo más idóneo para desactivar una propuesta incómoda
es la pura y masiva publicidad, lo que cubre al sentido
de intrascendencia, hasta hacerlo invisible.
El éxito de Zizek (mal escrito) es parte del éxito de Bezos.

No me siento inferior respecto al uno ni al otro.
Distinto, sí. Pues no soy nadie (falso), soy el que soy.
En modo alguno un personaje público,
lo que me resguarda de muchas manipulaciones.
Los calificativos de Zizek son apabullantes:
"filósofo, sociólogo, psicoanalista, ensayista,
contador de chistes y teórico cultural..." (cuanto menos).
Los de Bezos se expondrán más tarde (quizá).

Ayer lo encontré (¿su último libro?), recién llegado,
impreso en papel no del todo blanco,
un pequeño volumen de 145 páginas
de tapas color limón (pastel) pero sin brillo.
Es la primera obra suya que leo y, curiosamente,
apenas acabar la lectura, he cedido al impulso
de volver a comenzar.
Dos lecturas seguidas (eso no pasa muchas veces),
y no porque la tarea haya sido ardua o incomprensible,
más bien por el hecho de reforzar mi memoria
para futuras consideraciones.

Ideas estimulantes, sí. Clarividencia, también.
Y lo mismo anticipación, análisis certeros, advertencias.
Muchas preguntas (¿qué otra cosa es la filosofía?)
que requieren respuestas no fáciles y comprometidas.
Puesto que Pandemia fue escrito o compuesto
al inicio de la Crisis, se valora la perspicacia
y se espera una segunda parte o versión actualizada.

No voy a entrar en el detalle (ni se pretende aquí
hacer un Comentario de Texto convencional).
No es el objetivo de esta Lección.
Pero sí debo señalar una carencia: la exacta definición
de los líderes políticos mencionados.
Cita Zizek a Trump, a Putín, a Erdogan, a Johnson,
a Orbán y a otros dirigentes chinos y no chinos,
pasados y presentes. Cuanto más se avanza en la lectura,
más evidente resulta la sustracción de la palabra (necesaria)
"marionetas", es decir: personajes secundarios
cuyo papel principal es entretener y hacer reír,
diseñados pues para la distracción y el espectáculo.

No voy a pretender que Zizek conozca a fondo
la cultura española. Pero ¿no recuerda el religioso Trump
(quizá puritano sería un buen sinónimo),
con una biblia ¿real? y un rifle ¿simbólico? en las manos
a Don Cristóbal, el títere de cachiporra
del Retablillo de García Lorca?

¿No debería, tal vez, el buen filósofo dar la vuelta al teatrillo
y comprobar con la inteligencia (supuesta) de sus ojos
lo que ocurre entre (o detrás de) bambalinas?

Dice Zizek que Disneylandia es el lugar más aburrido
y estúpido del mundo. No estoy de acuerdo.
Disneylandia es una representación precisa del mundo actual.
Dice que Putin y Erdogan deberían ser juzgados
por un Alto Tribunal Internacional
por crímenes contra la humanidad. ¿Ellos solos?
¿Dónde quedan los demás dirigentes?
¿Y los que construyen el teatro y mueven los hilos?

Hace casi doscientos años, Edgar Allan Poe ya descubrió
y denunció el secreto de los autómatas.
En su ensayo El jugador de ajedrez de Maelzel,
tras un certero estudio lógico-matemático,
puso en evidencia (al descubierto)
el fraude de la construcción de von Kempelen,
en cuyo interior se escondía
el ajedrecista francés Jacques Mouret.
Ese famoso autómata, exhibido en las principales ciudades
europeas y hasta en Nueva York en los siglos XVIII y XIX,
en realidad no pensaba por sí mismo
(pues era una simple máquina hueca), no decidía
los movimientos ni las estrategias.
Pero una legión de crédulos asistía extasiada
a las representaciones y aplaudía la pantomima.

¿Cuántos Jacques Mouret no se esconderán en la actualidad
en los huecos ocultos de nuestros autómatas dirigentes?
¿Alguien duda de que el citado Bezos, o Gates, Slim, Arnault,
Zuckerberg, Ortega, Buffett, Zhengfei, Musk
y otros monarcas con y sin corona
sean expertos ajedrecistas?

La imagen tiene ya 44 años. N., el profesor de filosofía
(un locuaz, lúcido y alcohólico profesor),
saquea el mueble bar del despacho del director de la Academia
y se sirve y nos sirve (a los cuatro alumnos optativos)
unos tragos de güisqui.
Luego se vuelve hacia la pared donde están nuestras sombras
(pues nos hemos sentado de espaldas a la ventana)
y nos dice: "Estas siluetas no somos nosotros,
de ninguna manera lo somos, son nuestras sombras
y ni siquiera nos pertenecen. Pertenecen a la luz,
que las crea. No confiéis nunca en las sombras.
La mayoría son malvadas, pájaros negros de mal agüero.
Y toda persona, a su pesar y sin su consentimiento,
es perseguida o precedida por su sombra."

Entonces hace una pausa. Apura el vaso y añade:
"Y ahora, si os parece, empezamos con la clase
-saca un par de folios doblados y arrugados
de un bolsillo lateral de su chaqueta, los despliega
con parsimonia, los mira un instante, los deja sobre la mesa 
y enciende un cigarrillo-
que hoy tratará sobre la Caverna de Platón."


Salvador Alís.


 














martes, 2 de junio de 2020

HOLM / UN SUEÑO

HOLM / UN SUEÑO


"Si pudiera cerrar los ojos y los sueños me tomaran de la mano,
me levantaría y volaría en un cielo nuevo y olvidaría mis penas.

Si pudiera viajar en mi imaginación,
construiría palacios y noches donde el amor y mis esperanzas
pudieran crecer y borrar el dolor ...

El dolor de un mundo en el que se ve a personas
empañadas por la opresión,
la miseria y el sufrimiento de una amarga realidad
que destruye todo lo que construimos ...

El dolor de un mundo donde se ven muros crecientes de tiranía
que aplastan en nosotros sueños y sueños, 
y donde reina la oscuridad y la codicia en tantos corazones."


Traducción libre o imprecisa -del árabe al inglés y del inglés al español- 
de la canción Holm (Un sueño) interpretada por la tunecina Emel Mathlouthi, 
a su vez una versión del tema Soltane Ghalbha (Mi destino) 
del compositor iraní Anoushirvan Rohani.

LECCIONES FILOSÓFICAS / Nº 2 / LOBOS

LECCIONES FILOSÓFICAS / Nº 2 / LOBOS


Alguien, a quien mucho se ha querido y se quiere, llamó LOBO a un perro
de ojos atentos empeñado en la defensa de la CASA y su moradora.
Habitualmente, no viven lobos en las casas, prefieren espacios abiertos,
incluso al aire de la noche más fría, bajo una LUNA helada.

El corazón del bosque y el perímetro del bosque,
a veces montañas, con preferencia los valles, un río donde saciar la sed,
también los desiertos, paisajes opuestos, la tundra...
Pero mejor si las patas no se hunden en la nieve.

Pero hay lobos y lobos. El perro fiel y el salvaje por su naturaleza
no son los únicos. Responde el primero a su nombre,
sin confundir el NOMBRE con la ESENCIA.
Y el segundo entiende otro lenguaje, más simple y determinante,
y se afirma con su AULLIDO.
Ninguno de los dos se disfraza, ¿para qué ocultar su SER?
El tercero no es realmente un lobo,
aunque en el fondo quiera serlo y se sienta como tal.
Se viste, se peina y se maquilla para no parecer el DEPREDADOR
que esconde bajo su camisa blanca y su corbata azul.
Y, sin embargo, algunos gestos lo traicionan: los párpados blancos,
la mirada que huye, o esa corbata alternativa color púrpura
o directamente roja mientras el luto se impone.

Este lobo determinista, discípulo de Hobbes, niega la libertad individual
o, en todo caso, la supedita al imperio del interés general
también llamado SEGURIDAD NACIONAL.
Elude pronunciarse respecto a la suya propia, su libertad única
y especialmente considerada e identificada como LEY.

Que los perros y lobos, tan diferentes e iguales, estén emparentados
nadie lo niega. Cánidos carnívoros, unos más cercanos,
indiferentes los otros. El lobo FALSO, sin embargo, es omnívoro
e insaciable. Y después de su festín de carne putrefacta,
escarba agujeros donde esconder sus espejos delatores, marfiles y oro,
el veneno de las serpientes y las ideas peligrosas.

De nuevo, la pregunta: ¿Qué tendrá todo esto que ver con la filosofía?
¿Se entenderá mejor si acudimos a una fábula?

Cierta mañana, justo después de amanecer,
La ESPERANZA y el PESIMISMO se cruzaron en una calle desierta,
no se tocaron, no estrecharon las manos,
les bastó con mirarse a los ojos y cada cual siguió su camino.
De dónde venían, a dónde iban, si acababan de despertarse
o aún el sueño faltaba -eran PREGUNTAS no esenciales.
Al día siguiente, con el sol declinando, se volvieron a cruzar
en la misma calle, pero en esta ocasión ante testigos:
un ciervo astado, un lobo famélico y un conejo blanco.
Se saludaron. Y la ESPERANZA dijo:
"Espero que el lobo, a pesar de su aspecto, haya comido."
Y dijo el PESIMISMO: "El ciervo sabrá defenderse,
el conejo está condenado."
En el tercer encuentro, en un claro mediodía,
la calle estaba más animada: paseantes tranquilos y otros nerviosos,
niños con triciclos y chupetes, muñecas de trapo,
ancianos con bastones y muletas, centauros en bicicleta,
perros enanos y algunos gigantes.
Como ya se conocían, el PESIMISMO se atrevió a preguntar:
"¿Dónde vas, mi buena amiga, bajo esta luz?"
"Hasta la orilla del mar -contestó la ESPERANZA-,
pues allí me han citado y debo ser puntual."
"También yo tengo una cita -confesó el PESIMISMO-,
aunque mejor si llego tarde, mejor si ELLA se cansara de esperar."
Al pisar la arena, agitado su cabello azul oscuro
por la brisa marina y extasiada por la música de las olas y la espuma,
en vano la ESPERANZA aguardó a que el PESIMISMO se presentara.
Pasó el tiempo. Cayó la noche. Compareció el LOBO.

Fuera de la FÁBULA, desde esta oscuridad presente
donde la historia funde su pasado y su futuro, y se confunden
las palabras escritas y las pensadas, alguien contempla un CIELO negro,
una LUNA helada. Las estrellas son ahora conejos blancos.
La filosofía quiere ser poesía. Y según la poesía...

Pudieron haber ocurrido, los encuentros y desencuentros narrados,
en el puerto de Mandráki. Sobre sus columnas,
los ciervos verdes siguen desafiando al LOBO amarillo.


Salvador Alís.